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El Madrid se queda atónito

El equipo de Zidane, tras un regular primer tiempo, se muestra muy superior en el segundo acto, pero se deja dos puntos con un inesperado gol de Las Palmas

José Sámano
Bale dispara a portería ante Aythami.
Bale dispara a portería ante Aythami.Ángel Medina G. (EFE)

Un tiempo no siempre basta. De nuevo, el Madrid pasó de puntillas por un primer periodo. Reaccionó con mucho garbo tras el descanso, pero un inesperado traspié le mandó al garete. Eso es lo que supone descontar otros dos puntos por segunda ocasión en una semana. Las Palmas, un meritorio equipo de autor, le mantuvo el pulso esgrimista durante 45 minutos, aguantó como pudo tras el intervalo y se encontró con el gordo con un rebote final, cuando ya no sentía la mandíbula ante un Madrid muy superior.

Un equipo estilista frente a un noqueador. Por ese cauce se propuso cada cual que discurriera el choque. Los de Quique Setién, aquel futbolista tan contracultural que tocaba el violín en el fango del Sardinero o Las Gaunas, no cambiaron de equipaje y asumieron los riesgos que acostumbran. Desde la cueva, la pelota de pie en pie, pese a que el portero Varas no sea un experto con las botas y falten los centrales más asiduos. Al conjunto canario le costó más de espanto, pero no se doblegó que el Madrid le achuchó de lo lindo.

Indefinido desde que arrancó el curso, el Madrid fue un poco de todo. Más que por un alegato a la versatilidad, por su falta de un plan concreto. Ni siquiera se observó de entrada un programa para torpedear a Roque Mesa, cordón umbilical de los amarillos. Hasta las sucesivas descargas del segundo tiempo, los madridistas mostraron todo tipo de flujos, lo mismo se animaban con la presión alta que reculaban para acelerar. De repente exploraban las bandas como se atornillaban por el embudo central. En tierra canaria, lo único evidente fue el dos por uno en el eje del campo: sin Casemiro, Kroos y Modric muy juntos para sumar un Casemiro. Como resultado, el sistema se aproximó a un 4-2-3-1, aunque desde los dos medios centros hacia delante nadie ocupó una posición muy fija. CR, quizá, más ariete que otra cosa. Mientras recupera el forro físico, en estos días de cierto extravío, durante el primer acto, el portugués tuvo dedicación exclusiva para el gol, no para el juego. Llegado el segundo periodo, Ronaldo ya tuvo mayor carrete hasta su relevo en el minuto 70, cuando se fue airado al banquillo.

Cinco cambios y nuevo esquema

Cinco cambios hizo Zidane en el campo de Las Palmas con respecto al partido del miércoles contra el Villarreal. Carvajal por Danilo, Nacho por el lesionado Marcelo, Asensio por James, Modric por Kovacic y Morata por Benzema. Cambió también el esquema el técnico francés. En lugar del habitual 4-3-3, el Madrid jugó con un 4-2-1-3. Modric y Kroos formaron un doble pivote mientras que Asensio se colocó en la mediapunta por detrás de Bale, Morata y Cristiano. Hubo ratos incluso en los que Asensio adelantó tanto su posición que el Madrid jugó con un 4-2-4.

Sin hilo para el fútbol, el Madrid solo lograba emerger si penalizaba un traspié visitante en la salida del juego. Con la pelota en el escalón de los zagueros, Las Palmas tirita, precisa con urgencia salvar esa estación para enlazar con Roque Mesa y su coro: Viera, Tana, y Vicente Gómez, todos futbolistas de suela fina. En armonía, los cuatro son capaces de anestesiar los partidos, juegan con una pulcritud extraordinaria, jamás se permiten una grosería con el balón. Hasta que el Madrid tocó la corneta tras el descanso, los centrocampistas canarios gobernaron bastante el juego.

El Madrid encontraba sus mejores vetas por las orillas, la vía de carga de Carvajal. Incluso, la de Nacho, relevo de Marcelo. En un quite visitante, el improvisado lateral madrileño se lanzó a la aventura y su disparo lo rechazó Varas. Asensio, quien más fe le puso a la incursión de Nacho, aprovechó el desvío del portero y dejó la pelota en la red. Con los de Zidane sin mucho cuerpo, no tardó en empatar Las Palmas. Como tantos y tantos de su graduación, no es un equipo de puño duro. Pero el Madrid consintió que se las apañara con un centro de Momo. El balón cayó a pies de Tana, que tuvo un mundo para echar un vistazo a la portería y ejecutar.

Tras el intermedio, irrumpió otro Madrid, poderoso, con más afán, con otro espinazo. Ya no fue el Madrid ordinario del primer trance, sino un equipo agudo, profundo y vivaz. Por momentos, apabulló al contrario. Con Kroos y Modric de remangue, todos jugaron con otra marcha. Las Palmas no tuvo más remedio que atrincherarse, un perjuicio para su estupendo pelotón de centrocampistas. Todos se apagaron, con el equipo a muchas cuadras de Casilla, anudado por el Real. El gol madridista era cuestión de tiempo. Zidane activó todas las baterías y, con CR, Bale, Morata y Benzema se pasó a un 4-2-4. El partido dio un vuelco total y el gol cayó como se presagiaba. Una entrada de Cristiano por la izquierda, la selló Benzema tras otro despeje de Varas. Entonces, el técnico francés poco a poco quiso clausurar la jornada y retiró a CR y Morata. Frente a un rival que no había dejado migas ofensivas en todo el segundo tramo, al Madrid le quedaba el control. Pero el fútbol tiene guiños increíbles. Hay días que gira la ruleta. En Canarias, cuando nadie lo esperaba, Las Palmas cantó bingo con un atropellado tanto de Araújo. El Madrid se quedó boquiabierto.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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