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Entrevista:

"El Ayuntamiento ha vivido durante años sin contar con los vecinos"

Abogado de profesión, casado y padre de dos hijos, Antonio Vázquez ha llegado a la Delegación de Acción Vecinal del Ayuntamiento -creada por el nuevo alcalde- desde la Unión de Centro Democrático. Anteriormente, estuvo encuadrado políticamente en la Federación de la Democracia Cristiana, dentro de cuya lista por la provincia de Badajoz se presentó a las pasadas elecciones legislativas del mes de junio. Ahora, desde su nuevo puesto en la Administración local madrileña, le toca una de las labores menos gratas que puede tener un delegado de servicios: atender a los vecinos en sus reivindicaciones y encauzar la solución de sus necesidades.

-¿Cómo conceptúa usted esta Delegación de nueva creación?-Para mí está claro que el Ayuntamiento de Madrid ha vivido, desde hace años, sin contar con los ciudadanos. Sin embargo, lo que queremos conseguir, y el alcalde así lo ha manifestado en varias ocasiones es una ciudad que sea cómoda para los que vivimos en ella. De acuerdo con eso, las demás delegaciones municipales se encargan de la realización de cosas materiales; yo, dentro de ésta, de lo que me tengo que encargar es de los hombres. Para poder lograrlo hemos de contar, de antemano, con el movimiento asociativo de los ciudadanos, sin establecer ningún tipo de discriminaciones, aunque, por desgracia, las tasas de afiliación dentro de ese movimiento son muy bajas. Puede que una de las labores que tenga dentro de esta Delegación sea la de conseguir que la acción vecinal madrileña llegue a todos los ciudadanos por el simple cauce de tener plena conciencia de que la Administración municipal es la que en mayor número de ocasiones le afecta a uno.

-¿A quién representan las asociaciones vecinales?

-Realmente esto es muy complejo. Las asociaciones han sido hasta hace muy poco tiempo un instrumento para la realización de una serie de funciones que estaban negadas por otros caminos, es decir, para la realización de la actividad política. Pero ahora esa actividad está en franco reflujo y ha quedado recucida a su mínima expresión. Yo estoy convencido de que las asociaciones vecinales, sean del tipo que sean, irán centrando su actividad en lo que es su campo específico, con lo que su representatividad será cada vez mayor. Todo depende del cambio que se vaya operando en la concepción de la vida colectiva. Además, las asociaciones tienen un punto muy importante que estriba en el hecho de que, además de lo que supone para cualquier asociado a ellas de concienciación en cuanto a esa vida colectiva, han adquirido una capacitación técnica que permite aportar soluciones concretas a cada uno de los problemas que se vayan presentando en su campo de acción determinado.

-¿Le tiene mucho miedo a las pancartas?

-Yo, sinceramente, no le tengo ningún miedo ni a la pancarta, ni a la manifestación, ni a la pintada, ni a la sentada. Yo estoy convencido de que la pancarta no es más que una forma más moderna que otras de expresar una situación. ¡Cómo le voy a tener miedo a eso!

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-¿Cuál cree que sea el mayor problema con el que se enfrenta Madrid?

-No sé. Madrid tiene muchos problemas y todos ellos muy graves. Podríamos enumerar unos cuantos, sin ningún orden de prioridad, como son la vivienda y el urbanismo, ligado a la escasez de suelo urbano; la falta de escolarización de los niños; la falta de equipamiento social en cuanto a guarderías, centros culturales o asistenciales, etcétera; transportes, nacido del carácter individualista del ciudadano, que le hace renunciar de antemano al transporte colectivo; gran carencia de parques y jardines, sobre todo a nivel de barrio o de distrito, ya que, en conjunto, Madrid es un a ciudad que está bien dotada en este aspecto; la contaminación del ambiente; la seguridad nocturna en las calles, que puede que se resuelva con la implantación de los vigilantes especiales, y tantos otros.

-Y La Vaguada del barrio del Pilar...

-Ese es un problema que conocía previamente a mi llegada, gracias a que la prensa se ha preocupado de recoger la opinión de los que están más preocupados: los vecinos. Ahora, nada más llegar a la Delegación, conozco un poco más del tema, pero aún no en toda su profundidad. Sin embargo, estoy convencido de que la única solución está en buscar una fórmula que lesione lo mínimo los intereses de las dos partes que están en litigio. Lo que hay que hacer, para ello, es estudiar bien a fondo los puntos neurálgicos del barrio. Yo creo que el problema de La Vaguada no se centra sólo en ella, sino en todo el barrio y su zona de influencia, dados los problemas de aglomeración humana que padece, tales como su falta de equipamiento o las dificultades de transporte. Pero, de todas maneras, hay que mirar un poco a la historia de las realizaciones municipales y pensar lo que hubiera sido de Madrid sin ellas, a pesar de toda la oposición que encontraron en su día. Pensemos, si no, cuando empezaron a instalarse pasos elevados en la ciudad. ¿Cómo se circularía hoy por Madrid si no existieran? Y hay que ver la oposición que tuvieron nada más empezar a hablarse de ellos.

-¿Cómo conceptúa al madrileño?

-Yo recuerdo un tipo concreto de madrileño cordial y muy servicial. Pero eso se ha ido perdiendo en medio de la angustia en la que se vive en una ciudad de estas dimensiones. La tarea del Ayuntamiento es, en este sentido, devolver a Madrid su habitabilidad. Hay que humanizar la ciudad. Y eso no es imposible. Todavía no hemos llegado al punto sin retorno y es factible la recuperación.

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