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Entrevista:

"En el urbanismo madrileño ha pesado mucho un desmesurado ánimo de lucro"

EL PAIS. ¿En qué forma ha cambiado su postura ante el urbanismo desde que se hizo cargo de la alcaldía de Madrid?José Luis Alvarez. Como ciudadano de Madrid y como jurista práctico con experiencia, mi idea sobre el urbanismo de Madrid, en estos años pasados, de gran incremento de la urbe, estaba ya muy formada. Consideraba que Madrid había crecido demasiado deprisa y con un desorden terrible. La urbanización y el planeamíento dejaban mucho que desear y se había procedido por parcheo y por aluvíón, sin que existiera o se respetara un verdadero plan pensado y ordenado en forma coherente.

Esta falta de respeto al planeamiento procedía, entre otros motivos, de la inexistencia de una política de gestión y de unos criterios claros y operativos sobre la ejecución del planeamiento, en tal manera que la Administración, prácticamente, salvo en acciones puntuales, había cedido el protagonismo de la gestión a la iniciativa privada.

Podría aducirse en este aspecto que la ley del Area Metropolitana de Madrid había creado un instrumento de gestión importante: Gerencia de Urbanismo. Sin embargo, lo cierto es que la Gerencia tuvo desde su origen una serie de defectos, como la falta de recursos económicos suficientes, la indefinición de su autonomía real y la ausencia de unas directrices de política urbanística. En tal forma que, en vez de haber sido un instrumento ágil y eficaz de política urbanística, derivó en un órgano de acusado aspecto burocrático, con poca capacidad para reducir y controlar adecuadamente la importancia y significado de la urbanización y el planeamiento de la iniciativa privada.

El sistema de bloques abiertos y de volúmenes a cuenta, sin cesión simultánea de los terrenos que no se edificaban, era origen de abusos y de modificaciones de planes, que suponían la construcción en zonas que originariamente no eran construibles. Echaba de menos el sistema clásico de manzanas cerradas, que creo que es, en muchos aspectos, más seguro y más adaptada para el cuidado de patios y jardines, a la climatología de Madrid.

La importación indiscriminada de modelos urbanísticos de países del norte de Europa, con una pluviosidad más alta, que asegura sin esfuerzo la subsistencia de espacios vprdes, me parecía otro error, y no digamos la obsesión por la edificación en altura.

Me había parecido siempre absurda la construcción de casas o urbanizaciones enteras sin que previa o simultáneamente se arreglaran las calles o se dotara a la zona de servicios indispensables Me parecía que era preciso exigir que se hiciera al mismo tiempo o que se depositara el dinero para hacerlo con absoluta garantía.

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El suelo tiene unos valores altísimos, y los planes enriquecían a unos u otros con grave riesgo de la justicia. Las normas funcionaban a medias y la influencia o el poder se notaban muchas veces en la calificación del suelo. No hay más que mirar los planos de muchas zonas de Madrid para darse cuenta, aun sin ser un experto. Es preciso que las plusvalías que se producen por un esfuerzo comunitario revirtieran a la comunidad y no vayan a aumentar el beneficio particular, sin que eso signifique qúe no haya y deba haber un beneficio legítimo en el que promueve y construye, pero no exactamente en el que se limita a «dar el pase» o a especular con el terreno en el peor sentido de la palabra.

Todo ello lo conocía bastante bien a través de la notaría. Y es evidente que pienso que hay que resolver ese problema con un plan serio, en el tiempo, en la financiación y en la legislación. Es decir, que hacen falta años (los menos posibles), dinero (en cantidad suficiente) y una legislación nueva que ponga a cada cual en su sitio dentro de un sistema de economía social de mercado en el que se proteja la iniciativa personal y la buena empresa, pero se tengan en cuenta los problemas sociales y las necesidades creadas; que permita que el suelo adquiera su precio justo sin socializarlo, pero permitiendo la creación de un importante patrimonio municipal de suelo y una efectiva participación en las plusvalías del suelo urbanizable, y que combine la existencia de la vivienda en alquiler, que es necesaria, con la vivienda en propiedad.

