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Las relaciones Madrid-París no han mejorado en el primer año de gobierno de Mitterrand

El socialismo a la francesa, gestor de este país desde que el presidente, François Mítterrand, ganó las elecciones hace poco más de un año, no parece haber, modificado, sustancialmente, las relaciones hispano-francesas, envenenadas cotidianamente por el contencioso vasco y por las ambiciones comunitarias españolas; dichas relaciones han sido mediocres siempre, y una constante histórica alimenta esa incomunicacion: el desconocimiento, por parte de los franceses, de la realidad española, acentuado históricamente también por la sumisión cultural de la piel de toro al hexágono galo.

Un portavoz solvente de las autoridades españolas en París opina: "Con el poder socialista, el diálogo franco-español es más fácil que antes. Ahora incluso se pueden decir impertinencias. Cuando te dirigías a Giscard parecía que hablabas con Luis XIV. Es decir, el clima es más distendido, pero eso no quiere decir que las cuestiones de fondo se resuelvan mejor".Este comentario parece ajustarse a la realidad de la Francia mitterrandista, puesto que esa distensión del diálogo con el exterior fue un objetivo inicial de su diplomacia. Y, por lo que se refiere a las cuestiones de fondo, el lema del general Charles de Gaulle, "las relaciones entre los Estados son relaciones de intereses", prevalece hoy también.

Y, esto último, a pesar de que los socialistas, en este terreno, pretendieron una innovación de envergadura desde el inicio de su mandato: al Ministerio de Asuntos Exteriores se le rebautizó con la razón social, Ministerio de Relaciones Exteriores. La explicación de ese cambio fue la siguiente: "No existen asuntos exteriores para Francia. Hay, unas fronteras que separan las naciones, pero, en el mundo de hoy, no existe ningún asunto que, en mayor o menor medida, no le interese a Francia. Todos los asuntos son de todos. Y, para abordarlos, deben existir relaciones".

Al cabo de un año, lo que ocurre es que, de esta filosoria, salvo los expertos, no se ha enterado nadie, al menos en Francia, tal como hemos podido comprobarlo durante los últimos días al interrogar a un número sustancial de ciudadanos de este país.

Indiferencia por lo español

En el centro, en el norte, en el este o en el oeste de Francia, la respuesta es unánime cuando se le pregunta a la gente sobre las relaciones franco-españolas: "No sé; igual, parece".Pierre Frappat, profesor de economía en Grenoble, al lado de su hijo y de un amigo de este último, estudiantes, que asienten cuando habla el profesor: "Lo que existe aquí es indiferencia por lo, español. Es un país que no interesa. No cunde el antiespañolismo, como ocurre con otros países, pero sí una gran desinformación. Se tiene de España una imagen caricaturesca, de pandereta".

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"A pesar de los veraneantes, pocos franceses van a España a descubrirla por sí mismos. Aquí pervive una imagen, heredada desde siempre, de la España de las bailaoras, con sol, y se va a su encuentro", opina otro profesor de filosofía, Antoine Gastinau, de Ruán, que añade, como también lo expresó Frappat: "El terrorismo vasco no interesa, salvo ante la perspectiva de que pudiera afectarnos. Además, la democracia, en España, parece ser que no va muy bien, y eso mantiene esa imagen de la España de siempre".

En el País Vasco francés, las relaciones entre los dos países se abordan con otra sensibilidad. Por el campo de los nacionalistas abertzales (patriotas vascos) habla su líder Jacques Abeberry: "Esas re laciones serán siempre conflictuales. En primer lugar, cabe anotar que los comunistas, hoy en el Gobiemo, se oponen radicalmente a la entrada de España en el Mercado Común. Políticamente, en se gundo lugar: existió un a priori favorable al restablecerse la democracia en España".

