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Secuestros y secreto bancario

El reciente secuestro de Quini -y en cierto modo el del señor Suñer- han vuelto a plantear en el mundo -y muy especialmente en Suiza- el problema de un secreto bancario que, mantenido con plena rigidez, puede constituirse en una perfecta ayuda a las actividades terroristas. Afortunadamente, en el caso de Quini, fue el levantamiento de ese secreto quien permitió tanto la liberación del jugador como la detención de los delincuentes.Coincidiendo con este caso o partiendo de él, la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia de Obispos de Suiza ha llamado la atención a sus conciudadanos -sin que nadie les acusara por ello de inmiscuirse en asuntos no religiosos- de cómo ese secreto interpretado rígidamente puede aportar, sí, mucho dinero a su país, pero puede tratarse de un dinero sucio, inmoral e indeseable. La suavización de ese secreto,en casos especiales -dice el documento episcopal- «no es una iniciativa extremista e izquierdista, como se la ha tachado, sino un correctivo necesario». El pueblo suizo, recuerdan los obispos, no puede vivir de facilitar los delitos monetarios o las sustracciones fiscales de otros países. Menos aún de capitales que terminan por financiar el terrorismo o la delincuencia común. Cierto que con ese sistema la moneda suiza sube incesantemente. Pero la moral y la dignidad de quienes se aprovechan de ello desciende a mayor velocidad.

, 21 de abril

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