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El Gobierno no tiene claro cómo financiar el déficit del sector público en 1980

Existe, en medios gubernamentales, preocupación creciente por definir la fórmula más adecuada para financiar el aumento previsible y considerable del déficit público fijado en el presupuesto de 1980, que se presenta ya como un callejón sin salida. También en medios económicos, principalmente bancarios, se acentúan las críticas ante la incapacidad demostrada hasta ahora por el Gobierno para reducir el gasto público y su debilidad a la hora de frenar los incrementos del déficit por encima de los 290.000 millones de pesetas aprobados por las Cortes. De hecho, el mayor incremento corresponde a las obligaciones legales que preceden al propio presupuesto, haciéndolo infinanciable.

Entre las escasas posibilidades para financiar el déficit, el Gobierno descartó en su día -por la ley de Presupuestos- la alternativa de elevar la presión fiscal. Por otra parte, debido a falta de previsión, a inadecuación de la Administración tributaria o a un intento deliberado de aumentar la recaudación, no se han corregido a tiempo los tipos de retención de acuerdo con la inflación. Al ser los tipos de retención muy bajos, comparativamente con el pasado, los contribuyentes se verán obligados -y se están viendo ya en estos días- a pagar bastante más que antes de golpe La tendencia al fraude será, por tanto mayor. De hecho, el efecto conseguido al no subir la escala ni bajar el tipo ha sido hasta el momento el de recaudar menos, lo que agrava el déficit por el lado de los ingresos previstos. La segunda alternativa socorrida que se baraja continuamente esta subida de precios del tabaco (algunas marcas de rubio ya lo han hecho recientemente), de la gasolina, gasóleo y fuel (que se considera inminente) y de los servicios públicos.Otra posibilidad es el fácil recurso al Banco de España, lo que alteraría las disponibilidades líquidas y quebraría grave mente la política antiinflacionista. Para luchar contra la inflación y tratar de mantener la coyuntura, y crear, de paso, algún empleo, sin aumentar los ingresos, hay que reducir obviamente el gasto público. Dentro del gasto público sólo es posible disminuir la partida de gastos corrientes, ya que los gastos de inversión -que son los que, al última hora, siempre sufren- no deberían reducirse, sobre todo en estos momentos en los que la inversión privada está congelada. Pero el Gobierno se sigue mostrando incapaz de reducir los gastos corrientes, ya que ello exige una reforma profunda de la Administración, de las empresas públicas y de las transferencias y subvenciones actuales. Por ahora, los expertos no aprecian en el Gobierno voluntad política suficiente para acometer con la urgencia precisa, esas reformas que ya fueron planteadas en los pactos de la Moncloa.

La única vía para financiar el déficit sigue siendo, pues, por ahora, la emisión de deuda pública para ir creando un mercado adecuado de capitales. Recién cubierta con éxito la primera emisión de 20.000 millones de pesetas, el Ministerio de Hacienda prepara para los próximos días una nueva emisión de otros 20.000 millones, destinados a compañías de seguros, en condiciones similares a la anterior. Con esta nueva emisión se trata de aliviar el recurso inflacionario al Banco de España. Quedan para el resto del año 60.000 millones de pesetas más de deuda pública, cantidad importante si tenemos en cuenta que equivale a 20.000 millones cada dos meses, aproximadamente. A final de año se emitirá seguramente la mayor cantidad, ya que en esas fechas la psicosis fiscal por desgravar favorece habitualmente la cobertura de la emisión. Por otra parte, y de cara a los presupuestos de 1981, el Ministerio de Hacienda ya ha cursado las instrucciones precisas para su confección con criterios distintos a los tradicionales, contenidos en el documento «Nuevas técnicas presupuestarias. Programa de trabajo 1980». El Gobierno discutirá los presupuestos de cada ministerio en una reunión inmediata, con la espada de Damocles del déficit del sector público sobre las propuestas que aún se están recibiendo en Hacienda. Los programas concretos para aumentar el ahorro público y la racionalidad en el gasto son siete: ampliación a nuevos ministerios del presupuesto por programas, revisión de los presupuestos por programas realizados hasta ahora, integración del presupuesto por programas en el presupuesto tradicional, seguimiento del presupuesto, revisión de actividades (con base cero) en el 25% del presupuesto e instrucciones específicas para la elaboración del presupuesto para 1981.

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