La violencia política asola Brasil a un mes de las elecciones
Endémica en las campañas electorales brasileñas, la violencia política es la causante, al menos, de dieciocho asesinatos cuando aún falta un mes para los primeros comicios generales libres que conoce el país desde hace veinte años.Con la campaña proselitista dominando la vida nacional durante los últimos doce meses, la violencia ha campado sobre todo en las zonas rurales de la mitad norte, marcadas por la presencia de los caciques políticos comarcales, conocidos como coroneles.
Uno de esos caciques, perteneciente al gubernamental Partido Democrático Social (PDS-derecha), fue asesinado el pasado sábado, en el Estado de Minas. Gerais, en una aparente venganza por dos homicidios supuestamente encomendados por la víctima.
La muerte de una mujer y un niño durante un tiroteo registrado en un mitin del PDS -que provocó además dos heridos- hicieron que el pasado fin de semana fuera especialmente violento en Minas Gerais, donde la campaña electoral ha sido definida como la de la corrupción y, las presiones policiales sobre los partidos opositores.
Según los datos de los partidos políticos que llevan una estadística minuciosa de víctimas, la violencia política que antecede a las elecciones de este año -convocadas para el próximo 15 de noviembre- marcará un hito en la historia de Brasil.
Tiroteos, atentados, asaltos a sedes de partidos, amenazas anónimas de muerte, sabotajes de mítines y presiones policiales marcan el clima de violencia denunciado, entre otros, por el candidato a senador del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB-Frente de Masas), Marcos Freire, víctima de un atentado del que salió ileso.
En la mitad norte de Brasil, hasta bien entrado este siglo, cada convocatoria electoral era, antes que nada, una perspectiva de tiroteos. La coacción física parecía ser el mejor método de persuasión política y los coroneles, durante las campañas, se rodeaban de pistoleros dispuestos a utilizar sus armas en una época en la que el sufragio no era secreto.
La promulgación de la Constitución democratizante de 1946 apaciguó los ánimos, incluso en Estados tradicionalmente impetuosos, como Pernambuco, donde este año los disparos vuelven a configurar una campaña electoral particularmente violenta.