Como es natural, desde el Ayuntamiento, estoy intentando cambiar esa situación, y para ello estamos revisando el Plan de Madrid y deteniendo, por los procedimientos a nuestro alcance, las actuaciones que provocan un crecimiento desordenado, así como corrigiendo los excesos ya cometidos; reformando planes parciales, como el de Valdezarza-La Veguilla-Vertedero o barrio de El Pilar, para aumentar los equipamíentos; rechazando planes inadecuados, como el de Plata y Casltañar; parando edificaciones que se excedende licencia, como en la plaza de Cuzco; eliminando aparcamientos en zonas de valor histórico- artístico, como en la plaza de los Carros; recuperando parques abandonados, como El Capricho, etcétera.

Se está haciendo un inventario de todas las urbanizaciones privadas para comprobar las obligaciones incumplidas que aún son exigibles y reclamar su cumplimiento.

Y, finalmente, deseamos el nuevo Reglamento de Infracciones Urbanísticas para ser mucho máis duros con las faltas que se cometan.

P. Diariamente parece demostrarse que la progresión positiva del urbanismo se deriva de una legis¡ación eficaz y actualizada. ¿Qué hay, a su juicio, que reformar en la actual legislación, qué se debe incluir y qué hay que eliminar?

R. La progresión positiva del urbanismo pienso que se consigue no solamente con la actualización de! la legislación, sino también con la puesta a punto de otros mecanismos que inciden en una política. urbanística eficaz, cuales son los que se refieren a los recursos económicos, a los instrumentos de gestión, a los recursos humanos y, en este caso, hay que referirse necesariamente a la organización de la Administración local, y a la existencia de una serie de políticas, concordes con la urbanística.

Es importante significar que nuestra legislación urbanística es eminentemente una legislación de ensanche y que tiene una muy es.casa regulación en lo que se refiere al urbanismo aplicable a la ciudad ya construida, tanto en lo que se refiere a la regulación de las facultades dominicales sobre lo ya edificado como a los instrumentos y recursos para la gestión del urbanismo de reforma interior, expresión esta que no debe entenderse en su sentido literal tan sólo, sino que debe englobar lo que se refiere al tratamiento,conservación y rehabilitación de los centros históricos de las ciudades.Como modificaciones legislativas, necesarias hay que reclamar, entre otras, la de la ley de Arrendamientos Urbanos, que ha de ir dirigida a estimular la construcción y conservación de edificios para alquiler. El nuevo proyecto está bien orientado, pero hay que mejorarlo mucho. El Ayuntamiento ha preparado una serie de observaciones en base a su experiencia y a las necesidades en una gran ciudad, para que los ministerios correspondientes las tengan en cuenta.

Entre ellas están: la facilitación de que los inquilinos puedan convertirse a su iniciativa en propietarios en las casas de determinada antigüedad, con lo que se asegura rnejor la conservación del casco antiguo; un régimen más liberal en cuanto a las obras de reparación, remodelación interior y modernización de elementos comunes y partes privativas, tanto por parte del propietario como por parte de los inquilinos; un régimen distinto del derribo y de la declaración de ruina, dirigido a evitar la destrucción de ese patrimonio urbanístico.

- La ley del Suelo, cuyo artículo 122 debe incorporar la norma del realojo de los desalojados por ejecución de planes urbanísticos, con cargo a los gastos de urbanización.

- La normativa de tipo municipal que permite el aumento de volumen, densidad o cambio de usos que producen una mayor saturación en los barrios consolidados y ya muy densificados.

- La normativa municipal que permitía la destrucción de edificios y entornos, como la Castellana, que deben ser conservados. Eso estamos haciéndolo ya con el uso del precatálogo y su próxima conversión en catálogo definitivo.

- El Plan General de Madrid, para lograr un planeamiento y un urbanismer más humanos, en los que se excluyan las urbanizaciones a base de grandes bloques y torres y la edificación gigantesca, que contradice el espíritu de esta ciudad: más tradicionales en tamaño y forma, aunque adaptadas a la época actual.

- Una nueva normativa y actuación sobre el suelo urbanizable o de reserva que permita la formacíón de un patrimonio municipal del suelo, que prevea el futuro y reserve las plusvalías que se originen por el planeamiento, para la comunidad, pero reconociendo que la iniciativa privada debe obtener el beneficio justo para que tenga interés por actuar.

- Una legislación sobre la financiación de viviendas que permita la adquisición no sólo a las clases modestas, sino a las generaciones jóvenes que las necesitan y que, de momento, no pueden hacer grandes desembolsos. Y que permita a los propietarios de viviendas viejas hacer obras de reparación o conservación necesarias.

