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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los funcionarios

Esa nómina de funcionarios sindicales que ha salido ahora, o sea que cobran sin ir, a mí me tiene en un grito, y no por lo que les dan, que es una pastizara, sino porque van a dejar de dárselo, lo cual que me parece un error.El sueño de todo español, desde el covachuelista de Galdós hasta los empleados de Mingote, es cobrar de la oficina sin ir a la oficina. Aquí hay cuatro locos que quieren ser ministros, padres de la Patria o adjuntos para las relaciones con las Cortes, pero la mayoría del personal a lo que aspira es a un carguete, y un carguete es el que devenga un sueldo sin la obligación de ganárselo, porque ganándoselo, o sea trabajando, así cualquiera.

Emilio Romero un suponer. Emilio Romero ha justificado muy bien en este mismo papel los conceptos por los que cobra. Así debe ser, y de otro modo no tendría mérito. Todo lo que se cobra debe estar justificado e ir por lo legal, porque si no, no es carguete ni nada: es tocomocho.

Socías Humbert, otro suponer, que es, por el nombre y por la telegenia, algo así, como el Humbert Bogart del francosocialismo oficial, y que también ha dejado muy claros en este periódico los conceptos por los que se embaúla la pasta sindical. No tengo yo nada contra estos dos señores, sino que desde ya le pido a Arespacochaga -aprovechando mis buenas relaciones con el alcalde- un monumento al funcionario desconocido tomando como modelo -podría hacerlo Juan de Avalos- a Romero y a Socias, algo así como el Jano de la burocracia o el águila imperial de dos cabezas y dos sueldos.

El máximo virtuosismo a que ha llegado el español galdobarojiano es cobrar de una oficina a la queno va, pero cobrar de una oficina que ya ni siquiera existe, o sea los sindicatos verticales, eso sólo pueden conseguirlo los superespañoles de la nutrida nómina que ahora iré ha hecho pública, unos auténticos españoles-tipo, como Pizarro o Cortés, como aquellos extremeños que dejaron su fe y su testosterona en América.

Qué digo Juan de Avalos. Mejor Vela Zanetti, que ha dejado en la Diputación de Burgos unos recios murales con la epopeya del Cid, debiera tener como modelo racial de la mesnada cidiana, para futuros murales, a los sindicoverticales de la nómina fantasma, que son los españoles piloto, el supermodelo de español que, más que cobrar por no ir o por ir a no trabajar, cobra por no ir a un sitio que no existe.

La coartada es perfecta:

-¿Y por qué no se gasa usted nunca por la oficina que le paga?

-Y cómo me voy a pasar, si la oficina ya no existe.

El vigoroso escritor lsaac Montero cuenta de un pluriempleado que dejaba un sombrero en la percha de cada oficina, de modo que cuando alguien preguntaba por él, la secretaria decía:

-Pues venir sí que ha venido, porque tiene ahí el sombrero. Estará reunido.

Todo el trabajo de este funcionario, de esta diosa Siva de la burocracia espanola, era repartir y recoger sombreros, a la diez y a las dos, por sus diversas oficinas. Y cobrar a fin de mes, o pasarle a la oficina la cuenta de la sombrerería, que debía ser un pico.

Yo no sé cuántos sombreros tiene Emilio Romero, porque siempre le veo a pelo y porque ha dejado claras sus cuentas en este periódico. De momento, se va a sacar del sombrero El Imparcial y ya anda buscando cronistas en Cortes. Yo no sé cuántos sombreros tiene el gobernador de Barcelona, señor Humbert, aunque, dado su glamouroso apellido, que tanto recuerda el nombre del otro, le iría bien un sombrero a lo Bogart y una mirada dura y triste bajo el ala, a la hora de cobrar en ventanilla. Estos dos señores han dejado claras sus cuentas aqui mismo, pero ¿y el resto de la nómina sindicovertical? Habría que conocer esa orquesta de virtuosos del enchufismo español. En la tele dicen que hubo una nómina fantasma como ésta. Pero la tele existe. En cambio el sindicalismo vertical dicen que ya no existe. ¿O sí?

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