El Barça da vida al Espanyol
La expulsión de De Jong y un gol de Wu Lei frustran la remontada azulgrana y evidencian las carencias de su juego, sostenido por Suárez y Vidal
El líder Barça se quedó pasmado en campo del colista Espanyol. Los resultados más insospechados se suelen dar en los derbis, y más cuando son extremos, y si no alcanza con recordar que la última victoria blanquiazul data de 2009, cuando Lo Pelat marcó dos goles en el Camp Nou. Aquel equipo parecía tan sentenciado como el que empató bravamente con los azulgrana en el RCDE Stadium. Los números del Espanyol eran tan sonrojantes que se apostaba por la victoria segura del Barça. Ocurre que los barcelonistas no supieron gestionar el inicio ni el final de un duelo en el que echaron en falta el gol de Messi.
Luis Suárez y Arturo Vidal fueron los que levantaron al Barça. Acostumbra a pasar en los derbis, partidos que pertenecen más a los jugadores que a los equipos, incluso cuando la diferencia es abismal, como el disputado en el RCDE Stadium. El uruguayo y el chileno remontaron en un cuarto de hora un encuentro que se puso muy a favor del Espanyol. La perseverancia de Luis Suárez fue tan determinante como el coraje de Vidal, un volante capaz de denunciar a su club por impago para después abatir al Espanyol, siempre dispuesto a sudar la camiseta por su equipo, a justificar ahora su sueldo de jornalero de Messi. Las jugadas y los goles redimieron de nuevo a un equipo que acabó sorprendido por el Espanyol.
No es que Valverde sea insensible, sino que aprendió a convivir con el ruido mediático y la presión del entorno, tan inmune a la crítica como al elogio —cuando se da—, más pendiente de sus futbolistas y de la clasificación que del juego del Barça. Nunca tuvo dudas sobre el tridente, ni siquiera cuando median las vacaciones, de manera que Luis Suárez y Messi formaron con Griezmann. El número de entrenamientos nunca condicionó la alineación de las figuras, y menos si se trata del 10. A fin de cuentas el rosarino solo suma un gol menos que el Espanyol entero: 13 contra 14. El Txingurri no aborrece la rutina porque siempre ha sido campeón o líder de LaLiga. La única novedad fue la alineación del portero Neto por la lesión de Ter Stegen.
Abelardo tampoco es un revolucionario, aunque el once que dispuso el Espanyol en el debut del asturiano nada tenía que ver con los de Machín ni tampoco con los de Gallego. El extravío perico ha sido de tal magnitud antes de confiar su permanencia a un exjugador culé que su propuesta sorprendió si acaso por sensata y acorde con la naturaleza del plantel del Espanyol: David López recuperó su condición de centrocampista, mientras Melendo regresaba como el revoltoso que siempre necesitan los equipos apurados y confundidos, necesitados igualmente de la sencillez, organización y solidaridad que acostumbran a ofrecer las plantillas del Pitu Abelardo. Jugó muy junto e intenso el Espanyol en un encendido RCDE Stadium.
Aguardó pacientemente a que se equivocara el Barça. Nada extraño si se tiene en cuenta que ha empezado con un gol en contra en siete partidos de Liga. Los azulgrana se empachan de pelota, faltos de desmarque y profundidad, muy chatos, más cómodos en las transiciones que en la elaboración, detalle que no pasó inadvertido al Espanyol. La divisoria es una zona de paso, avisados los futbolistas de que evitaran las pérdidas, la munición preferida del Barça. Muy concentrados, evitaron los errores, se sacudieron la pelota y se entregaron a la estrategia, una suerte importante en el catálogo de Abelardo. Así llegó el gol: Marc Roca sacó una falta y David López cabeceó a la red de Neto.
Avergonzado, el Barça se rindió durante un rato y hasta cedió la pelota al Espanyol. Los blanquiazules, atentos arriba cuando la pelota estaba en el área azulgrana, remontaron la banda derecha y cruzaron unos cuantos centros ante el jolgorio de la grada de animación, que dejó de insultar al rival — “Puta Barça”— para festejar el partido de sus jugadores, hasta que Luis Suárez remató con la puntera al poste izquierdo de Diego López. Los disparos de Messi fueron por contra tan tibios como la presión del equipo de Valverde. El técnico no pareció demasiado inquieto sino que continuó con su receta habitual: ante la falta de desequilibrio por la quietud y acomodo del juego posicional, recurrió al agitador Arturo Vidal.
Aumentó el dinamismo barcelonista, De Jong abrió para Alba y su centro fue rematado plácidamente Luis Suárez. El uruguayo persistió después por un balón y le puso un balón precioso a la cabeza de Vidal. El chileno se levantó como un ariete y firmó el 1-2. El partido quedó a merced de los azulgrana, derrengado por el esfuerzo como estaba el Espanyol. No supo sentenciar el Barça y Abelardo intervino a tiempo con los cambios para que su equipo recuperara el protagonismo, y más cuando De Jong fue expulsado, circunstancia que obligó a intervenir también a Valverde.
Abandonó el campo Griezmann, invisible, y entró Semedo después que el Espanyol. La contienda quedó abierta por la extraña relación que tienen el Barça con el gol: le cuesta tan poco concederlos como marcarlos, incluso ante el equipo más goleado y menos goleador como es el Espanyol. La movilidad de Vargas y la persistencia de Wu Lei animaron a Espanyol hasta lograr el empate después que Diego López neutralizara dos mano a mano con Suárez. El tanto de Wu Lei provocó el jolgorio de la hinchada perica y la frustración culé por más que el Espanyol no gane desde el curso 2006-2007. El líder, más pendiente de las áreas que de la divisoria, sólo suma 15 puntos de 30 en campo contrario al final de la primera vuelta y después de descontar dos más en cancha del colista Espanyol. Jugaron los blanquiazules como si les fuera la vida, todos a una, mientras los azulgrana no parecieron ser conscientes de que disputaban un derbi: afrontaron el encuentro con la rutina de siempre, actitud que en cualquier caso les sirve para seguir líderes de LaLiga.
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