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ELECCIONES MUNICIPALES

La abstención crónica de Galicia puede repertirse en las municipales

El clima y los errores del censo son las dos razones que hasta ahora se han manejado con mayor frecuencia para explicar por qué la mitad de los gallegos, más o menos, se han desinteresado de la política hasta el punto de pasar de las urnas en las últimas convocatorias electorales. Con todo, son dos fenómenos que se dan también en otras regiones españolas sin que el resultado sea tan desolador. La falta de fe en los políticos, motivada en gran parte porque los resultados de su actividad apenas se aprecian en la vida. diaria y porque, en definitiva, casi todos prometen lo mismo, es otra de las justificaciones que se encuentran para la abstención. Nos informa de ello, desde Orense, nuestro corresponsal José Luis Platero.

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La abstención es el tema electoral que, con el caciquismo, desencadena las más variadas opiniones en Galicia. En el referéndum constitucional se alcanzaron las cotas más altas de abstención. Se arguyó que los políticos no habían salido a buscar el voto. Pero en las pasadas elecciones no ocurrió lo mismo y menos de dos puntos fue lo que bajó el nivel de abstención. Los síntomas apuntan a que en las municipales los porcentajes van a ser elevados también.En 1977, este nivel fue en Galicia del 40,88 %, subió al 51,54 % en el referéndum y tuvo un retroceso insignificante al 50,07% en las generales de marzo de 1979. Crece en la Galicia interior, constituida por el eje Orense-Lugo, agrario y subdesarrollado, con un promedio porcentual en las tres convocatorias electorales del 52.5 %, y se aminora en la franja costera. industrializada. de Pontevedra-La Coruña, con un 42.49 %. En esas tres convocatorias la provincia de Orense se encarama al primer puesto de la abstención en España.

Políticos. sociólogos y encuestadores le atribuyen todo tipo de connotaciones, algunas contradictorias entre sí. En general, se descarta la justificación climática por la escasa incidencia y, además, porque en otras regiones existe un clima peor que el gallego, sin que hayan tenido porcentajes de abstención.

El ex secretario de Estado para Universidades Luis González Seara, diputado electo de UCD por Pontevedra, explica así la abstención gallega: «Galicia es la parte de España donde está peor hecho el censo. Hay una abstención formal, entre el 20% y el 25 %, según los municipios. de personas inexistentes que Figuran en los censos. Son los electores que han muerto. están en América hace años o figuran censados a la vez en otras provincias de España. No cabe ignorar, sin embargo, que hay una abstención real y se da preferentemente en provincias como la de Orense. Responde a que en Galicia la política sigue siendo algo muy próximo. Como los ayuntamientos no cambian, una serie de cosas y asuntos que tienen incidencia en la vida cotidiana de Galicia, sobre todo en la Galicia campesina, tampoco han tenido variación. Salvo algo más de libertad no se ha visto lo que la democracia ha aportado.»

Para paliar la abstención, políticos y sociólogos coinciden en la necesidad de que la política llegue a la vida diaria de Galicia. Para esto es precisa la renovación de los ayuntamientos. Pero hay casos concretos. como el de Orense, donde más de cincuenta alcaldes franquistas vuelven a presentarse a las elecciones en los 92 ayuntamientos de la provincia.

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«Si todo sigue igual -dice González Seara- no hay duda de que la abstención está justificada.» La similitud en los programas y en los defectos que se señalan en los ayuntamientos es casi general en las candidaturas de los partidos Por otra parte, candidaturas de UCD y CD son intercambiables personal y políticamente, en muchos pueblos de Galicia. «Son los mismos, con distintos collares» comentaba, con escepticismo práctico, Manuel Cuquejo García, de 67 años, avecindado en un pueblo del municipio de Baltar, donde el censo de electores es de 3.229 personas y la abstención alcanzó al 83,59 % del electorado en las generales de marzo, distinguiéndose este municipio como el de mayor abstención, dentro de la alta registrada en la provincia orensana.

Un convecino, que se negó a dar su nombre, de edad parecida e igualmente labrador, dijo también: «No quiero votar, porque lo hice de nuevo en el 36 y no tuve más que disgustos durante muchos años después, así que voten ellos los políticos.»

Hermalinda Ramos Rodríguez, de 45 años, con el marido en la emigración, que vive en un lugar cercano a la demarcación fronteriza con Portugal, no se enteró de que tenía que ir a votar: algo había oído en la radio y, le llegaron papeletas de una candidatura tres días después de la votación.

Desinterés, miedo e ignorancia, respectivamente, en cada uno de los tres consultados de un pueblo gallego con elevada abstención, es la síntesis de sus motivaciones para no participar.

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