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"Su turno": juventud y pasotismo

Comienza a emitirse esta noche, en horario estelar (21.30 horas, primera cadena, a continuación del telediario), el primer programa del espacio Su turno, que dirige, presenta y modera Jesús Hermida, con realización de Luis Tomás Melgar (realizador también del otro programa de Jesús Hermida, De cerca).El nuevo programa tiene periodicidad quincenal (alternará los miércoles con la serie documental Tauromaquia), una hora de duración y se emite en diferido.

«La intención del programa es confrontar opiniones enfrentadas -no se trata de establecer trincheras, que bastantes hubo en nuestra historia- en torno a un tema de actualidad y convertir esa confrontación en un espectáculo para una audiencia mayoritaria», afirma Jesús Hermida. «No es, por tanto, un programa de debate al estilo de las mesas redondas, fórmula que también es muy importante en la televisión. Aquí se trata más bien de dos mesas enfrentadas. Lo ideal sería formular el tema de manera que los interlocutores respondan sí o no a preguntas como, por ejemplo, ¿debe la mujer ser igual al hombre?».

El primer propósito de Jesús Hermida fue crear un programa a modo de juicio, similar al norteamericano Los abogados: exposición de una tesis a cargo de un defensor, pruebas de testigos y veredicto final. «Abandonamos esta idea», añade Jesús Hermida, «que supondría un tratamiento muy formalista, si bien se mantienen algunos rasgos comunes, y tal vez introduzcamos un final con veredicto del público. Su turno tendrá dos defensores o proponentes antagónicos, cada uno con su respectivo equipo de testigos. El público que es el primer objetivo de toda televisión, juega en el programa una función clave. El público que asiste a la confrontación proporciona calor humano al programa y actúa además como testigo. En estos tiempos en que la credibilidad del medio está en entredicho, el público será el principal testigo de que allí no se ha censurado nada».

El director prefería que el pro grama se emitiese en directo, pero las restricciones económicas en la producción de programas (Jesús Hermida ignora cuánto cuesta su programa) impiden que el directo sea posible en un medio en el que debería ser consustancial la graba ción y emisión simultánea de programas de debate. Jesús Hermida sale al paso de las posibles dudas sobre manipulación del producto final y presentará brevemente el programa con estas palabras: «Prefiero que me acusen ustedes esta noche de incompetente a que puedan pensar que tengo algo de censor».

El programa que se verá esta noche es la versión íntegra de la grabación efectuada el pasado mes de noviembre como programa-piloto del nuevo espacio. El tema Juventud y pasotismo tendrá como defensor al joven Juan José García Espartero, quien cuenta con el apoyo de los periodistas y escritores Francisco Umbral, Fernando Díaz-Plaja y del cantante Miguel Ríos. El antagonista (quien no es precisamente un antipasota; «es muy difícil que alguien se oponga rotundamente al pasota», comenta Jesús Hermida) será el joven José Fernando Murga, apoyado por el equipo que integran Carmela García Moreno, directora general de la Juventud; el diputado socialista Javier Solana y el sociólogo Stoyan Sekvlits.

Este programa-piloto se grabó de un tirón (exceptuadas tres interrupciones por cortes de luz) y se emitirá con todos sus defectos: «Le sobran minutos; yo», dice Jesús Hermida, «estoy muy premioso, me extiendo demasiado; la grabación demostró que cuatro personas por equipo son demasiadas, y en lo sucesivo serán tres; también hay errores técnicos en algunos movimientos de cámara, las cámaras salen en pantalla a veces y se equivocan en la localización de los personajes; hay desajustes en la sincronía y falta un elemento clave: el sonido de cronómetro se mantendrá en lo sucesivo para que la audiencia compruebe que no hay cortes». Su turno se grabará siempre cuatro horas antes de la emisión. En el estudio hay también alrededor de cuarenta personas. «Proporcionan un ambiente pasota. Sospecho», dice el director, en broma, «que alguno se fumó el porro durante la grabación».

La realización, cuyos detalles estudió Melgar con Hermida, no tiene más secretos, según el director, que el de una correcta retransmisión. «Mi obligación, como moderador, es mostrarme en todo momento imparcial. El hombre de televisión tiene que estar en todo momento al servicio del programa».

Jesús Hermida afirma que desprecia las cámaras, en el sentido de que trabaja como si no estuviesen allí, y que cuando se dirige al público las mira dos centímetros por encima y nunca al objetivo. Hermida asegura que nunca está nervioso porque domina el medio, pero mueve mucho las manos, casi siempre para tocarse el pelo o la cara. «Lo hago porque soy así», responde, «porque no refreno mis instintos, porque no me gusta el locutor inmóvil, rígido y cuadriculado. Soy somáticamente así, no estudio las poses, y esto no es ni modestia ni vanidad».

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