Oxígeno extra para Djokovic

Novak Djokovic tiene un físico privilegiado. Probablemente, junto al de Andy Murray, el más poderoso de los pesos pesados del circuito. Su figura, sin un átomo de grasa y fibrada, representa el equilibrio perfecto entre tres variables esenciales para todo atleta de élite: fuerza, elasticidad y resistencia. El serbio, cincelado con una dieta exenta de gluten y carne, con yoga también, se ha ido transformado en un deportista de carbono. Cuida hasta el más mínimo detalle eso que se le llama entrenamiento invisible, aquello que no se aprecia y que en unos niveles tan elevados de exigencia suele resultar trascendental.

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Desde hace años, Milan Amanovic es quien supervisa su trabajo diario, una pieza fundamental de su equipo. El hombre que pulsa el estado de su cuerpo. “Novak tiene un objetivo y siempre se mantiene centrado en él. Lo conozco desde que tenía 20 años y siempre me sorprende la profesionalidad que tiene”, explica el fisio, alertado desde hace un tiempo porque el número uno ha mostrado síntomas de agotamiento. Una sensación que Nole ha ido filtrando entre líneas en sus comparecencias ante los periodistas. “No sentía las piernas, era como si no fuesen mías. Me sentía al límite. El cuerpo me ha enviado varias señales de que era demasiado”, advertía ya en marzo, después de un durísimo partido en la Copa Davis contra Kukushkin.

“No estoy bien del todo, pero este no es el momento ni el lugar de decir nada. No quiero hablar sobre ello”, incidía cuatro meses después, nada más caer en la tercera ronda de Wimbledon. Y este verano, en el que también cedió sorprendentemente en Río, se reforzó la idea de que al serbio se le agota el depósito y de que su permanencia en la cumbre conlleva el consiguiente peaje, físico y mental. De hecho, se mostró molesto cuando al aterrizar en Nueva York se le preguntó por una presunta dolencia en la muñeca derecha, que luego se convirtió en molestias en todo el brazo.

Por eso, al de Belgrado le ha sentado como agua de mayo su placidísimo arranque en el grande neoyorquino. A excepción del primer día, en el que redujo a Jerzy Janowicz en 2h 37m, su recorrido está siendo un camino de rosas. A continuación, el checo Jiry Vesely ni siquiera saltó a la lista, por lesión, y en la última cita fue Mikhail Youzhny quien le facilitó las cosas al retirarse cuando solo habían transcurrido 31 minutos. El ruso se echó la mano al muslo izquierdo y renunció. “Creo que nunca me había pasado algo así en mi carrera”, precisó Djokovic, que no ocultó su felicidad por poder darle una pausa a ese motor que se lo pide a gritos. “Considerando la parte del año en la que estamos, la cantidad de partidos que he jugado y por lo que he pasado con mi cuerpo, es muy bueno tener unos días libres y partidos cortos como este”.

"¿Queremos carreras largas, no?"

Hasta ahora, Nole ha permanecido en la pista 3h 02m; es decir, la mitad del tiempo que le han requerido Denis Istomin, Andres Seppi y Andrey Kuznetsov a Rafael Nadal (6h 24m), que ha resuelto su acceso a la segunda semana del torneo en nueve sets, por solo cuatro del serbio. Andy Murray, el otro gran favorito, empleó en sus tres compromisos 7h 41m, ante Lukas Rosol, Marcel Granollers y Paolo Lorenzi. Todo un alivio para Djokovic, que para compensar el respiro que le ofreció Youzhny se quedó peloteando en la central para no perder excesivo ritmo.

Me siento mucho mejor ahora que como estaba al inicio del torneo” Novak Djokovic

El serbio, dice, se encuentra más fresco —“el brazo está muy bien, todo va hacia en la buena dirección; me siento mucho mejor ahora que como estaba al inicio del torneo”—, aunque es consciente de que el mismo descanso que le ha insuflado oxígeno puede convertirse en un elemento que se vuelva en su contra. “Conforme te acercas a la segunda semana de un Grand Slam quieres acumular partidos y tiempo en pista antes de enfrentarte a jugadores top. En la primera semana de un grande las cosas no están al 100% y vas limando aspectos según avanza el torneo; como esta vez no he podido hacer eso, intento entrenar más”, asevera.

En su ruta se cruzará ahora el prometedor británico Kyle Edmund, verdugo de John Isner. Pero antes, en su condición de nuevo presidente del Consejo de Jugadores de la ATP, una reflexión: “Lo he dicho muchas veces, debemos aportar cambios al calendario para cuidar la salud de los jugadores. Se ven demasiadas lesiones. El tenis es un deporte muy físico. Cada vez hay más torneos, más dinero y más todo, y los jugadores juegan cada vez más. Eso no está bien. Nadie quiere ver carreras cortas, ¿verdad? Queremos carreras largas, por lo que debemos cambiar en el futuro el calendario de nuestro deporte”.