Pero hoy el Gobierno y los franceses se interrogan a la vista de los supuestos casos de tortura, del golpe fallido, etcétera. La imagen de la España deníocrática se ha debilitado. El problema vasco, por fin, -que, no conviene olvidarlo, viene de muy lejos-, será una fuente de discordia permanente: pretender, como lo pretende Madrid, que la supresión del santuario de ETA en Euskadi resolvería la cuestión, es absolutamente infantil. Y como París no va a conceder extradiciones, y el terrorismo va a aumentar, habrá compromisos puntuales entre los dos Gobiernos, pero no un consenso definitivo.

"Aquí nadie es partidario del autonomismo"

A propósito del tema vasco, puedo recordar que, no hace mucho, en una entrevista con el jefe del Gabinete del primer ministro, Pierre Mauroy, se nos dijo a un grupo de vascos: "Rechazamos el terrorismo, pero no la expresión política del independentismo".Una pandilla de vascos franceses, maduros ya, acomodados, en el hotel Euskadi, del pueblecito de Espelette, al final del almuerzo que se ha prolongado hasta las siete de la tarde dicen: "Aquí nadie es partidario del autonomismo ni de ETA. Nosotros lo que queremos es tranquilidad y seguridad en el País Vasco y en toda Francia. Nos hace dudar mucho la manera de cómo el Gobierno actual conduce las relaciones de Francia con el extranjero".

El alcalde socialista de Hendaya, Rapliael Lassalette: "Le hablo de las relaciones entre los dos países vascos, a nivel de representantes electos. Nos vemos cuando las fiestas nos invitan a ello, y ahí queda todo; es decir, no hay cambio. Respecto al terrorismo, tengo la impresión de que aquí, en Euskadi, como en el resto de Francia, todo el mundo está harto ya. Y cabe preguntarse si Defferre, el ministro del Interior, que es el práctico de la seguridad, no tiene razón frente al teorizante del programa de las libertades, el ministro de Justicia, Badinter. Las dos posturas son difícilmente conciliables".

El alcalde aún añade algo a propósito de los dos países vascos y de sus tradiciones: "Digan lo que digan los independentístas, son dos países diferentes. Quiérase o no, el Bidasoa existe y, cuando aquí, en el Norte, a las siete de la tarde ya no se encuentra nadie en la calle, del otro lado se está empezando a vivir la noche. Le, voy a ofrecer otro ejemplo, diferente pero que revela dos sistemas y dos mentalidades: diariamente unos trescientos niños de Euskadi sur atraviesan la frontera para asistir aquí a la escuela. Y ni uno solo hace lo contrario".

García Lorca, el único escritor español conocido en Francia

Este hecho, intervasco, es exponente de lo que ocurre entre los dos países en un plano ampliamente cultural, y que históricamente se situaría en el origen de la incomprensión cabezuda de los dos pueblos. Hace ya algunos meses, el filósofa, politólogo y comentarista independiente Raymond Aron, en una conversación sobre las relaciones franco-españolas, nos! declaraba: "Han sido malas siempre y lo son aún. Yo entiendo que el origen del mal es la incomunícación intelectual entre los dos países. Existe una corriente cultural francesa hacia España, pero no en sentido contrario. Si yo fuera gobernante, lo primero que haría es subsanar este fallo, con la creación de organismos que intercambiaran las dos culturas".No faltan hechos, de actualidad más o menos reciente, para ilustrar la opinión de Aron. Cuarenta años después de su muerte, el único escritor español, popular en Francia, es Federico García Lorca, y eso porque lo asesinó la dictadura. Semanas atrás, el segundo canal de televisión ofreció un documental sobre la España de 1982 que fue elaborado a partir del siguiente presupuesto: "Es necesario encontrar generales fascistas que digan que en España habrá pronto un golpe de Estado".

Los realizadores no encontraron esos generales, pero sí lo más espigado de la eterna España negra. La imagen entre los dos paises a través de la prensa es elocuente: mientras, por parte española cerca de tres docenas de corresponsales y colaboradores informa, de manera indiscriminada, de todo lo que procede de París, sólo el diario Le Monde y la agencia France Presse mantienen desde Madrid una información continuada sobre España.

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