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Sadat y Begin, decididos a normalizar las relaciones entre Egipto e Israel

A pesar de los desacuerdos persistentes sobre la autonomía de los palestinos y sobre el futuro de Jerusalén, Israel y Egipto parecen decididos a proseguir la normalización de sus relaciones. Este es el principal resultado de las conversaciones en la cumbre entre el presidente egipcio, Anuar El Sadat, y el primer ministro israelí, Menahem Begin, que finalizó ayer en la ciudad egipcia de Asuán, tras cuatro días de discusiones.

Otro de los logros de esta cumbre es que, por primera vez, la propuesta egipcia de iniciar la puesta en práctica de un régimen de autonomías sólo para la región de Gaza ha sido acogida favorable mente por Begin. Sin embargo deben cumplirse dos condiciones: Egipto e Israel tendrán que ponerse de acuerdo sobre la naturaleza del régimen de autonomía para el conjunto de los territorios ocupados en Cisjordania y Gaza y, a continuación, el Gobierno israelí debe ratificar el acuerdo de principio expresado por el presidente egipcio relativo a Gaza.Finalmente, Sadat y Begin están de acuerdo sobre la gravedad de la invasión soviética de Afganistán.

La mayoría de los observadores políticos, tanto egipcios como israelíes, consideran que los resultados de la cumbre de Asuán son favorables a Israel. O, como ha apuntado un corresponsal norteamericano: «En este noveno round -es la novena vez que se reúnen Sadat y Begin-, el primer ministro hebreo ha ganado a los puntos.»

Esto era evidente desde las primeras palabras pronunciadas por Sadat: «Hay campos en los que estamos de acuerdo, y otros en los que subsiste el desacuerdo. Necesitamos aún nuevos encuentros para superar nuestras divergencias. Personalmente, creo que en el curso de esta reunión conseguiremos elaborar nuevas directrices para nuestros ministros encargados de negociar la autonomía. Habría deseado que hubiese más progresos, pero tenemos aún cuatro meses para ponernos de acuerdo sobre el régimen de autonomía y sobre un tema fundamental: el problema de Jarusalén. No obstante, en lo que se refiere a la normalización de relaciones, ésta será realizada dentro de la letra y el espíritu de los acuerdos de Camp David.»

El primer ministro israelí, seguro de sí mismo, enumeró los puntos de acuerdo ya alcanzados:

«Desde la semana próxima, una delegación israelí se trasladará a Egipto, y una delegación egipcia a Israel, para localizar los lugares adecuados para embajadas y consulados, con el fin de que todo esté dispuesto para el 2 de febrero, cuando sean intercambiados los embajadores. Comisiones militares conjuntas se pondrán inmediatamente a trabajar para determinar conjuntamente los puntos de paso fronterizos en tierra, mar y aire, con el fin de permitir el tránsito de personas a partir del 26 de enero. Esta misma fecha, las dos compañías de aviación empezarán a asegurar el enlace entre El Cairo y Tel Aviv. Finalmente -siempre el 26 de enero- se iniciarán las comunicaciones postales entre los dos países.»

Este acuerdo ha sorprendido a los periodistas presentes en Asuán, tanto más cuanto que la víspera misma de la finalización de las conversaciones, el secretario de Estado, encargado de Asuntos Exteriores de Egipto, Butros Gali, aseguró a los corresponsales de prensa extranjeros que la normalización de relaciones quedaba vinculada de hecho a los progresos que se realizasen en las negociaciones sobre la autonomía y que los enlaces aéreos entre los dos países no sería negociado, en virtud de los acuerdos de paz, más que a partir del próximo 26 de julio.

Ahora bien, lo que el primer ministro anunció, con la aprobación tácita de Sadat, contradijo a Gali: «Hemos decidido también adelantar la cláusula del tratado de paz y establecer lo más pronto posible los enlaces aéreos. El presidente Sadat me ha dado su aprobación para poner en práctica esta decisión desde el 26 de enero.»

Por otro lado, el presidente Sadat, ante la pregunta de un periodista que le planteó si la normalización de relaciones estaba vinculada a las conversaciones sobre la autonomía, respondió prudentemente: «Todo esto está inscrito en los acuerdos de Camp David.»

¿Cómo explicar las divergencias, si no de opinión, al menos de óptica entre el presidente egipcio y el responsable de su política exterior, Butros Gali, y uno de sus más próximos colaboradores? Es evidente que la política egipcia es pensada y ejecutada, únicamente por Sadat, que no se toma ni siquiera la molestia de informar a sus ministros.

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