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Carlos Hugo prepara sus maletas para regresar a España

«El general Franco vio que era imposible recuperarme y recuperar el carlismo y prefirió intentar anularlo, eliminando su líder y me puso en la frontera. Cometió un error, ya que no llegó a comprender que el carlismo tiene efectivamente una vinculación dinástica y que, por tanto, con el hecho de eliminar al líder no lograba eliminar la autoridad de aquél. Llegó incluso entonces a potenciarla, y, lo que es más importante, acabó con una ambigüedad que hacía sospechosa mi postura real[ ante el régimen. Se sabía que yo no lo aceptaba, pero ¿cómo podía entenderse que aquél me tolerara durante seis años si no había un acuerdo tácito entre los dos?»

Ocho años después de su precipitada salida de España y tras la legalización del Partido Carlista, Carlos Hugo, líder de los carlistas, prepara sus maletas para regresar a España.«Sobre el papel han desaparecido todos los obstáculos políticos para mi regreso a España. La democracia supone la libertad para partidos políticos y para los hombres. Tengo derecho a regresar sin trabas.»Carlos Hugo piensa que su retorno a España pudiera solucionarse en este mismo verano. Proyecta ya residir en Madrid, en donde durante su estancia conoció en la clandestinidad a muchos de los políticos hoy en el Gobierno o al frente de partidos políticos legalizados.

El encuentro con el líder carlista se realiza en una localidad de Euskadi norte (sur de Francia), en donde el partido lleva a cabo una reunión del consejo federal. La frontera española está a pocos kilómetros. La posibilidad de un paso por las bravas pondría al Gobierno español en un aprieto. Carlos Hugo se muestra prudente.

« Ignoro lo que sucedería si yo cruzara ahora la frontera. De cualquier forma tengo por norma de conducta no provocar a los hombres del régimen y menos en este momento de evolución democrática, porque es precisamente esta evolución la que hay que favorecer. Todo lo que se pueda lograr legalmente es infinitamente más deseable que intentar forzar una evolución que se está produciendo. Por ello, pensamos que el regreso debe hacerse en la legalidad y sin forcejar con el Poder.»

Pasaporte español

Cuando Carlos Hugo regrese a España, es muy probable -o al menos así lo espera él- que cruce la frontera con pasaporte español, una nacionalidad que durante años, le negó el régimen franquista preocupado en mantener la forma de extranjero que el mismo Gobierno había propagado.«Es cierto que esa propaganda me ha perjudicado y que todavía habrá gente, que la utilizará. Pero peor que esa propaganda de extranjero es el hecho de que aún se me niegue la nacionalidad española. Sin concederme ese derecho, la propaganda tenía verosimilitud, porque se apoyaba en un hecho real. Pero esos son trucos, restos que aún quedan del sistema fascista, que siempre busca pretextos reales para impedir una actuación legítima. Creo que ahora el problema se va a solucionar. Yo no veo obstáculos para que me reconozcan que soy español, máxime cuando queda claro que yo no vengo a plantear pleitos dinásticos. » Carlos Hugo ha tratado durante los días que ha durado la reunión del consejo federal varios temas, aunque de manera fundamental y de forma extensa se ha ocupado de la situación política creada por las elecciones del 15 de junio en España.

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«No estamos en un sistema democrático establecido, sino en el primer paso hacia la construcción de una democracia. El hecho de que en el nuevo Gabinete estén presentes hombres, en otro tiempo en la Oposición democrática, es un paso importante. El programa, o mejor dicho el esbozo de programa planteado por el nuevo Gabinete es modesto, pero tiene el mérito de ser realista, en el momento actual y desde las perspectivas del Gobierno. Pretende, pienso, resolver los problemas del pasado aún no resueltos, pero no presenta ninguna alternativa social.»

«En principio me parece demasiado arriesgado relegar el Parlamento al simple derecho de discutir sus proyectos e iniciativas, no plantear el problema de la responsabilidad del Gobierno ante las asambleas, problemática esencial de todo régimen que quiera ser democrático.»Dentro del estado de cosas que crearon las elecciones, el Partido Carlista era y aún sigue siendo como aquella familia huérfana de líder que no encuentra su sitio en el espectro político. El hecho de no haber podido ir a las elecciones como tal partido y consecuentemente, no contar hoy con ningún parlamentario, puede significar un serio handicap para el futuro de los carlistas.

«Votaron carlista los carlistas y ni siquiera todos, ya que una parte importante de ellos se decidieron por el voto útil de izquierdas, que parecía la única vía para emprender el cambio del sistema. La decisión de participar en algunos casos como independientes, la tomó el consejo federal del partido, a fin de ejercer dos tests: gimnasia política para el partido (preparación de unas elecciones), y la lección para algunos sectores del partido, para los que era necesario comprender que sin un planteamiento totalmente legal y abierto de unas elecciones es imposible no ya ganarla, sino incluso lograr algún escaño en una consulta multitudinaria como la que hemos tenido el 15 de junio. Era, repito, una lección que había que aprender. »

«No obstante, el Partido Carlista es un partido popular que se ha encontrado fuera del Parlamento al impedírsele presentar a las elecciones bajo sus siglas a 180 candidatos previstos. Esta es su debilidad aparente. Pero el Partido Carlista no está fuera de la vida política española y fuera de la realidad. Tenemos que ser realistas. No estamos aún en una democracia establecida, sino en un primer paso hacia su establecimiento y la vida política no se acaba en la actividad del Parlamento.»

Carlos Hugo, que afirma respetar un régimen democrático monárquico, siempre que permita el libre juego y la libertad total de partidos y personas, se reafirma, no obstante, en su opción de ir a la búsqueda de una sociedad democrática y socialista y federal, («fuera de la cual la democracia no puede realizarse plenamente»). Ante el dilema de rey de carlistas o su líder -que ambas cosas es-, Carlos Hugo siempre se decide por la segunda acepción.

«Yo soy un líder político. Siempre he declarado que no planteo pleito dinástico. Soy de la rama carlista de la dinastía española y me considero obligado a servir hoy a esta parte del pueblo español, que durante 150 años ha luchado al servicio de las libertades nacionales, sindicales y políticas. Mi ideal de servicio se traduce hoy en este liderazgo político.»

A pesar de que él se califique líder, y aun logrando que los carlistas -sobre todo los más viejos- le vean más como un dirigente político que como un rey, resultaría bastante curioso ver dentro de unos años a Carlos Hugo en el Parlamento como diputado o senador, o incluso ocupando un Gabinete ministerial.«¿Que si aceptaría? Sí, si interesase al partido. Sería preciso hacer previamente, no obstante, un análisis para saber si el hecho de ocupar este cargo permitiría promocionar más nuestro ideal político o si, por el contrario, puede ser un freno a mi libertad de actuación como líder político. Mi ambición no es personal, sino política. Busco ocupar un cargo si es más útil que mi libertad de liderazgo en este momento. Lo digo y aclaro, porque puede existir contradicción muy fuerte entre la búsqueda de un ideal y la ocupación de un cargo público.»

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