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El abuso del autocrédito, origen de las crisis bancarias

La abusiva utilización del crédito en favor de los grupos controlados por los bancos ha sido la «práctica más nociva y origen de todas las demás», según señala el informe del Banco de España sobre las crisis bancarias, algunas de cuyas opiniones adelantaba ayer EL PAÍS.

El documento señala que la crisis bancaria española se ha producido con un cierto retraso respecto a otros países, debido a las peculiaridades de nuestro sistema financiero. No obstante, la utilización masiva de la política monetaria con carácter restrictivo a partir del verano del año 1977 -cuando se abordó casi con exclusividad la lucha contra la inflación mediante el control de la oferta monetaria- agudizó los problemas específicos del sector bancario español y puso al descubierto numerosas irregularidades en la gestión de algunas instituciones de crédito.El elemento quizá más generador de problemas ha sido, en opinión de los autores del documento mencionado, el conjunto de cambios de propiedad en los bancos. No sólo a partir de la regulación bancaria del año 1962, sino en años bastante más recientes, disponer de un banco era altamente atractivo, ya que daba la posibilidad de participar «en el mecanismo por el cual se obtiene una considerable cantidad de recursos ajenos sobre una exigua base de fondos propios». Con todo, «no fue la creación de nuevos bancos el principal problema, sino que tuvieron mayor importancia los cambios operados en la propiedad de los mismos», ante «el aliciente de unos altos beneficios». «Los nuevos dueños», señala el documento, «se lanzaron en muchos casos a una política muy agresiva y exageradamente costosa de captación de recursos, para obtener los fondos con los que pagar su adquisición y realizar inversiones, sobre todo en el terreno inmobiliario».

Las consecuencias

La actividad bancaria proporcionaba en nuestro país un doble aliciente: altos beneficios y obtención de recursos a un coste muy inferior a la rentabilidad de las posibles inversiones. Esto provocó la generalización de «prácticas irregulares y arriesgadas» en algunas instituciones, entre las que se puede citar la abusiva utilización del crédito en favor de empresas propias, avales no contabilizados, créditos cruzados, etcétera.Para los autores del documento, «estas operaciones tenían que dar lugar a gravísimas consecuencias», entre las que destacan las insolvencias producidas por la crisis bursátil y por el excesivo peso de las cargas financieras cuando el mercado encareció el dinero de forma súbita y se encontró con instituciones en las que los capitales propios eran muy exiguos y que se habían alimentado por la vía crediticia.

Otra de las derivaciones de este tipo de comportamientos ha sido el fortísimo aumento de los costes bancarios, que ha repercutido en la escasa posibilidad de generar beneficios mediante un círculo vicioso desencadenante: un banco con exceso de inversión sobre sus recursos propios y ajenos se ve obligado a desarrollar una política muy agresiva de captación de recursos, abriendo oficinas, remunerando fuertemente a los depósitos y demás pasivos, lo que encarece fuertemente su actividad financiera.

España y los demás

«Mientras duró el auge económico», señala el documento, «los bancos afectados pudieron ir superando los problemas planteados. Pero todo cambió cuando empezaron a sentirse los primeros efectos de la crisis económica».Al margen de estas peculiaridades específicas del sector crediticio español que exigen una intensificación en el proceso de cambio y saneamiento de la banca y cajas de ahorro, el documento señala también que las crisis bancarias no son un fenómeno exclusivo de España. Por otra parte, la profundidad de la actual crisis económica ha incidido aún más fuertemente para poner al descubierto tales defectos.

En los principales países industrializados, el fenómeno de la crisis bancaria ha estado motivado, fundamentalmente, por cuatro tipos de factores: la agresividad y dureza de las políticas monetarias practicadas para contrarrestar la inflación, la debilidad de los mercados de valores, la complicación de la gestión bancaria debida al alza de los tipos de interés nominales y el mayor riesgo que ha implicado la operativa, tanto comercial como financiera, en los mercados internacionales.

Otro factor adicional ha sido la fuerte crisis que ha sacudido a las empresas industriales -especialmente aguda y prolongada en España-, provocando serias dificultades sobre los activos bancarios, cuya presencia en el sector industrial es ampliamente mayoritaria.

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