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Tribuna
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Poesía infantil de tradición oral

La poesía infantil de tradición oral vive en fórmulas de contar, en sonsonetes, en disparatadas retahilas, en los secretos y mágicos sonidos que acompañan el juego de los niños.Casi todas las formas o formuli¡las poéticas existentes en el cancionero tradicional infantil son para iniciar un juego, para acompañar rítmicamente un juego, o son ellas mismas un juego verbal.

«El lenguaje era un juguete -recuerda Unamuno-, jugábamos con él. Una nueva palabra excitaba nuestra alegría lo mismo que el encuentro con un nuevo bicho.»

Es que también el lenguaje es un emocionante juego, una manera de poseer un misterioso mundo, un rodearse de huellas sonoras que se abren a múltiples significados. La palabra-sonido, la onomatopeya, la jitanjáfora (palabra que juega palabra metáfora del sonido) aparece una y otra vez en fórmulas de enumeración, o de decidir suertes, creando un expresivo plano rítmico.

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Una, dona, / tena, catena, / quina, quinete, / estando la reina / en su gabinete....

La persistencia de letanías sonoras responde a una profunda curiosidad o necesidad; la de apoderarse y construir el lenguaje a través del ritmo, a fijar en, la memoría estructuras sonoras. El recitado rítmico de las fórmulas de echar suerte no es sólo una medición y acentuación silábica, sino una manera de organizar el azar-juego, sobre un ritmo binario (como el sístole y el diástole organizan el ritmo cardíaco).

Pico, píco, melorico, / ¿quién tedio ese pico? / Lega, la mega, la tortolega. / Vete, vete a esconder / a los pies de San Miguel

La sepetición de una retahíla, o de vocablos crean en los niños una expectativa contenida, asegurando la complicidad gratificadora en la palabra que reaparece, como un círculo trazado una y otra vez en un mismo espacio. 0 como algunos juegos en que los niños se obstinan con una palabra-bicho, siempre trazando el mismo camino-sonido, recomenzando, alargándose, manteniéndose inagotablemente, girando como las.vueltas de un tiovivo. Como un cuento de, nunca acabar.

Otras veces la repetición de un verso, o de una frase, a manera de estribillo, cumple la función de un coro integrador, a la manera de una escritura colectiva dialogada.

-primo-primo, / ¿cuándo has venido? / -Primo-primo, / ayer mañana. / -Primo-primo, / ¿qué me has traído? / -Primo-primo, / una manzana.

Aproximarse al ritmo también puede significar cambiar, transformar la palabra, darle una nueva vitalidad, intensificándola por la acentuación. Es el caso de estaburla-rima tan esdrújula, tan divertida, tan disparatada.

Una tarde depaseítico / maté una lagartigítica, / y la maté de un palítico / con una vara sequítica.

Por lo finústico / por lo simpático / por lo poético / y lo democrático

En los que se llaman rimas encadenadas, la memoria rítmica está obligada a mantener todos los terrenos que se van encadenando por repetición, hasta que en su momento se detiene, se quiebra, salta, gira un término, y retrocede desencadenando los otros, hasta volver al punto de partida.

Esta es la llave de Roma / y toma. / En Roma hay una calle, / en la calle hay una plaza, / en ¡aplaza hay una casa, / en la casa hay una alcoba, / en la alcoba hay una mesa, / en la mesa hay una jaula, / en lajaula hay un loro./ Saltó el loro. / Saltó la jaula. / Saltó la mesa. / Saltó la alcoba. / Saltó la casa. / Saltó la plaza. / Saltó la calle. / Y aquí tienes a Rona, / con todas sus siete llaves.

Formas poéticas primitivas

En estos trozos del cancionero infantil reconocemos formas poéticas primitivas, y reconocemos en los impulsos rítmicos que los alientan, «la necesidad de ciertos ruidos y pausas, la anatomía interna del poema». No es que sólo allí esté la poesía, pero sí el germen vibrante, un sentido-sonido del lenguaje que busca lo potéico. Esta aproximación a la palabra jugada «puede devolvemos ese sentido del lenguaje en trance de perecer bajo la petrificación lógica y significación convencioñal». Sugiere Celaya «que triunfar sobre esa petrificación, entrañando el lenguaje, es el secreto de la poesía. Y los niños saben algo de ese secreto».

Participando de ese secreto, es importante la sonoridad de un sonsoneto, la vivencia del ritmo, la magia verbal; es importante que los niños continúen jugando, transformando, multiplicando la palabra, su palabra. Es, así, importante que en el aula irrumpa la vida, y la vida de las palabras, los juegos rítmicos, por el absurdo, por el azar; que se acoja, y, recoja, lo que aún guarda la frágil (¿perdida?) memoria de las grandes ciu dades, y la no tan endeble memoria de los pueblos.

Porque a la cultura oficial de la escuela le hace falta la inyecpión de lo informal, deljuego como aprendizaje esencial. No es posible la disociación de una cultura viva, operante, lúdica, con la lejana, inoperante, cultura como una abstracción. Recuerdo la incredulidad, la sorpresa de un grupo de niños a los que de pronto se les descubría que sus «dichos», sus palabras misteriosas, sus canciones y sus juegos eran poesía, eran cultura. Y que era necesario continuar ese proceso de transmisión, al recrear, combinar, añadir con su voz, con la escritura colectiva infantil, a todas las voces que a través del tiempo conforman la identidad cultural de un país.

De allí arranca la experiencia doble, triple; por una parte recoger, investigar, lo que los niños pueden enseñar como transmisores de una cultura oral a los educadores; por otra, jugar conjuntamente con ese material poético, descubriendo el ritmo, las estructuras más repetidas (dialogadas, encadenadas, alternadas); los poemas corales, el gesto-sonido mimado, las acciones dramatizadas, el ritual del juego. Pero el proceso de aproximación a la poesía todavía tiene variantes, conocer el material que ya ha sido recopilado -Celaya, Bravo, Villásante, Gil, Moreno Villa, Larrea Palacín- y aún más, reinventar, reeleborar, recrear todo el material en una escritura individual o colectiva haciendo entre todos la poesía de todos. Y si sumáramos la voz de los poetas, los niños reconocerían cuán cerca estamos unos de otros.

La plaza tiene una torre,/ la torre tiene un balcón, / el balcón tiene una dama / la dama una blanca flor. / Ha pasado un caballero, / -quién sabe por qué pasó-, / y se ha llevado la plaza / con su torre y su balcón, / con su balcón y su dama, / su dama y su blanca flor.

(¡Salud, Machado!) Sí, tenía, tiene razón, en ese momento la poesía; dejaba más amplio campo para todos los españolitos, era lo que unía y sumaba voces, era un instrumento de creación conjunta.

Y es poesía infantil además lo táctil, lo visual, la sensación, la percepción mezclando, iluminando zonas en sombra. Y también la imagen, el color, la emoción, el llanto' el dolor. Poesía infantil es ante todo poesía. Ya sea en la tradición oral, ya los poetas que se han acercado a los niños, ya sea los niños a los que no les han (hemos) mut , ¡lado su posibilidad de creación, la poesía surge con una fuerza disparatada, alógica, tierna, desolada, colorida, tejiendo una red de signos, símbolos, revitalizando el sentido, el no-sentido, el sin-sentido, girando sin cesar en un recobrado, preciso, sentido poético.

Cuando me desperté / vi que la luna se ponía / y el cielo estaba naranja, / celeste y zul.

Luego salió el Sol / para reemplazaría.

Pablo (nueve años)

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