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España intentará obtener rentabilidad económica del viaje a Bagdad

Previsto desde que el entonces vicepresidente de Irak, ahora presidente, Saddam Husseim, visitó oficialmente España en enero de 1974, el desplazamiento a Oriente Próximo del jefe del Gobierno español se produce en un contexto particular, tanto a nivel internacional como bilateral: crisis en el mundo islámico y creciente dependencia española de las importaciones de petróleo iraquí.Tras el viaje relámpago efectuado por Adolfo Suárez a Washington el mes pasado, la prensa española especuló con la posibilidad de que el premier español llevase a cabo una mediación o por lo menos un acercamiento entre EEUU y los países árabes de Oriente Próximo, opuestos a los acuerdos de paz egipcio- israelí es, empezando por Irak, principal potencia demográfica, económica y militar de la zona, si se exceptúa Egipto.

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«No tenemos noticias de eso», contesta tajantemente el embajador iraquí en Madrid, Anwar Sabri Abdul-Razzak. Los funcionarios iraquíes descartan tal mediación e incluso un restablecimiento de sus relaciones diplomáticas con EEUU, por considerar que no se puede desarrollar un diálogo fructífero, ni siquiera con intermediarios, mientras el presidente Carter no modifique un ápice su «política colonialista, imperialista y de defensa de los intereses sionistas en Oriente Próximo».

Pero si es todavía precipitado augurar una aproximación política entre EEUU e Irak, los acontecimientos de Afganistán han incitado al régimen baasista de Bagdad a desvincularse un poco más de la URSS, para acercarse a Europa occidental.

Es aquí donde, en opinión de los iraquíes, cobra todo su valor una política exterior española decididamente proárabe, y que Bagdad suele dar como ejemplo a las demás capitales del Viejo Continente.

El no reconocimiento de Israel por España, el recibimiento, el año pasado en Madrid, de Yasser Arafat por el presidente Adolfo-Suárez y la condena española de los acuerdos de Camp David constituyen para Irak y otros países árabes integrantes, junto con la Organización para la Liberación_de Palestina (OLP), del Frente de la Firmeza, «medios de presión en manos de los árabes de cara a los Gobiernos y opiniones públicas europeas y norteamericana », según declararon en Bagdad altos funcionarios.

Puerta de Europa

Por eso, cuando algunos Gobiernos europeos intentan forzar el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Madrid y Jerusalén aprovechando la próxima entrada de España en la CEE, los árabes, y especialmente Irak, esperan que el Gobierno español no sólo mantenga su postura, sino que en el marco del diálogo euroárabe, en el que participará en tanto que miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea, contribuya a acercar los puntos de vista europeos a los intereses árabes. «España será la puerta de Europa, afirma Anwar Sabri Abdul-Razzak.

A cambio de lo que los iraquíes califican de «valiosa, coherente y honesta » actitud española de cara a Oriente Próximo, el régimen de Bagdad ofrece fundamentalmente dos cosas a España: la posibilidad de ejercer a través de Irak una mayor influencia política en Oriente Próximo -pero los cauces de la penetración española en la zona nunca han sido definidos con claridad- y, como declaró a EL PAÍS el ministro de petróleo, Tayeli Abdel Karim, «en base a las buenas relaciones entre ambos países el suministro a España del petróleo que necesite ».

La crisis en Irán, y más concretamente la disminución de la exportación de crudos iraníes, han revalorizado el papel de Irak, cuya producción alcanza ahora los 3,7 millones de barriles diarios, convirtiéndole en el segundo exportador mundial de «oro negro».

España ha sustituido parte de sus suministros de petróleo iraní por el iraquí. El 12% -unos seis millones de toneladas en 1979- de los crudos importados por España proceden de Irak, lo que convierte a este país en el segundo proveedor petrolífero del Estado español, después de Arabia Saudí.

Pero si, aparentemente, España ha visto atendidas rápidamente y a precios razonables todas sus peticiones de abastecimiento energético, e incluso en el terreno político los iraquíes se han pronunciado en reiteradas ocasiones a favor de la tesis de la españolidad de las islas Canarias, en el terreno comercial, como subrayó el propio presidente Suárez al recibir, hace año y medio, al entonces vicepresidente de Irak, Taha Muhiddin, la amistad hispano-iraqui, «no ha tenido el reflejo adecuado».

Déficit comercial español

La balanza de pagos española con Irak acusa, según las estadísticas del Ministerio de Planificación iraquí, un déficit espectacular. España importó, en 1978, por valor de más de 42.500 millones de pesetas, mientras sus exportaciones sólo ascendieron a 4.100 millones, cantidad que la sitúa por debajo de países como Holanda, Bélgica, Austria o Yugoslavia. En resumen, la cobertura de las importaciones por las exportaciones no alcanza el 10%.

El reequilibrio, o por lo menos la reducción del desequilibrio de la balanza de pagos, es uno de los principales objetivos, por parte española, del viaje de Suárez. Para suplir parcialmente el déficit, España cuenta con la venta de armas ligeras, lanchas guardacostas y acaso material tecnológico militar, aunque una primera venta de simuladores de tiro no parece haber dado buenos resultados.

Con este motivo, el vicepresidente primero del Gobierno español, el teniente general Gutiérrez Mellado, estuvo hace un ano en Irak, y su colega iraquí de Defensa le devolvió la visita en abril de 1979.

También en el sector de las telecomunicaciones la empresa hispanoamericana Standard Eléctrica, que ya opera en Irak, ha propuesto a las autoridades iraquíes, aprovechando el viaje de Suárez, la venta de 230.000 líneas para veinte centrales, y la instalación, en el norte del país, de una red de novecientos kilómetros de cables. El importe de ambos proyectos, a los que Bagdad no ha dado todavía su visto bueno, ascendería a 10.000 millones de pesetas.

«Se trata ahora», comentó un diplomático español, «de que España rentabilice económicamente en Irak su capital de prestigio político porque no siempre podemos vivir de limosnas, como cuando en enero de 1974 el régimen de Bagdad nos regaló 35.000 toneladas de petróleo, como muestra de agradecimiento a la política de España en Oriente Próximo.»

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