El Madrid da nivel a un Cristiano Ronaldo desatado ante el Celta
Los de Zidane, imparables en el segundo tiempo, avasallan al Celta con cuatro goles del luso
La Liga se ha convertido en un engorroso tránsito para el Madrid, torneo del que se sabe descarrilado, pero en el que debe examinarse aún durante varias jornadas ante una hinchada con la cerilla a punto. Ante el Celta, advirtió el incómodo murmullo de la grada tras un primer tramo anémico, casi ulceroso. Cuando todo apuntaba a otro Madrid aflojado y extraviado, el equipo entró en combustión con un estupendo y meritorio segundo tiempo. Una reacción tan inesperada como estruendosa, con Cristiano a los pies y a la cabeza, con otro póker goleador, su octavo como madridista. Aún hay días, unos cuantos, en los que el luso es un cañón, en los que tira de trabuco como un descosido. Esta vez, a su alrededor hubo nivel, mucho nivel en un segundo periodo de bandera en el que el Madrid apabulló a un Celta demasiado tieso al inicio y desnudo después. Un equipo decepcionante si se le mide con ese conjunto dicharachero y festivo visto hasta la fecha. En Chamartín le atropelló un tranvía cuando menos lo predecía.
No se contaba al equipo vigués como uno de esos adversarios que calientan en el Bernabéu con una goleada a la vista, máxime en estos tiempos de zozobra madridista. El jovial Celta de Berizzo se ha ganado con todo derecho un buen nombre en esta Liga, en la que ya no es un cualquiera. Ya de entrada no fue el equipo suelto y alegre que se esperaba, se limitó más a contemplar a un rival que se ve en el páramo liguero. El equipo gallego acertó con la primera impresión. Hasta el intermedio, los blancos destilaron un fatigoso estilo. El Madrid fue un equipo sin vivacidad, con todas las líneas tan tiesas como las de un futbolín.
Con las bajas, físicas y de forma, Zidane dictó una alineación de refresco, sin Varane, Marcelo, James, Kroos, Modric, Bale y Benzema, en teoría gente de la primera columna. Ante el Celta, el turno fue para el segundo pelotón, suplentes de oficio y recién matriculados como Borja Mayoral, que tiene pinta de jugador de futuro, por Madrid o donde sea. El chico, de 18 años, se hará notar aunque ante los celestes nadie tocara la corneta hasta pasar por el diván del intervalo. Hasta entonces, el Celta se dejó llevar por un discurrir anestésico. Jugó con pulcritud, pero sin más. Ni siquiera se animó con una ocasión clarísima de Iago Aspas, cuyo cabezazo, sin centinelas cercanos, como si jugara al solitario, se estrelló en la cruceta. Al rebote acudió el ariete gallego, pero Keylor, ágil y decidido, le bajó la persiana.
No había pisadas del comatoso Madrid, con Pepe como inopinado armador, lo que suele suponer que la pelota se desmadre. Solo Cristiano alertó al joven Rubén Blanco, obligado a despejar el primer cañonazo de la sobremesa del portugués. Poco después comenzaron las penurias visitantes a balón parado. Tras un córner, Isco la tuvo como Aspas, pero Rubén fue Keylor. En medio de la nada, Pepe cazó al vuelo un cabezazo de libro, para las escuelas. De nuevo en un córner padeció el Celta, con Hugo Mallo como improvisado defensor en el eje de la zaga por la sanción de Cabral. El Madrid, en ventaja tras un primer acto hueco. La tormenta estaba por llegar.
Sin hacerse el remolón ni por un segundo, de vuelta del descanso el cuadro local cargó con todo, emergió un equipo avasallador, con un brío extraordinario, asfixiante para el Celta, que vio cómo se le quemaba el rancho una y otra vez. Punzante Lucas, dinámico Kovacic, enchufado Isco, incansables Danilo y Carvajal, bucanero Casemiro… Todos con otro listón, lo que demandó Cristiano tras el espanto del derbi.
Bale, regreso con gol
La respuesta del luso no estuvo solo a la altura, sino que se elevó por encima del encuentro, apareció el colosal artillero que ha sido y todavía es en algunas fechas. Su primer gol fue descomunal, un zapatazo que mareó al balón a mil por hora, que le hizo girar como una noria, un mareo para Rubén, que ya sabe cómo se las gasta este tipo cuando engatilla. Un gol de la escuela de Nelinho y Roberto Carlos, capaces de con su golpeo hacer circular la pelota en todas las direcciones posibles. El siguiente trueno descargó de otra manera, con la pelota igual de descontrolada, pero en esta oportunidad reventada con una falta directa. Dos minutos después, Rubén, en la misma suerte, pudo desviar otro latigazo de Cristiano que derivó hacia el larguero. Cristiano en ebullición, líder de un Madrid que ya era una manada, voraz, antes y después del episódico y artístico tanto de Iago Aspas.
Con los de Zidane disparados, llegaron los cambios, vuelo para el renacido Bale y más cuerda para Jesé ante la mirada de James, a cobijo en el banquillo. Los dos delanteros se sumaron al fiestón, y el canterano asistió con un saque de esquina milimétrico para el cuarto bingo de Cristiano, que también tiene munición con la cabeza. Con Cristiano, el gol llega por todas las vías posibles. Solo así se puede superar a Don Telmo Zarra como segundo máximo goleador histórico de la Liga. Messi aún le queda lejos. Con Cristiano , mejor así, que dispare en el campo y atenúe su verbo cuando llegan mal dadas. Ante el Celta, todos le dieron cobijo con un segundo tiempo para enmarcar de no ser por cómo lleva la Liga este Madrid, un Madrid que lo mismo se desata que se deja ir.
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