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Desastre táctico del Atlético ante el Las Palmas

El Atlético no supo ganar al Las Palmas, tampoco pudo, y perdió así la gran oportunidad de acercarse a un solo punto del Real Madrid. Suele ser ya habitual que no aproveche las ocasiones fáciles, después de haber hecho lo difícil, como resultó su triunfo inesperado de la jornada anterior frente al Barcelona en el Nou Camp. Esta vez con el empate final se debió dar por muy satisfecho, pues en la segunda parte estuvo a merced del contraataque canario. El desastre táctico montado por el entrenador rojiblanco, Szusza, que dejó jugar a Bindisi, el organizador del Las Palmas, con toda comodidad pudo tener peores consecuencias.En la fría noche junto al río -más desagradable aún-, lo más lamentable fue tener que soportar un primer tiempo soporífero por la falta de ambición y la imprecisión del Las Palmas y un segundo más movido, pero triste, por la inoperancia táctica de un Atlético teórico aspirante a acercarse al líder.

Miguel Muñoz, como ya suele ser habitual en Madrid, ganó claramente en el planteamiento táctico del encuentro, y si no sacó más frutos de su 4-4-2 teórico y práctico fue por los fallos absurdos de sus jugadores, en ataque, después de salir con el balón muy bien jugado desde atrás. Menos mal para él que eso sucedió sólo en la primera parte, porque hubiese sido injusto desaprovechar la inteligencia por la fuerza bruta.

Muñoz sacó a Gerardo para marcar a Leal, en jugar de extremo. Su labor debía ser delicada, porque al quedar libre Capón de hombre a quien marcar podía venir demasiado peligro por ese lado izquierdo. Pero Muñoz sabía -por lo que hizo- que poco peligro iba a venir de un lateral que no es ni sombra de lo que fue, y resulta un ejemplo más de la penuria que padece el fútbol español de defensas con capacidad para irse al ataque.

Al perderse Capón, que ni siquiera fue centrocampista, la superioridad canaria en el centro del campo se convirtió en total, porque Jorge se emparejó con Marcial y Félix con Ruiz -¿para qué jugó -este muchacho de centrocampista?- mientras Brindisi -que alguna vez fue perseguido por Marcial- iba quedándose cada vez más solo para organizar a sus anchas.

Quizá habría cambiado el rumbo del partido si a los catorce minutos el poste no hubiese evitado el gol de Marcial a saque libre directo de su marca. Pero casi es seguro que no, porque tampoco lo cambió el gol de penalti inesperado al borde del descanso, que se dice es psicológico y hunde la moral contraria. En este caso no hundió nada, y Las Palmas salió con más ganas y precisión en la segunda parte. Como Brindisi fue ya un director de orquesta sensacional, un pase suyo a los cinco minutos -de la muerte, no los balones bombeados difíciles de rematar- lo cabeceó Maciel, y Navarro, muy seguro otra vez -se ha ganado el puesto-, desvió lo suficiente para que rechazara el larguero. Fue el anuncio del gol, aunque viniese de otro penalti. Después, Morete también tiró al poste. El Atlético intentó sacar fuerzas de donde no las tenía, pero se vio que no podría ganar, al menos que le acompañase un golpe de suerte. Su desorden era demasiado. Para colmo, Szusza no sustituyó -o cambió de sitio- a un hombre de centro de campo, donde era inferior y necesitaba orden. ¿Qué hacía Ayala en el campo? Pasear sus guantes negros. Rubio caracoleó sin concretar, como siempre. Rubén tampoco pudo con Roque esta vez. La inferioridad central se traspasó lógicamente delante y el Atlético pudo dar gracias por el empate.

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