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Argelia preocupada por la actitud de España ante la conferencia de París sobre Africa

La actitud de España ante la conferencia de París sobre Africa preocupa sensiblemente a Argelia. Esta cuestión parece ser el marco político esencial que facilitó el encuentro Oreja-Buteflika en Nueva York, bajo los auspicios del secretario general de la ONU, Kurt Waldheim. Una entrevista que, en medios oficiales españoles, se la considera sin triunfalismos como «clarificadora», y que no incluye perspectivas inmediatas sobre un posible cambio de la actitud de Argel sobre el reconocimiento del MPAIAC y la defensa de la «africanidad» de Canarias en la próxima cumbre de la OUA.

Las relaciones hispano-argelinas permanecen en su status quo negativo en las cuestiones de fondo que separan a uno y otro Estado. Por el contrario, sí se puede decir que hubo modificaciones en los aspectos formales con la reanudación de un diálogo a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, rehuido varias veces por el titular de la diplomacia argelina y que, ahora, posibilita un encuentro a más alto nivel entre los presidentes Suárez y Bumedian, sin que ello presuponga resultados espectaculares o la sanción final de la crisis.En la actualidad las posiciones de una y otra parte se sitúan en torno a cuatro cuestiones claves: Africa, Sahara, Canarias y normalización diplomática. Sobre esta última se puede decir que hubo una apertura simbólica con el encuentro Oreja-Buteflica, del que pueden surgir iniciativas, a plazo medio, favorables a la reimplantación de los respectivos embajadores de Madrid y Argel, y de cara a un posible encuentro entre Suárez y Bumedian, que podría ser preparado por el propio embajador Mañueco si vuelve a la capital argelina para despedirse de las autoridades de este país y para preparar su incorporación a su nuevo destino europeo. En este apartado, hay que señalar que Argel siempre dio, quizá por error, excesiva importancia al encuentro Suárez-Bumedian, pensando que las posiciones del palacio de la Moncloa difieren en algo de las del palacio de Santa Cruz.

Sobre la crisis de Canarias parece cada vez más patente el inmovilismo de una y otra parte. España no puede aceptar ni la investigación ni la discusión sobre la españolidad del archipiélago y Argelia -como lo reitera Manuel Ostos desde Argel- profundiza cada vez más en esta cuestión y no sólo para presionar sobre el debate sahariano, sino también por propio interés. Parece fuera de duda que a Argel le interesaria, de verdad, contar con unas Canarias independientes e ideológicamente en la izquierda. Un cambio de la posición argelina antes de la cumbre de Jartum parece poco probable.

El Sahara está en el génesis de las malas relaciones hispano-argelinas. En la actualidad Argel desea que Madrid renueva a diario en la ONU el tema de la autodeterminación saharaui, que reduzca su cooperación política y diplomática con Marruecos y Mauritania y, sobre todo, que proponga la denuncia del acuerdo tripartito de Madrid. Madrid, en este debate, declara haber hecho ya un gesto suficiente con la supresión de envíos de armas a Rabat y Nuakchott y con su declaración ante la ONU en favor de la autodeterminación del Sahara. Queda campo de entendimiento si España adopta una actitud política y diplomática más neutral en la zona, reduciendo sus preferencias a Marruecos y Mauritania y si Argel se compromete a controlar las acciones del Frente Polisario contra pescadores españoles,

El último punto clave del debate, y, ahora de máxima actualidad, está en el intervencionismo político y militar occidentalista en Africa, que está a punto de institucionalizarse en la conferencia de París. Argel teme que España se sume a esta empresa y que quede cercada en todos sus frentes. España, hasta ahora, negó esta posibilidad y recordó su política de «equilibrio y cooperación» para el continente africano, que excluye todo tipo de intervención.

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