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El asalto de la plaza de Cataluña

27 terroristas se apoderan de la sede principal del Banco Central en Barcelona y retienen a más de un centenar de rehenes

Desde las 9.10 horas de ayer, un grupo de veintisiete personas, portando diverso tipo de armas -pistolas, subfusiles e incluso fusiles ametralladores- mantiene en su poder la sede principal del Banco Central en Barcelona, sita en la confluencia de las Ramblas con la plaza de Cataluña. Los asaltantes tomaron como rehenes a cerca de doscientas personas, 69 de las cuales habían sido liberadas anoche y en la madrugada de hoy. Fuentes oficiales indicaron ayer tarde como muy posible que entre los asaltantes figuraran guardias civiles. Uno de los rehenes liberados afirmó que uno de los asaltantes se identificó como guardia civil.

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Los asaltantes efectuaron varios disparos. Nadie repelió éstos. Inmediatamente a un empleado de la entidad. Nadie repelió los disparos. Inmediatamente después del asalto, los atacantes cubrieron sus rostros con capuchas y concentraron a los empleados y clientes en el centro del patio de operaciones. Ellos se situaron en puntos desde donde pudiesen controlar sus movimientos y también ver la calle. Los asaltantes eran en su mayoría personas jóvenes, incluido el jefe del comando. Se llamaban los unos a los otros por números y actuaban con una gran disciplina y coordinaciónPocos minutos después del asalto, la central de orden público de Barcelona -el 091- recibió una llamada anónima informando de un presunto atraco en el banco de referencia. Inmediatamente un coche de los denominados K, es decir de los camuflados, ocupado únicamente por policías de paisano, se dirigió hacia la entidad. Fue recibido con disparos de armas automáticas. Los policías no repelieron la agresión y tomaron posiciones alrededor de la entrada del banco.

Rápidamente llegaron otras unidades policiales. Poco después, uno de los asaltantes disparó contra la policía desde el balcón del primer piso, lo cual hizo que la policía se retirara más lejos. Estos disparos, al parecer, tampoco fueron repelidos.

El empleado herido de bala es Ricardo Martínez Calafell. Poco después fue retirado del lugar de los hechos en una ambulancia del Ayuntamiento de Barcelona y conducido al Hospital Clínico, donde anoche continuaba internado. Su estado no inspiraba inquietud, pero posiblemente quede inválido permanente. El herido pudo manifestar al conductor de la ambulancia, según informó éste Posteriormente, que los asaltantes habían tomado como rehenes a «unas 160 personas».

La policía tomó posiciones alrededor de toda la plaza de Cataluña. Quedó prohibida la circulación rodada o a pie en la parte inferior de la misma a la altura de las Ramblas. Fue advertida la unidad de los GEO estacionada en Guadalajara, y unos cincuenta miembros de la misma se desplazaron a Barcelona en vuelo regular de Iberia, en el denominado puente aéreo, con todo su armamento y material especial, lo cual causó sorpresa entre el personal de Iberia y pasajeros.

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Sobre el terreno, la actitud de la policía fue de contención. Se creó un clima de espera muy comparable con el registrado en los alrededores del Congreso de los Diputados el día 23 de febrero. En varios puntos se congregaron unos pocos centenares de personas, que a lo largo del día fueron incrementándose.

Condiciones de los asaltantes

Los asaltantes del banco comunicaron por teléfono con Diario de Barcelona y Radio Nacional de España en Barcelona. A ambos medios de comunicación les manifestaron que dejaban sendos comunicados en cabinas telefónicas exponiendo sus demandas. Reclamaban la libertad de cuatro de los militares implicados en el golpe de Estado del 23 de febrero. Se trataba del general Luis Torres Rojas, entonces gobernador militar de La Coruña; el coronel José Ignacio San Martín, en aquella fecha jefe de Estado Mayor de la División Acorazada Brunete; el teniente coronel Pedro Mas, antiguo ayudante del teniente general Jaime Milans del Bosch, y el teniente coronel Antonio Tejero Molina. Respecto a este último, el texto de los asaltantes utilizaba la expresión, «nuestro teniente coronel».A lo largo del día la situación fue muy estacionaria. Hubo varias salidas de rehenes. Ya en la mañana salió un empleado del Banco de Santander, que había ido al Banco Central a cumplir un cometido profesional. Este empleado presentaba una herida en la cabeza producida al ser golpeado con la culata del arma de un secuestrador.