- Una nueva legislación de promoción de construcción de viviendas que permita la sustitución de las viviendas inadecuadas, cubrir la demanda anual ordinaria de nuevas viviendas y la eliminación del chabolismo, así como el traspaso de competencias y recursos en materia de vivienda a los ayuntamientos.

Las chabolas deben desaparecer de Madrid, y con ellas la picaresca que conllevan. Es decir, no sólo hay que alojar a los chabolistas, sino evitar que las chabolas reaparezcan, se traspasen y se alquilen, como sucede hoy.

- Una nueva legislación sobre infracciones urbanísticas mucho más severa, que lleve a multas iguales o superiores al valor de lo indebidamente construido y a la demolición real y a tiempo, cuando sea necesaria, de lo mal construido y que permita el ejercicio real de la acción sustitutoria del Ayuntamiento.

P. La actual dispersión de competencias en materia urbanística afecta al resultado final. ¿Cree que debe existir un ente coordinador único, cuáles serían sus competencias y de quién debería depender?

R. La dispersión de competencia lleva a la polémica y a la oscuridad. Puede existir reparto de temas, pero no duplicidad de órganos púa resolver el mismo asunto.

En este sentido debe existir un ente coordinador único, con ámbito territorial. Y, al menos, hay que distinguir dos zonas: una que sería el área metropolitana, con límites distintos y más extensos que la actual, y otra, que es el área municípal.

En el primer territorio hay que marcar lo que se puede y debe hacer en conjunto, en cuanto a urbanismo, transporte, cultura, educación, equipamiento y conservación de la naturaleza. Y la idea predominante en esa política creo que debe ser la de evitar el nacimiento de ciudades artificiales y la creación de una aglomeración monstruosa que provocaría una rnancha continua de diez o doce millones de habitantes, a. medio plazo, en la provincia de Madrid.

El órgano coordinador de esa primera área no debe ser político, sino fundamentalmente técnico y administrativo, aunque con facul

tades planeadoras, ejecutivas y sancionadoras claras. En el segundo territorio, el municipal, debe haber una competencia única que no debe ser interferida por la del área, siempre que actúe dentro de los límites aprobados por la ordenación general.Después existen una serie de concurrencias naturales en cuanto a vivienda y vías dentro del Municipio. Los municipios están cruzados por carreteras y éstas son de Obras Públicas, de la Diputación, etcétera. Hay que coordinar esas actuaciones para evitar situaciones, tan absurdas como que una calle siga siendo una carretera y el Ayuntamiento no pueda actuar y no tenga ni competencia ni recursos.

Más grave aún es el tema de las construcciones de viviendas sociales. El Ayuntamiento es quien mejor conoce los problemas y a quien se le plantean. Y, sin embargo, los recursos y la competencia están en el Instituto Nacional de la Vivienda o en otros organismos.

P. Durante años Madrid ha vivido en un antiurbanismo permanente. ¿Considera lógico soslayar la responsabilidad de los que lo permitieron?R. Efectivamente se ha perdido durante estos últimos veinte o treinta años una gran oportunidad. Se ha hecho un urbanismo precipitado y con poca visión de futuro en el que ha pesado mucho un desmesurado ánimo de lucro. Sería injusto decir que todos los que se han movido en el campo de la construcción han procedido así, pero en general ha predominado la especulación, los excesos en la edificación y una gran miopía y tacañería a la hora de diseñar calles y plazas o de reservar zonas cornunes. El Madrid de esos años es un conjunto malo y la mediocridad y los vicios se hán enseñoreado de barrios enteros de la ciudad. Creo que ha faltado sensibilidad y energía.

Pienso que no se debe soslayar ninguna responsabilidad. Sin embargo, muchas veces esas barbaridades se han hecho sin conculcar las: leyes o sorteándolas. No se deberían haber aprobado urbanizaciones corno la de la zona del Generalísimo, con calles estrechas y edificios altísimos, o la del barrio del Pilar, con una densidad inadmisible.

Pero cuando queremos revisar o sancionar esas atrocidades urbanísticas nos encontramos con qu e muchas de esas posibles infracciones han sido legalizadas hace diez o quince años y ahora no se puede hacer nada.

