Los PNN o una alternativa para la enseñanza /y 2
La degeneración progresiva del sistema de oposiciones ya merecería, por sí sola, el estudio, elaboración y propuesta de una alternativa a las mismas. Pero no es sólo eso: las causas de los males que hoy aquejan a la universidad probablemente son múltiples, pero en gran medida pueden reconducirse a las consecuencias que el sistema de oposiciones produce. La degradación de la enseñanza es ya un tópico, pero no por ello es menos cierta. Y tal degradación no puede imputarse a quienes, como los profesores no numerarios (PNN), se incorporaron a la universidad para hacer posible la continuación de la enseñanza. Sus orígenes tienen otras fuentes: por un lado, el mantenimiento de viejos colaboradores (los profesores «de tarjeta») que, sin dedicación ninguna a la docencia o investigación, ven recompensada su simple adscripción nominal hasta con sueldos correspondientes a la dedicación plena; por otro lado, por la exótica integración de muchos de ellos en el cuerpo de adjuntos, compuesto, también, de esta forma y en un alto porcentaje, por profesores no profesionalizados en la enseñanza; en fin, porque la oposición no es sólo un procedimiento de acceso a la docencia viciado por su forma y estructura, sino que Ios principales problemas que plantea -con ser estos graves y abundantes- son los que derivan de ella: carácter vitalicio, absentismo, rutina, ausencia de control, progresivo empobrecimiento científico, son conceptos indisolublemente ligados al de oposición y que sólo una honradez personal y científica mantenida con esfuerzo puede superar.Este es el panorama al que las aspiraciones de los PNN pretenden ofrecer una alternativa basada en. dos conceptos clave: estabilidad a través de un contrato de trabajo y control democrático de la enseñanza.
Antes de seguir adelante, resulta imprescindible una breve reflexión sobre la tesis doctoral. Una de las más difundidas manipulaciones que han sufrido las reivindicaciones de los PNN ha sido la de afirmar, tomando como base las críticas dirigidas contra el actual sistema de tesis doctorales, que tales profesores desean evitar todo esfuerzo investigador. Nada más falso. Conscientes del bajo nivel que la investigación ha alcanzado en España (¿no tendrá una relación evidente este dato -unido al del desconocimiento absoluto que de nuestra producción científica (al menos de la jurídica) se tiene en el mundo- con el de que sea la universidad española la única que selecciona a su profesorado mediante oposición?), los PNN vienen exigiendo la dotación de los medios suficientes para que una auténtica investigación sea posible. Lo que sí es cierto es la larga serie de críticas que la tesis concita; unas de tipo directo: la tesis es hoy, y sobre todo, un requisito administrativo y en cuanto tal se cumple (bastaría con confrontar el número de tesis presentadas en períodos normales con el de las presentadas con ocasión de convocatorias masivas de oposiciones, fundamentalmente de adjuntos); es un trabajo ahistórico, pues sigue anclado en formas de trabajo individual y personalista cuando se entra en la era de. la investigación en equipo,; es un trabajo exigido con caracteres de igualdad para todos los docentes, cuando una mínima consideración de las especialidades aconseja un tratamiento diferenciado; es un trabajo que pretende justificar la capacitación investigadora, cuando no se admite como equivalente un conjunto de tareas de investigación que no se hayan presentado precisamente como tesis. Otras críticas son de tipo indirecto: la temática señalada al hablar de las oposiciones se ha ido extendiendo como un cáncer hasta alcanzar hoy a la valoración misma de las tesis, pues de la composición de los tribunales dependen las calificaciones, hasta el punto de que hoy se puede ciertamente hablar de tesis cuim laude y tesis cum fraude.
Por otra parte, los PNN son acusados de vagos, perezosos u holgazanes -cuando no de elementos meramente infiltrados para garantizar la subversión- por no realizar su tesis en un plazo «razonable». ¿Pero qué desfachatez es ésta? Los PNN tienen grupos docentes a su cargo, han de sustituir en los mismos a sus numerarios, la exigüidad de sus sueldos les exige el pluriempleo intraacadémico (lo que les supone cargarse aún más de clases, dado que las entidades privadas suelen aprovecharse de la situación para pagarles también bajos salarios, obteniendo así plusvalías de personal al servicio del Estado) o extraacadémico (con lo que su dedicación presente y futura a la universidad corre serio peligro); y, por último, han de perder parte ' de su tiempo, no en tertulias de bares o pasillos, sino en defender sus derechos más elementales.
