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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Túnez: ¿un camino hacia la democracia?

El primero de noviembre se celebran elecciones generales en Túnez. El panorama político no es diáfano, pero, en fuerte contraste con las tendencias de los restantes países islamicos, Túnez se abre a la democratización.

Bernabé López García

El conflicto entre la tradición y la modernidad, entre el fanatismo religioso y la laicízación brusca, tienen en Túnez un exponente singular. El burguibismo, después de casi tres décadas de poder absoluto que puso en crisis al propio régimen y le hizo perder su credibilidad popular, ha optado por iniciar una liberalización, para progresar en el camino hacia una democracia, al mismo tiempo que condena a la oposición integrista religiosa que se extendía por el país. a duras penas de cárcel. Esas condenas no son precisamente un triunfo de la democracia. Todos los partidos y movimientos sin excepción han criticado por ello duramente al Gobierno, que creía ver en la emergencia del Movimiento de la Tendencia Islámica la resurrección del viejo espíritu del yussefismo, enterrado hace más de veinte años..Pero el crecimiento, desde la revolución jomeinista, en todo el mundo islámico del papel político de la religión con sus rasgos de fanatismo ya conocidos pro voca siempre la tentación de la represión. Recientemente, una revista tunecina publicaba una encuesta sobre la opinión entre los ciudadanos de su país acerc a de la revolución iraní. Un 39%. de los encuestados opinaba que se trataba de una revolución pro gresista. Un 29 %, de una revolu ción nacional, y sólo un 13%, de una revolución reaccionaria. Y eran los menores de treinta años y las personas con estudios supe riores los que abundaban en la primera opinión. Un 33% (en su mayoría analfabetos o con sólo estudios primarios) afirmaba de sear una revolución del mismo tipo en Túnez, frente a un 54%, que no añoraba precisamente una opción a la iraní.

No hay duda de que para esos partidos políticos, legalizados o no, pero autorizados a participar en la campaña electoral iniciada el domingo 18 de octubre y en las elecciones del próximo primero de noviembre, ese 33% es un caldo de cultivo de las ideas integristas, que no se cortan de raíz por el camino de la fabricación de mártires, sino afrontando claramente el camino del pluralismo y de la democracia.

Reforma política

Porque el hecho característico del actual proceso político en Túnez es la decisión de conducir una "reforma política" -evidentemente no una ruptura- desde el poder y en vida del líder histórico, del combatiente supremo, Habib Burguiba. Por este hecho, algunos grupos políticos desconflan; se trata, dicen, de una maniobra del Partido Socialista Desturiano (PSD), en el poder, para restaurar su hegemonía política perdida. Otros, en cambio, aunque consideran insuficientes las garantías ofrecidas por el poder, han optado por la participación, que consideran, en todo caso, positiva.

Y es que, en efecto, la amnistía general sólicitada por todos no ha sido concedida. Y los partidos no han sido legalizados, con ex cepción del Partido Comunista Tunecino (PCT), que ya tuvo vida legal hasta 1963 y que ha recuperado su estado desde el pasado verano. Pero, eso sí, los partidos han sido autorizados a hacer campaña y presentar candidaturas. Se subordina su legalización a que obtengan un 5% de votos en las próximas elecciones.

De un modo u otro, la radiografía política tunecina resulta, por vez primera en su historia de país independiente, plural y representativa.

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El Movimiento de los Demócratas Socialistas, formado hace pocos años por disidentes del PSD y dirigido por Ahmed Mestiri, parece ser el grupo de oposición que presenta más candidatos para las veinticuatro circunscripciones en las que se elegirán los 135 miembros de la Asamblea Nacional. Estará presente en veinte circunscripciones de las veinticuatro.

El Movimiento de Unidad Popular,II (comité provisional, ya que el MUP I, tendencia Ben Salah, no participará) presentará listas de candidaturas en quince circunscripciones. Resulta así la izquierda con más candidaturas en todo el país.

Por su parte, el PCT concurrirá en seis circunscripciones, las tres de Túnez capital y las de Gabes, Gafisa y Nabeul.

Estos grupos. podrán, durante toda la campaña, acceder a la radio y televisión en un tiempo proporcional al número de circunscripciones en las que se presentan. Como es evidente, lo que a estos partidos les interesa no es tanto lograr un éxito electoral (aunque eso sí, una presencia mínima en la Asamblea) como aprovechar esta primera campafía Y el clima favorable para presentar sus programas y proclamar su derecho a la luz pública ante los electores.

Frente Nacional

Pero el poder ha reaccionado de una manera que ha preocupado a todas estas formaciones políticas. El partido en el Gobierno, el PSD, ha decidido presentarse en unión con el sindicato Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), integrando un Frente Nacional, como hiciera en 1956. Los partidos han criticado esta decisión por cuanto obliga a un sindicato que se ha caracterizado a todo lo largo de la historia tunecina por su desesperada defensa de su autonomía respecto al partido a alinearse con el pgder coaccionando a los electores. Defensa de la autonomía que le costó una dura represión en diversos momentos (hasta hace.pocos meses duró el encarcelamiento de¡ que fue secretario general de la UGTT, Habib Achour, condenado por la huelga general y los incidentes del 26 de. enero de 1978, que costaron la vida a unos doscientos tunecinos). .

También ha sido criticada esta decisión de hacer intervenir al sindicato en la política activa por cuanto resquebraja la unidad de la dirección sindical.

Sólo un 53% de la comisión administrativa del sindicato se pronunció a favor de una participación con el PSD, mientras que un 22% era partidario de preservar la autonomía y, por tanto, de la no participación en las elecciones, al tiempo que un 12% se manifestaba a favor de la presentación de candidaturas libres de la UGTT.

No hay que olvidar que el poder cuenta también con otra poderosa arma. para seguir monopolizando la escena política. Me refiero a la ley electoral, que no recoge la proporcionalidad, sino que se rige por el escrutinio mayontano a una vuelta. Con este sistema, el PSD barrió absolutamente (al ciento por ciento) al PCT y a unos candidatos inde pendientes en 1956 y 1959. Evidentemente son otros tiempos. Pero el riesgo está ahí. Y, de producirse un hecho similar, la experiencia del primero de noyiembre de 1981 carecería por completo de sentido. Quiero creer que el pluralismo se va a ver, al menos, reflejado en la próxima Asamblea Nacional tunecina.

Bernabé López García es profesor de Sociología del Mundo Arabe.

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