¿Por qué no ficha el Madrid?
También hay años que yo no me compro unos pantalones nuevos, y no pasa nada, pensé mientras se cerraba el mercado de fichajes sin que el Madrid desembolsase un dineral por un futbolista. Además vuelven a llevarse los pantalones viejos y rotos, que mucha gente incluso toma por recién comprados. La belleza adquiere extrañas formas, según la época. Ya Christian Lacroix advirtió en Vogue,durante los años noventa, que “es terrible, pero a menudo la ropa más atractiva es la de la gente pobre”. Hasta el último día de plazo, sin embargo, muchos mantuvieron la esperanza de que saltase la sorpresa, y a las doce menos un minuto de la noche, a uno de esos empleados de la Federación que trabajan de madrugada se le ocurriese decir a su compañero “el fax, mira el fax”, y al hacerlo descubriese en el suelo un papel con un “Refichamos a Cristiano”, aunque fuese, firmado por Florentino Pérez.
Su renuncia a contratar a una estrella mediática, como era costumbre, dejó en el aire una contradictoria sensación de vacío, resultado de palparse los bolsillos y notarlos llenos. Se trata de un tacto agridulce. No es común, pero a veces te pasa que un día reúnes una pequeña fortuna y de pronto no tienes ni idea de qué hacer con ella. Cualquier cosa que pienses en comprar, aunque sea un libro, te parece que es tirar el dinero. ¿Y si después no lo lees? Este verano seguí el desasosiego de Javi Martín, uno de mis madridistas predilectos. En julio dio muestras de nerviosismo ante la desidia del club, que no hacía el gesto de buscar la cartera; a mediados de agosto lamentaba ya abiertamente que “esta vez Florentino nos ha abandonado”. El último día lo imaginé en el bar de Mou con Hommer, Barney, Carl y Lenny, cuando escribió en Twitter: “El peor cierre de mercado de nuestras vidas".
Hay que admitir que el Madrid no necesitaba una estrella, y por esa razón el club no la fichó. ¿Dónde iba a ponerla? Tiene lógica. ¿Pero ahora nos vamos a conformar con la lógica? ¿Y qué pasa con las tradiciones? Cierto madridismo consideraba “ese” fichaje ya una parte del calendario. En un mundo sin nada seguro, aún podías aferrarte a Woody Allen con su película, y al Madrid con su estrella y su cláusula de rescisión. Es como si ese dinero que no se gasta, porque la plantilla ya es demasiado buena, también se perdiese. Te queda en el cuerpo aquella frustración que tan bien describió Errol Flynn cuando decía que cualquier hombre que a la hora de su muerte aún tiene diez mil dólares es un fracasado.
En un fútbol europeo desbocado, en especial el inglés, parece que el Madrid haga voto de pobreza. Reconcilia esta sensatez, bromas aparte. Te traslada a los tiempos en los que uno de los momentos más divertidos de ir de compras a veces era cuando no comprabas nada. Entrabas en la tienda, se te acercaba un empleado pesadísimo, y te preguntaba si podía ayudarte. Tú le decías “no, gracias, estoy mirando”, y él se apartaba, maldiciéndote y vigilándote de reojo, por si robabas algo.
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