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Posición del Gobierno español sobre el Sahara occidental

En relación con el debate del Sabara occidental en la ONU, EL PAIS ha solicitado al ministro español de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, una reacción oficial del Gobierno sobre la posición española. En la respuesta del ministro se señala que «la política del Gobierno español se inspira en: el respeto a los principios y obligaciones de la ONU; en las recomendaciones de su Asamblea General; en los compromisos internacionales contraídos por España y en el deseo de colaborar en la búsqueda de fórmulas globales de estabilidad basadas en la cooperación y en el respeto de los intereses y derechos de todas las partes implicadas».

La comunicación de Asuntos Exteriores destaca, en su introducción, los principios claves de la posición hispana que son los siguientes: « 1. España hizo la descolonización de acuerdo con los principios de la Carta y las resoluciones de la ONU.»

2. La declaración de principios de Madrid sancionó la presencia española en el territorio y la transferencia a una administración temporal de los poderes administrativos de España, pero no tuvo por objeto la transferencia de la soberanía sobre el territorio ni la cuestión sustantiva del término del proceso de descolonización.

3. La declaración de principios de Madrid fue registrada en la Secretaría General de la ONU.

4. Hasta el momento de pro de la ONU; que entendía que el proceso de desconolización no prestó toda su colaboración a la ONU para la aplicación de la Resolución 3.485 B. Al no poder efectuarse la consulta a la población por circunstancias ajenas a su voluntad, España precisó su postura en la comunicación de 26 de febrero de 1976 estableciendo dos puntos fundamentales consecuentes con las decisiones de la ONU: que entendía que el proceso de descolonización no había concluido y que para que éste tuviera lugar tendría que expresarse válidamente la opinión de la población saharaui.»

La postura del Gobierno español sobre la descolonización del territorio del Sahara se resume así:

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Descolonización

«1.La validez de la declaración de principios de Madrid ha sido endosada por las propias Naciones Unidas. España ya no es Potencia administradora y no tiene, por tanto, responsabilidad directa en la continuación del proceso de descolonización, todavía pendiente de la decisión de las Naciones Unidas y de la OUA, instancias a las que se encuentra sometido.

2. La continuación y conclusión del proceso de descolonización, así como las modalidades para el ejercicio por la población autóctona del territorio de su derecho a la libre determinación reconocido en la resolución 3.458 B y reafirrnado en la 31/45 (XXXI), de 1 de diciembre de 1976, en la que se responsabiliza a la OUA en la búsqueda de una solución al problema, corresponde a dicha organización y a la ONU, así como a quienes sucedieron a España en la administración del territorio y a cualquier otra parte que las referidas instancias consideren como interesada o afectada.

3. A España ya no le cabe más responsabilidad que la que pueda corresponder a cualquier miembro de las Naciones Unidas, aunque pueda tener un carácter preferente por tratarse de un território próximo a sus fronteras. En este sentido, España ha defendido y continúa defendiendo la aplicabilidad al Sahara del principio de la libre determinación.»

Tensión en la zona

Por lo que se refiere a la tensión f regional suscitada en torno a la descolonización del Sahara, la posición formal de España es la siguiente:

« 1. Sigue con profunda preocupación el desarrollo de los acontecimientos en la región.

2. Confía en que puedan hallarse fórmulas que faciliten la eliminación de la tensión en la zona y propicien su estabilidad y el pacifico entendimiento mogrebí en el marco de una solución justa y duradera del problema del Sahara occidental.

3. Entiende que dicha solución debería buscarse de acuerdo con las partes en la armonización de sus respectivos y legítimos intereses y teniendo en cuenta la expresión de la voluntad saharaui.

4. Consciente del riesgo que entraña la situación actualmente imperante en la región e inspirada en los objetivos de paz que animan su política exterior y en el deseo de amistad, buena vecindad y cooperación con todos los países de la zona, hace un llamamiento a la concordia y al diálogo entre las partes, que estaría dispuesta a favorecer en la medida de sus posibilidades.

5. Con ese mismo espíritu, tiene el propósito de colaborar en los esfuerzos humanitarios de carácter internacional que se lleven a cabo, como ya lo ha hecho, para paliar la situación de las poblaciones afectadas por el proceso de descolonización.

6. Tiene asimismo el propósito de poner en práctica, por su parte, cuantas medidas puedan contribuir a la distensión en este área especialmente sensible.»

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