La sala Olympia, único cine al aire libre recuperado para los veranos madrileños
Todas las noches, a las 22,30 horas en punto, el cine de verano Olympia, situado en plena plaza de Lavapiés, ofrece la posibilidad de volver a ver (o presenciar por vez primera) una de esas películas ya casi olvidadas, piezas clave de cualquier filmoteca, a la vez que se puede tomar un vaso de sangría con un bocadillo de jamón con tomate y fumar un cigarrillo.
El cine de verano de la sala Olympia es, en estos momentos, uno de los pocos locales de este género que funcionan en Madrid y el único que reúne las características y sabor de las viejas salas cinematográficas. Cerrado en 1975, volvió a abrir sus puertas el pasado 10 de julio por iniciativa de su promotor, Javier Estrella.En Vallecas, al final de la avenida de San Diego, hay otros dos locales abiertos en verano (el Veracruz y el Manchego), en los que algunos días, los fines de semana, hay proyecciones. En Carabanchel, en la calle Espinar, un restaurante veraniego ofrece la posibilidad de contemplar cortometrajes en super-8.
Por lo demás, salvo esporádicas incursiones de compañías de titiriteros, que eventualmente actúan en algún descampado de barriadas periféricas y a cuyas actuaciones asisten los vecinos, silla en mano, para ver una vieja copia de cualquier película antigua (Tarzán suele ser el personaje más habitual), las posibilidades de disfrutar de la costumbre, un punto veraniega, de ver cine en plena calle son bastante reducidas.
La sala de verano Olympia ha sido proyectada como un cine-club para los vecinos de Lavapiés. La entrada cuesta cien pesetas (el 50% menos de lo que cobran las salas comerciales), su capacidad es de cuatrocientas personas.
La terraza está rodeada de paredes encaladas y los laterales han sido adornados con macetas de geranios. En una esquina del patio de butacas, un pequeño bar sirve para atender los deseos de los cinéfilos veraniegos: bocadillos, cervezas, cubalibres y sangrías a precios de tasca. Tampoco podían faltar las bolsitas de pipas de girasol. Con todo ello colocado sobre una de las mesas, puede suponer una delicia el comienzo de la proyección de la película de turno.
La intención de Javier Estrella al acondicionar y volver a abrir esta sala era ofrecer a los vecinos de Lavapiés la posibilidad recuperar una antigua forma de espectáculo para que las familias de la zona dispusieran de un lugar al que pudieran asistir con los niños o los abuelos y al que pudiera recurrir todo aquel que pasa el verano en esta ciudad sin grandes posibilidades de diversión.
Por ello, el programa cinematográfico incluye casi exclusivamente películas toleradas para menores. Cada semana se proyectan dos cintas diferentes. La cartelera de estos próximos días incluye títulos como Casablanca, Sueño eterno, El Dorado o Nosferatu.
"De momento, aquí están viniendo tanto vecinos del barrio como gente, en su mayoría joven, que se queda el verano en Madrid, y que muchos de ellos están descubriendo ahora las posibilidades de este tipo de salas", explica Javier Estrella, "porque, a no ser en los pueblos playeros, esta clase de cines ha ido desapareciendo. El Ayuntamiento madrileño ha tenido alguna iniciativa en este sentido, con proyecciones de películas en la Chopera y en el Retiro, pero después no se ha mantenido, y nosotros pensamos que se trata de una forma de diversión que debe potenciarse. Más a la vista de la respuesta que está dando la gente, que, desde que abrimos la sala, el lleno es total todos los días."
Algunos vecinos del barrio, asistentes a la proyección del martes (cuando, por cierto, al fundirse una lámpara se tuvo que suspender la sesión), recuerdan que, además de esta sala, no hace muchos años que en otros barrios de Madrid existían cines que contaban con un patio exterior que se abría en verano, pero que luego, poco a poco, han ido dejando de funcionar.
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