Vesely noquea a Djokovic en Montecarlo

Media tarde en Montecarlo… y saltaron todas las alarmas, todos los pronósticos volaron por los aires. Un terremoto en el tenis. Novak Djokovic, flamante número uno, el ganador despiadado que colecciona récords desde hace año y medio, caía sobre la arcilla del Principado: 6-4, 2-6 y 6-4, después de 125 minutos. Al otro lado, con lágrimas, el protagonista de la gesta, Jiri Vesely, un gigantón checo de 22 años. El zurdo, 55º en el ranking, se descubre entonces ante el gran público, que durante estos últimos meses prácticamente no ha escuchado otro nombre que no fuera el de Nole.

La victoria, parecía, era el coto exclusivo del serbio, pero su patinazo en su primera aparición en Montecarlo, torneo que había conquistado dos veces en los últimos tres años, abrió una puerta: sin duda, Djokovic es hoy día el más fuerte, pero también es humano y, si baja la guardia, también se le puede vencer. Sumaba el de Belgrado 11 finales consecutivas en torneos del Masters 1.000 —la última vez que participó en uno y no se jugó el título fue en Shanghái 2014—, 46 eventos en los que no fallaba en su primer compromiso. Hacía tres años (2013, en Madrid, contra Grigor Dimitrov), no caía en su puesta de largo en un M-1.000.

Este año ya se había adjudicado Miami e Indian Wells, sobre cemento. Otros dos trofeos que le permitieron superar (con 28) a Rafael Nadal como el recordman en los torneos de segunda categoría. Nada hacía presagiar, por tanto, una caída tan tempranera en Montecarlo, su lugar de residencia para más inri. Pero no estuvo en ningún momento fino. Comenzó a remolque, cediendo el primer parcial, y claudicando poco a poco ante el martillo del checo en los servicios y los restos. Al final, Nole tan solo logró defender el 45% de sus saques con segundos.

"No hay muchas cosas positivas que sacar de este partido. Jugué muy mal", admitió Nole, que acto seguido confesó: "Me siento muy cansado. Los entrenamientos que realicé vinieron bien en lo que se refiere a las sensaciones, pero no me sentía con frescura. Necesito unas vacaciones para poder descansar. Me encanta Montecarlo y esta no es la manera ideal de comenzar la temporada de tierra batida. Hay que aceptar la derrota y dejarla atrás".

Esto demuestra que nadie es invencible. Necesito vacaciones" Novak Djokovic

El serbio, dolido, sentenció: "Esto es la prueba de que nadie es invencible". Lejos de su seriedad, un joven eufórico. Vesely, exnúmero uno júnior en 2011 y cuyo mejor ranking hasta ahora ha sido el puesto alcanzado el año pasado. "Cuando salté a pista tan sólo pensaba: espero poder ganar un juego, o espero poder hacerlo bien, pero realmente no tenía ni idea de que podía ser capaz de derrotar a Novak", reconoció el checo.

Por todo eso, por la heroicidad de Vesely y la repentina humanización de Djokovic, se despeja el campo. Ahora, sin el serbio, el resto tiene derecho a soñar. No el checo Tomas Berdych, el otro finalista del año pasado, apeado este por Damir Dzumhur (6-4, 6-7 y 6-3). Pero sí Roger Federer, situado en la misma parte del cuadro, o Nadal, que transita por la otra vía y que en su estreno sobre la tierra batida del Principado se deshizo de Aljaz Bedene (doble 6-3, en 80 minutos de juego). Al número cinco le sigue costando cerrar los partidos, pero supo salir de un par de enredos y afrontará hoy en los octavos (13.00, Canal+ D2) un hueso: Dominic Thiem, el prometedor austriaco que este año le tumbó en Buenos Aires.