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Visita de Juan Pablo II a España

El Papa pide a las religiosas que usen textos escolares fieles al magisterio de la Iglesia

Con orden y concierto se habían ido llenando las gradas y pista central del recinto deportivo con religiosas que habían venido de toda España para celebrar "un encuentro de oración de las religiosas y miembros de institutos seculares con el Santo Padre" y en el que éste les pidió que usen textos de enseñanza fieles al magisterio de la Iglesia. Se habían juntado 11.000 religiosas y 500 miembros de institutos seglares, en representación de las 64.000 religiosas de vida apostólica y 14.000 contemplativas existentes en España. Las de los institutos seglares se habían agrupado en un lateral del Palacio, en cuya parte más alta pendía una de las raras pancartas en el recinto, con el moto Totus Tuus."Se me ha dicho que los aplausos al principio y al final. Cuando llegue al sitial, silencio absoluto. El mejor aplauso es un canto vibrante", amonestaba una religiosa vestida de blanco, la misma que desde el micro del Palacio de los Deportes, estaba dirigiendo el cante. "También es una señal de cariño", completaba la monitora, "agitar un pañuelo blanco". La vecina de al lado, una veterana monja norteña, sacó de su bolso una pañoleta roja. "Roja, no, hermana", la increpaba una caballero con acento navarro, uno de esos que frecuentan las tribunas dedicadas a la prensa. De poco le valió a la religiosa argumentar "que en Javier también sacaron pañuelos rojos". "Aquí es distinto, hermana, aquí es mejor algo blanco, una cuartilla ya basta".

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En el turno de introducciones, una joven religiosa arrancó la primera ovación imprevista. Fue al decir, "nunca nos hubiera convocado a nosotros un líder político o un Jefe de Estado. Vos, sí". El Papa estaba ensimismado en sus papeles, mientras las presidentes de la Conferederación de Religiosas y la de Institutos Seglares hacían la presentación. Decididamente, este acto no se parecía al encuentro con las monjas de clausura, en Avila, cuando un Karol Wojtyla, todavía descansado, encandiló, con su sonrisa y rápidos comentarios, a sus bien dispuestas oyentes.

En la homilía, les recordó la fidelidad a su vocación, el cultivo "de la vida interior, alma de todo apostolado". En su defensa de la actualidad de la vida religiosa, Juan Pablo II volvió a insistir, por segunda vez en un día, en el porte de hábitos distintivos "que os diferencie de los seglares", en la necesidad de asentar la vida comunitaria "sobre los tres votos y no sobre ideologías mudables o aspiraciones personales".

"Por la especial importancia que en el momento presente tiene en España, quiero dirigirme ahora, con una referencia particular a tantas de vosotras que tenéis como misión especial la enseñanza de la juventud en el ámbito secular". El Palacio de Deportes volvía a ser escenario de la enseñanza religiosa.

El Papa pidió a las monjas el uso de textos ortodoxos, fieles al magisterio de la Iglesia. Y es que "los jóvenes tienen derecho a no ser inquietados por hipótesis o tomas de posición aventuradas, ya que aún no tienen la capacidad de juzgar". El acto concluyó con la Salve, cantada desde el micro por Karol Wojtyla con voz potente.

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