En los casos que se pueda estamos dispuestos a exigir responsabilidades y, sobre todo, el cumplimiento. de las obligaciones que aún están vivas.

P. La teoría urbanística es un arma política de primer orden en los tiempos actuales. Sin embargo, su aplicación práctica es más complicada, en base a los intereses que se mueven en torno a ella. ¿Quiénes son, a su juicio, los principales enemigos o boicoteadores de la lógica urbanística de Madrid?

R. Son verdad sus dos afirmaciones, que el urbanismo es decisivo en una actuación política y que una cosa es pensar y otra es hacer, porque las dificultades son muchas. Los principales enemigos, pienso, son los egoísmos de los hombres, y esos existen en todas partes: en el propietario del terreno rústico que quiere que se convierta en solar y quedarse con toda la plusvalía, en el que manipula para que se pueda construir en sus terrenos mucho más volumen del razonable y regatea las cesiones o recursos de zonas verdes o libres.

Enemigos de la lógica urbanística son los que se limitan a comprar o vender reteniendo el terreno y yendo sólo a su ganancia, que es el caso más claro de especulación, o los que tratan de influir para que los planes se cambien en su beneficio. Creo que ha sido enemigo de esta lógica el legislador que se ha olvidado de dictar leyes adecuadas y necesarias, así como el planificador, el urbanista o el arquitecto que han colaborado con un promotor fraudulento que sortea la ley.

Esta gama de responsabilidades es ampliable a los organismos de la Administración central o local que, con frecuencia, se han visto desbordados por los intereses particulares y no han sabido reaccionar con energía ante los desmanes que se han realizado. Es necesario un enérgico cambio en el legislador y en la Administración para que no se permitan esos abusos. Pienso que sería más fácil hacerlo con unos ayuntamientos con más transparencia, más control y más responsabilidad y con mejores medios, competencia y recursos.

P. ¿Qué hay, a su juicio, de permisivo y qué de restrictivo en el urbanismo.con respecto a la actuación de promotores y constructores?R. Yo creo plenamente en el valor de la iniciativa privada, en la empresa, en el valor del trabajo y en el esfuerzo personal con el natural premio del beneficio justo. Pienso que sería una barbaridad hacer del Ayuntamiento o del Estado un inmenso promotor o arrendador. Por ello creo que hay que permitir que esa iniciativa se desarrolle y tenga su campo natural en la construcción de viviendas para vender o alquilar.

Probablemente en ningún campo como el urbanístico se presenten de una forma más descarnada las tensiones y oposiciones que surgen entre el interés público y el interés privado; ello motiva precisamente la necesidad de que, en defensa de los intereses colectivos, se articule una nueva redefinición del derecho de propiedad privada sobre el espacio urbano que, per.mitiendo el juego limitado de la iniciativa privada, garantice al máximo la primacía de los intereses de la comunidad.

P. ¿Piensa que una solución urbanística sería una solución global o definitiva a los problemas de esta ciudad?

R. Nunca habrá una solución global a los problemas de una gran ciudad, porque ésta es un ente con vida propia que genera sus propios problemas, con su desarrollo y con los cambios de sus habitantes. Creo que los problemas de una gran ciudad arrancan de su propio tamaño, que las más de las veces es irreversible, y son de muy diverso carácter, no sólo materiales, sino también espirituales, culturales o morales.

Pero después de hacer esta salvedad, creo que efectivamente un buen urbanismo, en el más amplio sentido de la palabra, es el mejor medio de dar la solución más adecuada a los problemas de nuestra ciudad. Muchos de ellos vienen de malas so luciones urbanísticas o de falta de un urbanismo que merezca ese nombre, y si acertamos en este tema, habremos facilit.ado mucho la vida de los habitantes de hoy y de mañana.

José Luis Alvarez piensa en un «urbanismo ecológico» como una ciencia al servicio del hombre. « Por eso la propiedad urbana no es absoluta, sino que tiene unos límites, de acuerdo con su función social.» «La ciudad tiene que dejar de ser un monstruo que absorbe al hombre y lo deshumaniza.» Esto piensa, en materia urbanística, el último alcalde no elegido democráticamente en esta ciudad. Un alcalde que se siente enormemente orgulloso de haber salvado los hotelitos, el palacio de Talara, o haber resuelto, a su manera, el problema de La Vaguada.

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