Los PNN admiten una. diferenciación en su seno, pero no basada en la realización o no de una tesis, sino en la distinción, ajustada a la realidad, entre un período de formación y otro de plena capacitación docente e investigadora. Pero ello sin relegar a quienes se encuentran en la primera etapa a un papel de meritorios o becarios sin derechos ni garantías.
La reivindicación de un contrato de trabajo es, probablemente, la que da vida al resto de la plataforma reivindicativa de los PNN. Es en torno a ella donde se entienden, justifican y encuentran adecuada respuesta temas como la autonomía universitaria o la gestión democrática de la universidad.
Con la fórmula «contrato laboral» se persiguen dos objetivos: el reconocimiento corno trabajadores de la enseñanza y la negación de la vía funcionarial como forma de acceso y permanencia en la docencia. Dicho de otra forma: se pretende conseguir la estabilidad en el empleo conforme a los criterios y principios señalados por el moderno derecho del trabajo.
Falazmente, y en función de intereses creados de matiz corporativo, se quiere identificar la reivindicación de estabilidad con una oculta y subrepticia reivindicación de propiedad vitalicia del cargo docente sin sufrir oposición. Cuando se trata precisamente de lo contrario. Si bien es cierto que no existe posibilidad de trabajo científico fructífero bajo la amenaza constante del cese, ha de recordarse que se está exigiendo un contrato de trabajo, lo que implica acogerse a la normativa laboral en su conjunto, incluida la del despido; y nadie que conozca mínimamente el mundo laboral puede sostener honestamente que aquélla impida la resolución del contrato en caso de incumplimiento grave por el trabajador. En esta línea, el «control democrático» de que se habla no viene referido sólo al momento inicial de la contratación, con se esto ya trascendente al evitar la actuación unipersonal del catedrático, sino que se extiende -en contra de lo que sucede con la oposición- a toda la vida posterior del mismo contrato mediante la exigencia de una memoria explicitadora de las tareas docentes e investigadoras realizadas en cada período de tiempo que se determine.
Contrato de trabajo
La alternativa que los PNN ofrecen puede resumirse en dos principios operativos: 1. Contrato de trabajo desde el comienzo de la relación del profesor, con la universidad. La distinción entre profesorado en formación y profesorado formado sólo debe implicar una diferenciación, de funciones.
El principio "a igual trabajo, igual salario» no admite otras variaciones en los sueldos que las derivadas de la función, antigüedad y dedicación del profesor. 2. Establecimiento de comisiones de contratación en cada centro, constituidas por representaciones paritarias de todos los estamentos, que examinen las solicitudes, aprueben los« contratos y garanticen su cumplimiento.
Es evidente que estos temas plantean problemas técnicos. A la mayor parte de ellos los PNN hemos ofrecido una solución en la abundante documentación que estamos dispuestos a ofrecer y debatir con quien, personal o corporativamenle, así lo solicite. Otros están por resolver; pero no se puede pedir seriamente que se ofrezca un esquema completo en el terreno abstracto al que la negativa al diálogo por parte del Ministerio de Educación y Ciencia nos ha relegado. Lo que sí es indudable es que los problemas planteados por los PNN no pueden solucionarse por la vía de su extinción como estamento: la universidad, en su proceso de constante crecimiento, reclama la ampliación de plantillas y ésta no puede conseguirse realmente mediante el lento camino de las oposiciones.
Pese a que, como es fácil deducir de todo lo expuesto, somos conscientes de los riesgos que profesionalmente asumimos al hacer lo, hemos intentado aquí exponer brevemente los planteamientos universitarios de los PNN, así como responder a los ataques que, como expresión de un cierto estado de opinión, se han manifestado en este mismo periódico (EL PAIS, de 16-11-1977). Pero los PNN vamos más allá. Pensamos que, junto a la solución inmediata de nuestras condiciones profesionales, la universidad en su conjunto debe asumir la tarea de ofrecer nuevas alternativas a los problemas planteados. Ello pasa por la elaboración democrática de un estatuto del profesorado en el que se contemplen todas las situaciones existen tes y se ponga fin a tantas arbitra riedades como las que la irracional distinción entre profesores numerarios y no numerarios hoy produce.
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