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La policía francesa confina en los Alpes a otros dos refugiados vascos

Son ya dieciséis los refugiados vascos que hasta ayer habían sido deportados a los Alpes franceses por la policía francesa. A los catorce trasladados el martes pasado a Valensole (Alpes de la Alta Provenza) hay que añadir desde ayer los nombres de Mikel Lujua e Isidro Zumai, detenidos anteayer, que han sido trasladados al mismo punto.

Ayer mismo se confirmaba que a los refugiados vascos se les ha comunicado que su internamiento durará, en principio, tres semanas, que pueden ser prorrogables. Sobre todos ellos pesa una orden ya confirmada de expulsión del territorio francés. Se desconoce por el momento si la citada orden será esgrimida por el Gobierno francés como una medida coactiva para que los refugiados -como ha sido habitual siempre- no abandonen las residencias asignadas o si tiene carácter formal. En ese caso, los abogados de los refugiados temen que a aquéllos se les extrañe a una colonia francesa o, en un caso extremo, se les ponga en la frontera española. « Sería una medida muy grave por parte del Gobierno francés», declararon.En Valensole, una aldea de cuatro casas situada a ochocientos kilómetros del País Vasco francés, residen desde ayer los dieciséis refugiados vascos, internados por las autoridades francesas. Todos habitan en el único hotel de la localidad -hotel Pies-, en el que los únicos compañeros de residencia son media docena de policías de paisano, que les vigilan constantemente. El alcalde de la localidad, que el día de la llegada de los catorce primeros refugiados no estaba presente en el pueblo, les saludó ayer personalmente. En medio de un clima extremadamente frío -en plenos Alpes del Alto Provenza-, los deportados hacen una vida tranquila: jornadas ocupadas por el descanso, paseos y largas conversaciones vigiladas de cerca por la policía. Cada día, a las diez de la mañana y a las cuatro de la tarde, los refugiados deben pasar por la gendarmería local -de escasa dotación- para firmar una hoja de residencia.

Mientras tanto, el colectivo de abogados de Euskadi norte que atiende a los refugiados confirmaba ayer a EL PAIS su impresión de que las detenciones y deportaciones no han concluido. «Las redadas pueden continuar en cualquier momento y, de hecho, la vigilancia policial sobre los refugiados no ha disminuido... Ocurre que la mayor parte de los que son buscados están lejos del alcance de la policía.»

Entre los refugiados vascos -se han venido barajando la cantidad de doscientos a 250- existe el temor de que se generalicen en breve las detenciones y las anulaciones de cartas de refugiados, que tienen tres años de validez. La situación es más grave en el caso de un número importante de jóvenes que cuentan únicamente en la actualidad con recibo provisional de carta de refugiado renovable cada mes. En Biarritz, San Juan de Luz, Hendaya y Bayona es imposible ver hoy a refugiados vascos. Todos están entxopinados (escondidos), lejos de la policía. Sin embargo, partidos abertzales del País Vasco francés han organizado para el próximo domingo en Bayona una manifestación de protesta por las deportaciones y la entrega de los siete refugiados a las autoridades españolas. Es posible que a causa de ello el sábado sea cerrada la frontera por Irún.

Sorprendente Juan Iglesias

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De este lado de la frontera, en Bilbao, Juan Iglesias, ex representante del PSOE en el Gobierno vasco y presidente del partido en Euskadi, hizo ayer unas sorprendentes declaraciones al díario de la tarde Hierro, en las que contradice la opinión de su partido, que en un comunicado hecho público en la noche del miércoles juzgaba positivas las medidas adoptadas por el Gobierno francés contra los refugiados vascos.

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