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La otra víctima del "bazooka"

Poco tenía Anastasio Somoza de apreciable. Nada de admirable tuvo el asesinado caudillo de Nicaragua. Concibió su país como su finca personal, establecida en 1934 por su padre bajo la protección de un ejército privado: la Guardia Nacional. Los Somoza se distinguieron por ser pronorteamericanos al extremo; en compensación, confiaron en que el Gobierno de Washington les ayudara a salvarla de la bancarrota y la competencia. Hace un año, el pueblo nicaragüense, hastiado, dijo basta, forzando al ex presidente a un exilio en Paraguay.Lo dicho impide el lamento de su muerte llevada a cabo por un comando en Asunción. Pero el asesinato es siempre asunto sucio, por más que sean los pecados del pecador.

(...) El asesinato de Somoza no puede condenarse -menos aplaudirse- si no se condenan aquellos del ex ministro de Asuntos Exteriores chileno Orlando Letelier o el de Aldo Moro, en Roma. Si el terror se justifica en un lugar, se le invita a que haga acto de presencia en todos.

(...) Una dinastía nacida de la violencia la sufre ahora por segunda vez. (...) Para el bien de Nicaragua, esperemos que se haya cerrado definitivamente el capítulo sangriento de su reciente historia.

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20 de septiembre.

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