Muere Nahum Goldmann, fundador inconformista de Israel
Nahum Goldmann, llamado el rey de los judíos, falleció a la edad de 87 años. Nadie grita: "El rey ha muerto, ¡viva el rey'". No se sabe quién podría sucederle. Hombre de pequeña talla, tenía una gran estatura, una personalidad fascinante y un espíritu penetrante.
Fundador del Congreso Judío Mundial, presidente de la Organización Sionista Mundial, negociador en 1948, junto a Haim Weizman y Moshe Sharett, ante el presidente Truman para obtener el reconocimiento del Estado judío por parte de EE UU, artífice del acuerdo concluido con el canciller Konrad Adenauer en 1952 que permitió al joven y pobre Estado de Israel ingresar la fabulosa suma de 1.500 millones de dólares (más de 150.000 millones de pesetas) en compensación por la destrucción y la confiscación de bienes judíos en Europa por el Estado alemán bajo la dictadura de Hitler, Nahum Goldmann fue todo esto y mucho más. Y, sin embargo, nunca fue un hombre político.
Espíritu libre, inconformista impenitente que despreciaba los tabúes, los valores sacrosantos, discípulo espiritual de Haim Weizman, el primer presidente de Israel, que reprochaba a Ben Gurion subestimar la importancia de las buenas relaciones con los árabes, Goldmann se convirtió en un crítico del pensamiento político dominante en Israel. Proponía una política más comprensiva de Tel Aviv frente a los árabes y la URSS.
Estuvo a punto de entrevistarse con Nasser en 1969, pero Golda Meir se lo impidió. "No me ha perdonado jamás haberle hecho caso", dijo Goldmann. Comprendió la necesidad de un diálogo palestino-israelí y su último acto político fue firmar un llamamiento para el reconocimiento mutuo entre israelíes y palestinos de sus derechos a la autodeterminación nacional.
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