Informe militar sobre el "golpe" turco de septiembre
El supuesto de un escrito firmado por altos mandos sobre la gravedad de la situación presente, apoyado en datos incontrovertibles y adobado con la manifestación de un sentimiento ampliamente compartido de preocupado descontento y el emplazamiento al Gobierno que generaría, ha sido contemplado intensamente por los medios políticos esta semana como posible desencadenante de un cambio político a la turca.
Los comentarios están aún lejos de afirmar que tal documento sea por el momento una realidad física. Pero parten de la constatación de un clima propicio para que cuaje una iniciativa de ese género.
La Prensa ha prestado eco con anterioridad a esas posibilidades. Pedro Rodríguez, en su sección de Hoja del Lunes, explicaba el 28 de julio el caso de un supuesto anticonstitucional máximo (SAM), y aclaraba que «no significa una fórmula boliviana, ni un caballo de Pavía, ni los tanques en la calle. Un SAM sería un diagnóstico técnico de la situación nacional, que llevaría a las Fuerzas Armadas a ponerse al habla con el Jefe del Estado». Y los medios inforrnativos publicaron noticias de sondeos efectuados entre partidos políticos para la eventualidad de que se produjera una iniciativa castrense (véase EL PAIS del día 29 de julio).
El informe Quintero.
Ahora, desde Ankara, la capital turca, ha llegado un informe remitido por el agregado militar español, coronel de caballería Federico Quintero, que ha logrado alguna difusión en los medios políticos. El informe parece sugerir un itinerario basado en el éxito de aceptación interior y de ambiente internacional obtenido por el golpe del Ejército el pasado 12 de septiembre.
El coronel Quintero, que ocupó la Jefatura Superior de Policía de Madrid hasta el nombramiento de Rosón como gobernador, en agosto de 1976, estuvo después destinado en la secretaría militar del ministro del Ejército. Por sus manos pasó, en abril de 1977, la nota del Consejo Superior en que se tomó enérgica posición contra la legalización del partido comunista, que supuso un claro emplazamiento del Gobierno, del que dimitió entonces además el titular de Marina, almirante Pita da Velga. Luego, Quintero fue destinado al Estado Mayor del Ejército. Su última actividad en ese destino fue un careo con los implicados en la «Operación Galaxia».
A su llegada a Ankara, el coronel Quintero se encontró bien ambientado entre los mandos militares turcos. Su condición de antiguo companero de estudios, en Fort Huachuca (Arizona, EE UU), de un buen grupo de altos oficiales, le aseguró una buena introducción inmediata en el medio. Los cursos de la citada academia militar especializada, en los que Quintero obtuvo excelente calificación, estaban precisamente dedicados a la «contrainsurgencia», la tarea principal de sus colegas turcos.
Texto de la advertencia
La aprensión que suscita en los medios políticos españoles el supuesto de un escrito colectivo de significados militares deriva precisamente de que ese fue el cambio inicial de los altos mandos turcos, que el 1 de enero de este año formularon una advertencia a los órganos constitucionales de aquella república, de la que el propio presidente, en su calidad de jefe del Consejo de Seguridad Nacional, se hizo portavoz ante los medios políticos.
El texto de la advertencia militar, turca señalaba: «Vista la situación en la cual se encuentra nuestro país, para que sean aseguradas la supervivencia del Estado, la unidad nacional, la seguridad y los bienes del pueblo, aparece como un imperativo inevitable que las instituciones constitucionales, y en particular los partidos políticos, que actúan desde una perspectiva nacional, busquen en común, en el cuadro del régimen parlamentario democrático, unas medidas y unos remedios contra la anarquía, el terror y el separatismo». La advertencia, que ocho meses después, el 12 de septiembre, se plasmó en un golpe militar, no detallaba cuáles eran esas medidas y esos remedios, y tampoco se pronunciaba explícitamente por la conveniencia de un Gobierno de coalición, aunque su argumentación lo favorecía.
Entrela advertencia y el golpe, el 30 de agosto, la Prensa internacional recogió unas manifestaciones del jefe del Estado Mayor, general Evren, en las que afirmaba que el Ejército deseaba ser liberado cuanto antes de las responsabilidades del mantenimiento del orden derivadas del estado de excepción, en vigor desde hacía dos anos, para consagrarse únicamente a sus funciones de formación y entrenamiento militar y asumir la defensa del país.
Buena acogida occidental
Lo más llamativo del golpe, que doce días después de estas declaraciones situaba al general Evren al frente del Estado turco, para los analistas españoles interesados, fue la buena acogida de los aliados occidentales y de la comunidad europea. Un portavoz americano se apresuró a decir, aquella madrugada, que la Administración Carter confia.ba en que los generales que se habían hecho cargo del poder cumplirían su palabra y restablecerían la democracia. Medios de la Alianza Atlántica expresaron su complacencia ante los acontecimientos, y en ambientes de la CEE se pudo detectar un cierto alivio (véase EL PAIS del 13 de septiembre).
En su proclama, el general Evren aseguraba haber dado el golpe para evitar una guerra civil, anunciaba la redacción de una nueva Constitución y de una nueva ley electoral para restablecer un régimen democrático, salvándolo de la degeneración y el bloqueo en que había incurrido.
El despliegue, la primera fase de advertencias de este supuesto táctico a la turca, realizado por algunos interlocutores cualificados del partido socialista, no incluía el juicio crítico que sigue siempre a los ejercicios militares. Hasta el momento, cuando se han dado pronunciamientos inaceptables de algunos mandos militares -recuérdense las declaraciónes del general Fontenla sobre la ley orgánica de la Defensa-, los socialistas han reclamado del poder medidas disciplinarias inmediatas. Ahora, la primera fase del supuesto a la turca se contempla por algunos con la fruición de que repre- sentaría un grave aprieto para Suárez e incluso abriría el portillo de la ansiada coalición. (Véase el editorial de EL PAIS del 8 de noviembre).
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