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Europa, entre el escepticismo y la satisfacción tras el triunfo de Carter

Londres: reacción positiva, pese a la actitud de Carter sobre Irlanda

Juan Cruz

En círculos ofíciales británicos se estima que la presencia de Jimmy Carter en la Casa Blanca puede beneficiar en general al Reino Unido, aunque se considera que con Ford se va un importante aliado.

La popularidad de la que el nuevo presidente norteamericano disfrutaba aquí disminuyó hace una semana ante las autoridades inglesas, cuando el entonces candidato demócrata afirmó ante una audiencia de irlandeses que Estados Unidos debía tomar una parte más activa en la resolución del conflicto del UlsterSu afirmación fue interpretada en Londres como «una interferencia en asuntos extranjeros», especialmente grave si se tiene en cuenta que Gran Bretaña sostiene que el problema del Ulster es «un tema estrictamente doméstico». A Carter se le disculpó pronto el desliz y ayer se decía que, en líneas generales, Gran Bretaña puede considerarse beneficiada por el resultado de la elección, sobre todo porque una Administración demócrata en Estados Unidos entenderá muy bien el programa de gasto público que el Gobierno laborista quiere llevar a cabo a pesar de las presiones de los que le aconsejan que ahorre.

En el plano de las relaciones internacionales, la ausencia de Kissinger de la secretaría de Estado obliga a replantear también la política exterior de los laboristas, que con respecto a su mayor preocupación -Africa del Sur- no sólo estaban de acuerdo con Kissinger sino que le plantearon a Smith a través suyo las condiciones de cambio constitucional que el primer ministro de Rodesia discutía hasta ayer en Ginebra con los líderes nacionalistas negros.

Se indica, de cualquier forma, que cuando Kissinger acudió a ver a Smith a Sudáfrica llevó consigo una carta de Jimmy Carter en la que el nuevo presidente afirmaba que, en caso de resultar elegido proseguiría la misma polífica que Ford respecto del apartheid y a la política de lan Smith.

Sin embargo, en materia económica, las reticencias predominan sobre el optimismo. Según el «premier» James Callaghan, la elección de Carter «retrasará la acción internacional para solucionar los problemas económicos mundiales».

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