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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irán: un cambio histórico

EL ASALTO y toma de la embajada de Estados Unidos en Teherán, el secuestro y asesinato del embajador en Kabul (Afganistán), podrían incitar al presidente Carter a tomar medidas militares en la zona. EEUU lo ha hecho en otras ocasiones (Bagdad, Santo Domingo, Vietnam ... ) en los que el casus belli era de menor importancia y en los que los intereses económicos y estratégicos en juego eran menores. El cambio de régimen en Irán es probablemente el acontecimiento más importante desde que se estabilizó el mundo tras la segunda guerra mundial, y la peor derrota que ha sufrido Occidente (lo cual no quiere,decir que vaya a ser una victoria para la Unión Soviética). Unos movimientos velocísimos se han producido en el momento del asalto a la embajada en Teherán: el de alerta de tropas americanas en las bases próximas, dispuestas a acudir a liberar a sus diplomáticos (lo que hubiera ocasionado un enfrentamiento trágico), y el de Jomeini, al enviar las tropas «revolucionarias regulares» a liberar la embajada. Se han dado dos explicaciones exculpatorias: una, que los culpables han sido los contrarrevolucionarios clandestinos de la antigua policía secreta, la Savak, con ánimo de provocar una intervención de Estados Unidos; otra, que los culpables han sido afganos. En realidad, el misterio permanece todavía. Pero la decisión de Carter, al no disparar sus «marines» sobre Teherán, y la de Jomeini-Bazargan, al contener el asalto y dar satisfacciones verbales, son indicios de que todos tratan de evitar lo irreparable.En Kabul, el secuestro y asesinato del embajador de Estados Unidos ha sido realizado, según fuentes oficiales, por musulmanes chiitas. Sería el principio de la extensión revolucionaria despertada por el ayatollah Jomeini. Pero el tema no se puede reducir a los chiitas, más o menos iluminados. Afganistán acusa continuamente a Pakistán de hostilizar sus fronteras con guerrilleros afganos adiestrados y acuartelados en su territorio; y se dice que estos guerrilleros están siendo adiestrados por consejeros americanos. La inminencia de la ejecución de Ali Buttho, anunciada para este jueves -pero felizmente aplazada durante diez días para un nuevo examen por parte del Tribunal Supremo-, ha exaltado aún más los ánimos.

Todas estas circunstancias no deben ocultar el verdadero fondo del problema, ya expuesto aquí en otro momento: la efervescencia del complejo mundo musulmán, árabe y asiático la permanencia de una crisis que va desde la zona de Israel -y se extiende por el norte de Africa hasta la misma China. Hay una guerra de Asia en ciernes. Podría estallar en un conflicto local entre Afganistán apoyado por la URSS, Pakistán sostenido por Estados Unidos y China, o en cualquier otro lugar; puede no tener límites. La aparición del ayatollah ha dado rostro y refuerzo religioso a un complejo movimiento en el que se mezclan la miseria con el irredentismo y los agravios seculares con la sensación de una agresión económica.

El hecho de que Carter, después de una jornada nerviosa en Washington, haya salido hacia México -se pensó que interrumpiría su visita- parece indicar que la urgencia del tema está aplazada. Pero volverá a surgir a menos que una mentalidad nueva y una gran imaginación sustituyan a una política de tópicos y de incomprensiones.

En un sentido general, la situación favorece a la URSS y cambia enteramente las coordenadas de lo que Moscú había percibido como un cerco construido por la alianza Estados Unidos-China-Japón; pero la URSS tiene también mucho que temer de un incendio en una amplia zona fronteriza. Se sobreestimará la capacidad soviética si se cree que puede contener lo que está comenzando a suceder; sin embargo, una serie de concesiones mutuas entre la URSS y Estados Unidos sería muy útil. Sólo el entendimiento por parte de todos de la profundidad de lo que está sucediendo puede, si no es tarde, mejorar la situación y atajar un futuro grave.

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