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Neymar vive instalado en el embrollo

La polémica envolvió la llegada del extremo al Barcelona y, todavía sin pronunciarse, podría irse del mismo modo al PSG

Jordi Quixano
Neymar, en un entrenamiento en Nueva York.
Neymar, en un entrenamiento en Nueva York.Edu Bayer (EFE)

Ajeno a la tormenta, Neymar pasó en Ibiza el día de antes de viajar con el Barça de pretemporada por Estados Unidos. Inmune a la rumorología, decidió colgar en Instagram una foto del penúltimo entrenamiento en la que se le veía reflexivo, como si de un juego o un jeroglífico se tratara. Y lejos de pronunciarse, no dice ni mu cuando desde el Barça se le reclama que se posicione y descifre el enigma que le envuelve, toda vez que el PSG ha acordado una prima de más de 40 millones de fichaje para el padre (y a la vez representante), ahora que parece dispuesto a abonar su cláusula de rescisión —222 millones— para hacerse con sus servicios por las próximas cinco temporadas. Un nuevo lío en Casa Neymar.

Ya comenzó torcida la historia de Neymar en el Barça, que aseguró haber pagado 17,3 millones de euros al Santos por el fichaje del jugador, más otros dos por estar entre los tres primeros en la lucha por el Balón de Oro. Pero con el tiempo la cifra fue aumentando porque se pagaron 40 millones a la empresa N&N (propiedad de la familia Neymar), se abonó una multa de 5,5 a Hacienda por no tributar bien el fichaje, además de otras partidas sufragadas por el Barça para fichar al brasileño. Así, el expresidente Sandro Rosell aseguró que el fichaje había tenido un coste de 57,3 millones, aunque seis meses después, tras la renuncia del propio Rosell por dicho escándalo, Josep María Bartomeu explicó que la cifra ascendía a 86,2 millones si se tenían en cuenta todos los contratos derivados de la operación. Aunque hubo más porque el Barcelona, imputado por un supuesto fraude, liquidó 13,5 millones a Hacienda por las “divergencias de interpretación” sobre sus obligaciones fiscales en el fichaje. Todo un enredo que se completó con las denuncias del Santos y el grupo DIS (que tenía el 40% de sus derechos federativos). Pero no es el único.

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Acostumbrado a ser un icono en Brasil —donde le consideraron culpable de evasión de impuestos y fraude—, Neymar siempre ha estado en el ojo del huracán. Un día se le critica sus peinados [lo hizo el exseleccionador Dunga], otro sus juergas nocturnas y en un tercero se le recrimina su falta de liderazgo con Brasil, tal y como expresó el también exseleccionador Mario Zagallo. “Tienes que ver lo que hago en el campo, mis asuntos particulares son míos. Estoy muy tranquilo en cuanto a eso, tengo mis errores y no soy perfecto. Pero ¿por qué no puedo ir a la discoteca? Puedo y voy, no veo ningún problema”, explotó ante un periodista en una ocasión, harto de tanta acusación. Aunque en España tampoco es que esté mucho más tranquilo. “Con 0-4 no puedes estar pisando el balón y provocando al rival”, le recriminó Michael Laudrup a través de la televisión para justificar las duras tarascadas que recibió la temporada pasada por parte de los jugadores del Leganés. Un discurso que se hizo viral pero que desde todos los estamentos del Barça reprobaron porque “es su forma de jugar”.

El club lo niega

Tanta es la polémica que suscita a su alrededor el 11 que hasta se le acusó de hacer propaganda a Nike durante los partidos, ya que no fueron pocas las veces que se debió de cambiar el par de botas. Información que desmintió la famosa firma deportiva. Una aclaración que, sin embargo, se echa de menos durante estos días en los que el PSG negocia con el padre y el hijo juega a los acertijos en las redes sociales.

“No hay nada”, persisten de mala gana desde el Barcelona. “Y si pagan su cláusula y el jugador se quiere ir, pues tampoco podremos hacer nada”, añade otra fuente del club. Ocurre, en cualquier caso, que no es la primera vez que el equipo parisino le quiere porque en el verano pasado se reunieron con su padre —entonces sin éxito—, tal y como anunció L’Equipe en portada, afirmando que el PSG estaba dispuesto a pagar los 193 millones de su cláusula. Ahora son 222, una subida sustancial para casi todo el mundo menos para el PSG, que cuenta con fondos ilimitados gracias al emir de Catar, propietario del club. Un lío más que por ahora se alimenta del silencio del 11.

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