Cristiano se estrella
Portugal también falla ante la raquítica Austria tras desperdiciar hasta un penalti lanzado por su gran figura
Ni en el día en que se convirtió en el portugués con más internacionalidades, pudo Cristiano alegrar a Portugal. A una Portugal que se procuró una docena de ocasiones que eran gol, gol, o gol. Incluido un penalti, en el tramo final, fallado por el delantero del Madrid, que se estrelló en un poste de la raquítica Austria. Por su cuenta, CR tuvo no menos de media docena de oportunidades. El resto de sus compañeros, otras tantas. Nada de nada. En Portugal hace años que el gol es una quimera, incluso en tiempos de Cristiano, un embrujo. En este caso no cabe culpar a Bela Guttmann. Su mal fario, que se sepa, solo fue al Benfica tras ser despedido con dos Copas de Europa en la mochila. En París, el asalto portugués a una Austria sin chasis de ningún tipo tampoco sirvió de nada. Sí, lo mereció Portugal, pero resulta que está metida en un lío. Y gordo, en un grupo con equipos del camión escoba como Islandia, Hungría y esta Austria tan borrosa.
Empeñados en jugar a toda mecha, austriacos y portugueses se enredaron en duelo un tanto dislocado, con más ocasiones lusas que consistencia en el juego. Puestos a domar la pelota a mil por hora, Portugal, por supuesto, está en otra escala. Tuvo el partido por la pechera, arreó con todo, CR incluido, lo que es dinamita pura. Ni así. Ni con un matador de época como Ronaldo remonta esta Portugal que toda la vida lamentó la escasa producción internacional de futbolistas que en sus clubes eran matadores, caso de Gomes, Pauleta, Postiga, Viana…
Austria, descarrilada desde los ochenta en el concierto mundial del fútbol, no tiene tacto, lo suyo es chocar, guerrear. No es casual que esta sea la primera Eurocopa para la que se clasifica –la de 2008 se la ganó en los despachos de UEFA, al ser sede- . No hay rastro de Sindelar, Prohaska, Herzog, Krankl o Polster. Su presencia en Francia solo parece casual. Su marco es tan elemental, tan primario, tan chato, que hasta se único jugador distinguido, Alaba, del Bayern Múnich, parece un paria. Futbolista de pie aterciopelado, muy capaz como lateral y, si se tercia, válido como medio centro, en Austria, un páramo, debe sumar por once. De media punta, llegar a gol… Con tanto trajín, uno más. Hasta que fue relevado poco después de la hora. Entonces se evidenció la sensación general: nadie sabe qué quiere esta efímera e intrascendente Austria.
Llevado el partido a un correcalles, Portugal aceptó la idea. En parte por sus angustias tras el empate inicial con Islandia. Luego, porque con gente como Nani, Quaresma y Cristiano no queda otra que acelerar, no son futbolistas para el temple. Pero el duelo demandaba más astucia que prisa. O, lo que es lo mismo, más hilo con gente como Moutinho y André Gomes, no creer que el medio campo pueda ser un apeadero cualquiera. No lo entendieron los lusos, que prefirieron que, más que por un sólido andamiaje, el asunto fuera de Cristiano y sus colegas de ataque. Aun así, los de Fernando Santos encadenaron una catarata de oportunidades. Almer, meta austriaco, interfirió en casi todas. Eso sí, siempre que la trama requiriera sus manos. Sus pies van por libre, que cada vez que los empleó se encendieron todas las alarmas austriacas.
Remató Nani al palo, otra a los pies de Almar, que sacó varios disparos de CR y vio pasar a un centímetro de la red varios disparos, de Moutinho, de CR, por supuesto. No había manera, más que jugar, Portugal chutaba, remataba. Era un atropello constante, pero sin resultado. Lo mismo en el primer tiempo que en el segundo. ¿Austria? Un par de fogueos de Harnik, improvisado delantero que milita en el Stuttgart, el cuarto oscuro de la Bundesliga. El partido solo podía caer del lado de Portugal, aunque solo fuera por su perseverancia, por la fragilidad rival. Hasta que por fin llegó la ejecución definitiva. Un supuesto. A CR lo placaron dentro del área. Tomó la pelota, puso la mirada del tigre, y petardazo. Su remate fue al palo. Portugal en estado puro, frustrada ante el gol incluso con un CR en filas. Más que mirar las poses y festejos de los rivales, a Ronaldo le toca ahora reflexionar. El fútbol da, quita, pone…
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