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El Valencia da pena

Mestalla pide a Gary Neville que deje su puesto mientras el Celta consolida sus aspiraciones europeas

Mustafi abraza a Nolito.
Mustafi abraza a Nolito.Miguel Ángel Polo (EFE)

Hubo un momento, antes de la media hora de partido, en el que Mestalla esbozó una primera protesta. Tiene el listón bajo el estadio del Valencia, que ya no le pide mucho a su equipo, solo que no lo humillen. El Celta llegó en un par de ocasiones con claridad y la gente se enfadó. El equipo respondió con un rapto de orgullo para apretar al rival, pero acabó laminado, inferior como es a un equipo que le saca ahora catorce puntos en la clasificación y se apresta a pelear no ya por entrar en Europa sino a hacerlo por la puerta grande como quinto clasificado. Mestalla estalló ante el enésimo desastre, exigió a Gary Neville que deje su puesto, sacó los pañuelos, los papeles o todo lo que tuviera a mano para expresar su decepción ante una pena de equipo.

El Valencia mostró que está varios cuerpos por debajo del Celta, lo que no deja de ser un grave pecado si se considera la inversión económica de ambas entidades para obtener resultados. No fue tímido el Celta. Comenzó sometido, pero pronto se desató ante un rival sin excesivo dictado que durante la primera parte apenas exhibió algún culebreo de Santi Mina y un gol anulado, al filo del fuera del juego, a Alcácer. Magra coartada incluso para su gente. Le faltó paciencia o capacidad para tenerla al Valencia, poco combinativo, desordenado. Y el Celta supo crecer. Echó de menos a Iago Aspas, ausencia nada leve en un plantel con escasa profundidad de banquillo, pero con todo tuvo presencia en ataque, incluso desde los laterales como hizo Hugo Mallo para generar una opción de gol que en la mitad del primer acto Mustafi despejó hacia uno de los palos de su propia meta. O desde el otro costado Jonny, que cuando el partido avanzaba hacia su final rompió hacia el área rival y envió un remate también al poste. Llegó pronto desde los flancos el Celta, también con Wass y Orellana, con el delantero Guidetti, pero dejó pasar su momento porque el Valencia encontró un resquicio para imponerse, delicado como anda, más por insistencia que por fútbol.

Así la segunda parte viró de inicio en blanco y negro, el del Valencia. Tuvo continuidad en el acoso y en la presión sin la pelota, bregó y le quitó la pelota al Celta, que sufrió como pocas veces lo ha hecho esta temporada. Tuvo nervio el equipo de Neville, fue persistente, apretó y en tiempos de escasez al menos ese es un valor para ganarse el respeto de la grada, siempre dispuesta a escrutar cada decisión del banquillo. Una de ellas retiró a Alcácer y dio cancha a Negredo entre protestas. La gente protestó el cambio y justo sin solución de continuidad marcó el Celta tras genialidad de Orellana, que dejó de tacón un pase de Nolito para que Guidetti fusilase a Ryan.

 Pareció demasiado castigo para el esfuerzo del Valencia, pero no fue injusto con el despliegue del Celta. Fue, eso sí un resorte para la gente de Mestalla, que entonó de inmediato el “Gary vete ya”, una variación del “Nuno vete ya” o del “Djukic vete ya”, de tanto hartazgo. En pleno litigio de la grada con el banquillo, el Celta hizo sangre. Hugo Mallo entró de nuevo hasta la cocina y colocó la pelota en la escuadra para sentenciar la liza. Ahí medio Mestalla comenzó a pedir cabezas y la otra mitad del estadio enfiló los vomitorios para buscar la salida. Roto, entre protestas, herido y finalmente derrotado por sus propias limitaciones y la superioridad de un rival al que triplica en presupuesto y que pudo golearle en los minutos finales del partido, el Valencia se aboca ahora a trabajar durante las próximas jornadas para salvar la categoría.

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