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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Pellicena y Marsillach

En Bilbao, donde me encuentro trabajando, leo con asombro en EL PAIS del 9 de septiembre lo que se dice sobre mí en una entrevista con Adolfo Marsillach. Y digo «se dice», porque no está muy claro y muy diferenciado lo que dice Marsillach de lo que dice la entrevistadora, o de lo que es simplemente un rumor a nivel de calle.Parecería, leyendo esa entrevista, que yo he retirado el saludo a Marsillach, porque no me ha contratado como actor del Centro Dramático, y que si le pedí que hiciera la traducción de Las manos sucias, de Sartre, pudo haber sido esperando a cambio esa contrapartida del contrato oficial.

Por favor, ¿por qué no jugamos a ser un poco más serios y responsables antes de decir cosas en los periódicos que luego, a lo mejor, lee mucha gente?

En primer lugar, no fui yo quien le propuso a Marsillach la traducción, sino Olga Moliterno, y fue en agosto del 77, cuando ni podíamos suponer que la Dirección General de Teatro pensara contratar a Marsillach como director del Centro Dramático. Luego, pienso que Marsillach debe de ser consciente de su propia valoración personal, como para que no le sorprenda que se le encargue una traducción simplemente por su talento de hombre de teatro y no porque se quiera conseguir de él una prebenda a cambio.

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Por otra parte, resultaría pintoresco que alguien se creyera de tal forma el ombligo de nuestro universo teatral (imagino que no es el caso de Marsillach) como para creer que yo iba a interrumpir las representaciones de Las manos sucias y deshacer la compañía para salir corriendo a unos teatros de los que hasta hace poco incluso desconocía su programación.

Y, para terminar, debo decir que mi relación con Marsillach, a nivel personal, ha sido estupenda siempre, y que de momento no veo motivo que justifique lo contrario.

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