El Real Madrid pone la Liga a sus pies al ganar al Sevilla
El Real golea a los andaluces y, con dos partidos esta semana, le basta con cuatro puntos para llevarse el título
Con algún mal trago, pero el Madrid ya está a una semana de poder brindar por su tercera Liga en diez años. Está a cuatro puntos, como mínimo, de un título que se le ha resistido más de la cuenta. Con el logro a la vista si no se estrella en Vigo y Málaga, antes tuvo que padecer durante una hora frente a un Sevilla que en sus peores circunstancias dio la cara. Hasta que Zidane echó el lazo en el banquillo a Casemiro y Modric, en el primer tiempo el Madrid estuvo más cómodo con el resultado que con el juego. Cuando Jovetic selló el 2-1 tras el descanso, contuvo la respiración hasta que el técnico francés cosió al equipo con los relevos y llegó la goleada.
De entrada, una trastada de Nacho, un birle de Asensio, la notable producción de Keylor Navas y el infortunio sevillista lanzaron al Madrid hacia Vigo, penúltima estación rumbo a un título que tiene a dos tiros. Ni mucho menos fue un Madrid para el recuerdo. Un equipo eficaz y punto. Un Real que concedió demasiado a un Sevilla que ha llegado al fin de curso con el depósito justo, en lo físico y en lo anímico tras una temporada en la que iba para cumbre y acabó algo descarrilado. A Chamartín llegó en los huesos, con un racimo de bajas y una añadida en el calentamiento, la de Vázquez, relevado en el último instante por Krohn-Delhi, que no jugaba desde que se lesionara en abril de 2016.
Todo el viento iba a favor de los de Zidane, que de nuevo dio libranzas (Casemiro, Marcelo, Isco, Modric y Benzema). Si no hubo más fue por las molestias de Pepe, al que el madridismo despidió con una cariñosa pancarta intuyendo su marcha al calcio. Sin apretones de los de Sampaoli, el Madrid necesitó muy poco para tomar ventaja. A los diez minutos, Asensio, al que no le falta desparpajo, quiso abrirse paso entre la fortificada zaga visitante, en la que Sampaoli alineó a cuatro centrales. El balear fue cazado. Y en esto surgió un hecho imprevisto. Mientras se daban cháchara Cristiano y Sergio Ramos para dirimir al lanzador, de forma súbita apareció Nacho. Del canterano no hay dudas sobre su extraordinaria solvencia en cualquier puesto. Lo que no se intuía es que este discreto chico que mantiene su residencia en Alcalá de Henares también es un pillo. Sin que diera tiempo a negociar la barrera, Nacho se sacó un disparo de la chistera que dejó turulatos a rivales, colegas, hinchas, cronistas...
La travesura de Nacho, que no jugará en Balaídos el miércoles por sanción, certificó un récord para el Madrid: 62 encuentros consecutivos con gol, un partido más que el Bayern. De paso, acomodó el choque para los de Zizou y pareció dejar más noqueado al Sevilla. El primer espejismo. Jovetic se animó en ataque y en apenas un minuto estrelló la pelota en la escuadra izquierda de Keylor y obligó a este a intervenir con los pies. Por entonces, la única señal de alivio sevillista era Jovetic.
Sin un juego trenzado, pero sí frontal, el Madrid penalizó de nuevo a su adversario, todavía con la pájara. Kranevitter, intrascendente algunos días, rémora en otros, perdió la pelota en duelo con Asensio en medio campo. Metió el turbo y ya en el área de Sergio Rico no pudo armar el disparo. Sí lo hizo James y el rechace del portero sevillano lo sopló Cristiano con la puerta abierta de par en par, sin centinela alguno. Su gol 400 con el Madrid. El Sevilla parecía despachado. Segundo desmentido.
El Sevilla no se rinde
Lejos de arrugarse con el 2-0, los chicos de Sampaoli comenzaron a enhebrar el juego. Todo ante un Madrid contemplativo, sin sostén en el eje, donde Kroos y Kovacic no daban con el ancla. Solo Asensio y un Danilo más airoso que de costumbre en el Bernabéu, tenían miga. Sin achuchones y con panorámica, surgió otro Sevilla, gestor de la pelota y suelto en ataque ante la falta de arrestos blancos. Keylor tuvo tajo con éxito ante Correa y Jovetic. Y seguir con la mirada una picadita del montenegrino que se fue al larguero. El Madrid, anudado.
Los fantasmas se reprodujeron cuando Jovetic atinó recién iniciado el segundo acto. Un buen gol tras una maniobra notable de Vitolo y N’Zonzi. Para el Madrid, el partido demandaba con mayúsculas a Casemiro, un dique. Zidane no lo advirtió y a la hora dio vuelo al brasileño en detrimento de James. El colombiano, antes de enfilar hacia el banquillo, fijó los pies en medio campo y con dos giros sobre sí mismo aplaudió a la parroquia. Un gesto sintomático, propio de quien se despide para siempre de su ruedo.
Con Casemiro y más tarde Modric, el Madrid respiró. Esta vez no fue un espejismo. Con el medio campo titular, el Real fundió definitivamente al Sevilla, que ya no apareció. Nadie agradeció más los relevos que Kroos, que con la escolta de Casemiro se descamisó. Primero para asistir a Cristiano en el golazo de la noche, un zurdazo del luso que sonó a cañonazo. Fue el 25º gol de CR a los de Nervión en 17 retos, su víctima predilecta en la Liga. Luego, ya desmelenado, el alemán embocó el cuarto. Una jugada para acentuar por enésima vez a Nacho, futbolista con todo y para todo, que evacuó por su carril izquierdo y citó a Kroos con la red. Un valor mucho más que seguro. Ayer lateral zurdo, algún día será hasta portero cumplidor si hay alguna emergencia. Nacho abrió la lata y contribuyó al cierre eufórico del Madrid, a una semana de poder enfilar su primer doblete desde 1958. Casi nada, pero nada tiene todavía. Faltan emociones.
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