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Se acentuó la falta de una tendencia definida

La Bolsa presentó a lo largo de la semana pasada dos momentos bien diferenciados, al menos si nos atenemos a los resultados que expresan los índices generales de las respectivas sesiones. Las dos primeras reuniones de la tanda ofrecieron un aspecto supuestamente risueño con los valores más representativos del mercado moviéndose al alza, mientras que las ventas que restaban del fin de semana anterior se replegaban estratégicamente en espera de acontecimientos. En las dos últimas se generalizaron las ventas.Unas pocas órdenes de compra, hábilmente tratadas, dieron lugar a subidas de cierta consideración en los indicadores generales del martes y miércoles, que de nuevo volvían a dar muestra de su escasa sensibilidad por la realidad del mercado.

El apoyo decidido que los bancos vinieron prestando a sus cotizaciones alentando las subidas, se constituyó en estas dos sesiones en el mejor garante de la bondad de las posturas de espera. De la sinfonía de subidas bancarias, sólo desentonaron dos valores, y por razones bien distintas. El primero, el Popular, que, tras una impresionante trayectoria alcista, previa a su ampliación de capital, acusaba el peso de las realizaciones de beneficios, por lo que resultaba el más pesado a la hora de realizar las operaciones. El otro fue el Santander, quien, según casi todos los comentarios que circulaban por las salas de contratación, se mostraba decididamente reacio a continuar apuntándose subidas y pretendía limitar éstas en la medida de lo posible. Su próxima conversión de bonos de caja en acciones, y el interés siempre manifestado por los representantes de esta entidad en ofrecer el mayor beneficio posible a sus accionistas fieles, podrían ser las razones que sustentaran este anómalo comportamiento. Porque, aunque resulte extraño pensar que se pretende beneficiar a los accionistas mediante una política de contención de las posibles subidas en los cambios, cuanto más bajo sea este cambio mayores posibilidades de plusvalía tendrán los nuevos accionistas.

El resto del mercado vivió de actuaciones anecdóticas, como eran la de Petróleos, que presentó unas fuertes oscilaciones, o la de Dragados, que mantuvo un fuerte ritmo de subidas en las tres primeras reuniones, para verse obligado a ceder posiciones en la de cierre ante la presencia de las temidas realizaciones de beneficios.

En el mercadillo de letras de cambio se dieron también situaciones curiosas. Mientras el martes aparecía una exigua oferta, absolutamente desproporcionada con la creciente demanda que se generaba, y los tipos de descuento flexionaban a la baja hasta situarse en el 12%, el jueves volvió a apreciarse una nutrida participación de ofertantes, con lo que los precios volvieron a abaratarse, situándose en torno al 12 6/8%.

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