De Ontinyent a Río, así fue la lucha de Orlando Ortega
El subcampeón de 110m vallas llegó a España de Cuba en 2013 con 22 años con la ilusión de lograr una medalla olímpica
Cuando Orlando rompía a llorar de emoción ante las cámaras con la bandera de España abrazándolo, en casa de Vicente y Dolores se hizo un silencio que duró varios minutos. Todos se habían quedado pegados a la televisión, atentos a lo que dijera en ese momento un chico al que habían estado apoyando desde que llegara a España, en agosto de 2013, con un único objetivo en mente: representar a España en unos Juegos Olímpicos. Tal era la ilusión con la que habían esperado aquella final en Río los miembros de la directiva del CAVA-Ontinyent, que en la madrugada del miércoles, cuando se reunieron en casa de su fundador, Vicente Revert, para ver la final de los 110 metros vallas no esperaban otra cosa que no fuera oro.
“Yo esperaba oro, la verdad”, contaba Revert con la ilusión de un padre que quería aún más para su hijo. Así han tratado él y su mujer, Dolores, a Orlando Ortega desde el día en que el joven portento decidió abandonar su Cuba natal y buscar futuro en Europa sin orientación y sin un duro.
“Yo nunca lo he visto como un atleta de élite”, cuenta Dolores en su casa al pie de la montaña en la localidad valenciana. “Para mí, era el amigo de Víctor. Un chaval que llegó cargado de mochilas, que echaba de menos a sus padres y que se pasaba el día durmiendo”. Dolores lo conoció en diciembre de 2013. Era el día de Navidad y su marido se presentó en casa con Orlando y el que era entonces su entrenador, Kelvis Antúnez. En cualquier otra casa, la mujer los habría echado a todos a la calle, marido incluido, por presentarse así con dos desconocidos un día tan señalado. Pero la casa de Dolores ha sido desde hace más de 30 años un ir y venir de atletas que venían a hablar con su marido —antiguo presidente del CAVA-Ontinyent y de la Federación Valenciana de Atletismo— a recoger equipajes o licencias. Solo Orlando Ortega y los que han estado apoyándolo y peleando con él saben por lo que ha pasado.
El camino hasta Río fue una maratón de obstáculos e incertidumbre, y no solo por los trámites. De estos se ocuparon otros. Su abogado, Manuel Cortés, y Vicente Revert le tramitaron la residencia y en marzo de 2014 Orlando fichó por el CAVA. Después, le solicitaron la nacionalidad española por carta de naturaleza, la que el Ministerio de Justicia otorga a aquellos que considera extraordinarios en su especialidad. Tuvieron que insistir mucho para que su historial llegara al Consejo Superior de Deportes. Tuvo ofertas de otros países, pero Orlando quería representar a España. En julio de 2015, después de conseguir la mejor marca mundial del año en los 60 metros vallas en invierno en Lodz (Polonia) y de romper la barrera de los 13 segundos en verano en París, con 12,94s, lo consiguió. En septiembre juró la Constitución.
Carrera emocional
Además, en marzo de 2015, había vuelto a entrenarse con su padre, Orlando Ortega, y Orlandito, el hijo, empezaba a recuperar tranquilidad personal. Su sueño estaba más cerca, pero para él, un chaval de apenas 22 años cuando llegó a España, el maratón de obstáculos fue, sobre todo, emocional. Emigrar de Cuba le supuso estar apartado durante mucho tiempo de sus padres, y eso fue difícil de superar psicológicamente. “La alegría más grande que he tenido yo con Orlando fue hace dos Navidades, cuando Vicente y Manuel consiguieron sacarle un visado para ir a ver a su madre a Estados Unidos”, contaba Dolores.
Hoy, a sus 25 años, es subcampeón olímpico de los 110m vallas. Las lágrimas con las que expresó su emoción al terminar un carrerón son la emoción contenida de dos años peleando por un sueño: el que acaba de lograr con la plata olímpica en Río.
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