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La carga fiscal y la gasolina

( ... ) Al Gobierno de Felipe González no hay que suponerle el valor. Hay que reconocérselo. Grandes dosis de valor hacen falta para haber afrontado, como primeras medidas de Gobierno la devaluación de la peseta y la subida de los productos derivados del petróleo, que forzosamente desencadenarían nuevas subidas de precios.En las primeras medidas adoptadas, la única diferencia que puede haber entre el Gobierno socialista y los que tradicionalmente han regido los intereses de la sociedad española estriba en el hecho de que el primero ha afrontado los problemas, de entrada, mientras que los segundos dejaban que se eternizaran, enfrentándose con ellos de manera tardía. Pero, adoptadas las medidas técnicas que corresponden en estos casos, únicas posibles en una economía abierta, las explicaciones son las mismas: eran absolutamente necesarias e inaplazables, se controlarán sus efectos y se hace necesario un sacrificio ahora para alcanzar futuros resultados beneficiosos para el conjunto de la sociedad. Los gestos del cambio, de momento, no son otros que haber afrontado con prontitud unos problemas. La retórica justificatoria es la misma.

Hace falta valor para aprobar una subida de precios de los derivados del petróleo en una proporción superior al 20%, que repercutirá, sobre todo, en los que han acogido de manera especialmente esperanzada al Gobierno socialista, que se asegura, si no los amplía, los porcentajes impositivos que cargan el precio de los carburantes. Evidentemente, estarían ampliados si aritméticamente no hubiera correspondido otra subida que la del 16%, de acuerdo con el precio de los crudos en el verano de 1981,cuando se produjo la última subida, y las diferencias entre la cotización del dólar entonces y la actual.

Estas aportaciones indirectas al erario público, como las que gravan el precio de tantos productos de consumo, han sido siempre demostradas por la izquierda como residuos de un sistema fiscal arcaico. Curiosamente, el Gobierno socialista las afianza, si no las amplía. Quizá no le cabía otra solución en estos momentos, cuando los ministros acaban de instalarse en sus despachos.

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Seguir por la vía recaudatoria indirecta cuando no se ha tocado fondo en la aplicación del sistema impositivo directo, no pertenece, evidentemente, al cambio. Los grandes evasores fiscales se podrían sentir tranquilos con los socialistas sientre todos hemos de seguir pagando sus impuestos. (...)

9 de diciembre

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