Las autoridades guardaron a lo largo del día un total silencio. El Ministerio del Interior y el Gobierno Civil emitieron breves comunicados que arrojaban muy poca luz sobre los hechos, en particular, respecto al carácter de los asaltantes. El jefe superior de Policía de Barcelona, Enrique Mesquera, regresó urgentemente de Italia, donde se encontraba en visita oficial. También se trasladó a Barcelona José Luis Fernández Dopico, director general de la Policía, y las fuentes consultadas discrepaban respecto a la presencia o no en Barcelona de Francisco Laína, director general de la Seguridad del Estado.

Fuentes oficiales indicaron que los secuestradores habían dado un plazo de 72 horas para que los cuatro militares antes indicados fueran puestos en libertad y enviados a bordo de un avión a la República Argentina. También solicitaban otro avión para los asaltantes, con el fin de poder dirigirse al extranjero. Fuentes ofíciales indicaron que habían amenazado con matar a diez de los rehenes en el caso de que no se cumplieran las condiciones establecidas en el plazo fijado. Las fuentes indicaron también que los secuestradores habían amenazado con continuar matando rehenes, a razón de uno cada dos horas.

Gracias a los rehenes liberados, la policía pudo saber que los asaltantes poseían armamento muy sofisticado, en el que figuraban explosivos que se podían accionar a distancia y fusiles ametralladores, posiblemente Cetmes. También poseían raciones alimenticias especiales, de pequeño tamaño. Algunos de los rehenes indicaron a la policía que el banco contaba con un bar donde desayunan los empleados y que por tal motivo existía una cierta cantidad de alimentos.

El primer intento de negociación tuvo efecto a través de un abogado asesor de la organización barcelonesa de Fuerza Nueva, que ayer comenzó en la Ciudad Condal su primer congreso. Esta organización de extrema derecha desmintió enérgicamente, a través de un portavoz, toda participación en el asalto.

Varios intentos de negociación con los secuestradores

Posteriormente, ya sobre las siete de la tarde, hubo otro intento de negociación. Tres personas se dirigieron a la puerta central del banco: se trataba del general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil, general de brigada Camilo Pajuelo; del jefe superior de Policía de Barcelona, Enrique Mosquera, y del ayudante de campo del citado general, un comandante de la Guardia Civil.Una de las personas de paisano se encaró con el asaltante, según indica Europa Press, por lo que fue apartado de la puerta del banco por el general de la Guardia Civil, siempre según la misma agencia. El intento de negociación duró sólo siete minutos. El asaltante que sa lió a la puerta del banco llevaba el rostro cubiero con una capucha de color marrón. Al parecer fue visto en la mano de uno de los negociadores un papel, que podría ser un borrador relativo a la negociación.

Pasadas las ocho de la tarde salió otro grupo de rehenes, formado por unas treinta personas. A mediodía también había tenido efecto una salida parecida de unos dieciocho rehenes. En todos los casos se trataba de personas que estaban muy afectadas por la situación. No fue permitido ningún contacto entre los liberados y los muchos periodistas que aguardaban por los alrededores. También es de indicar que desde un primer momento fueron bloqueadas todas las líneas telefónicas del Banco Central, excepto una que se mantenía de forma constante con la sede del Banco de Bilbao, situada en la misma plaza de Cataluña, donde las autoridades habían improvisado su centro de operaciones.

El mutismo oficial afectó también a los muchos dirigentes políticos catalanes que se dirigieron a las autoridades con el fin de expresarles su solidaridad y ofrecerles su colaboración. Así, los principales líderes políticos no pudieron pasar del vestíbulo del Banco de Bilbao ni obtener precisión alguna. Lógicamente, el centro de interés consistía en confirmar o desmentir la presunta presencia de miembros de la Guardia Civil entre los asaltantes. Era una intuición, basada en hechos que compartían todas las fuentes, pero que ninguna podía confirmar plenamente.

Comida y televisión

A primeras horas de la noche, miembros de la Cruz Roja depositaron, en tres ocasiones, varios paquetes con comida a la puerta del Banco Central. También les fueron entregadas revistas, un televisor y un aparato de radio.Una fuente policial de toda solvencia indicó que existía la posibilidad de que el teniente coronel Tejero apareciese en las pantallas de televisión para pedir a los asaltantes que depusieran su actitud. La fuente también indicó que la actitud de los secuestradores era de «gran dureza», por lo cual era muydifícil establecer un pronóstico respecto al camino que iban a tomar los acontecimientos. A primeras horas de la noche quedaban en el banco más de un centenar de rehenes.

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