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Rossi, fabuloso bajo la lluvia, vence en Silverstone y Márquez se va al suelo

El de Yamaha se impone en una carrera loca, que acaba con el español en el suelo cuando rodaba segundo y con Lorenzo fuera del podio

Nadia Tronchoni
Valentino Rossi, en los últimos giros del Gran Premio de Gran Bretaña.
Valentino Rossi, en los últimos giros del Gran Premio de Gran Bretaña.GLYN KIRK (AFP)

Valentino Rossi es un regalo. Una suerte para un campeonato del mundo que vibra al mismo tiempo con su vieja gloria y su apuesta de futuro. Una maravilla para el espectador romántico, melancólico últimamente, al que ahora le puede la devoción por el mito. Se rinde el aficionado en los circuitos a un deportista único, que hizo crecer a su deporte cuando era un veinteañero brillante, que azuza a las masas también ahora, a sus 36, cuando se esfuerza por poner picante a una temporada magnífica.

Valentino Rossi es un genio. De esos descarados e imperfectos. Un piloto que nunca fue el más rápido del lugar, pero siempre fue el más listo. Un competidor nato, que sabe esperar su momento. Y que trabaja todavía más ahora que entonces, pese a la sabiduría y pillería que acumula hoy su cuerpo enjuto. Su victoria en el gran premio de Gran Bretaña le devuelve la sonrisa y la confianza. Le va la marcha. Y en cuanto sonó la música, saltó a la pista dispuesto a acaparar todas las miradas.

Hoy son 12 puntos los que le separan de su compañero de equipo, que no pudo más que terminar cuarto.

El asfalto empapado de Silverstone fue una bendición para él. La ocasión que esperaba. No sólo porque así sería más fácil reducir las distancias que le separaban en la pista de Lorenzo y Márquez –ambos volaron durante el fin de semana, con el asfalto seco–, sino porque en esas condiciones manda más el pilotaje que la máquina, dicta sentencia antes el coco que la muñeca. Se impone el más sabio, el más atrevido. Y el más afortunado. Rossi fue todo eso este domingo. Y sacó tajada de la climatología: la caída de Márquez y las reservas de Lorenzo, tan dubitativo bajo el agua (sobre todo en los primeros giros), le devuelven al italiano el liderato del Mundial. Hoy son 12 puntos los que le separan de su compañero de equipo, que no pudo más que terminar cuarto. Y gracias. Al de Honda ya sólo lo sufrirán en la pista, no en la clasificación. Pues 77 puntos ya sí que son demasiados para recortar en seis carreras.

La victoria se la trabajó Rossi, y también su equipo, desde el día anterior. Avisó en el entrenamiento matutino, ya bajo la lluvia, con unos cronos fantásticos. Se encontraba cómodo en esas condiciones; y su moto, explicaba, iba mucho mejor. Algo se le había ocurrido a su telemétrico, Matteo Flamigni, entre la vigilia y el sueño, que le hizo recuperar la confianza perdida en las últimas carreras. Y lo demostró tan pronto como se situó en la pista. Lorenzo fue el primero en pasar por meta. Pero en cuanto sus rivales encontraron su sitio, se impusieron por pura velocidad. En el segundo giro, ese en el que le adelantaron tanto Rossi como Márquez, perdió dos segundos. Y siguió perdiendo tiempo a medida que avanzaba la prueba: era un segundo por vuelta más lento. Y le pasarían también Petrucci (excelsa su carrera, 18º en parrilla, segundo a la postre) y Dovizioso (12º en parrilla) al cabo de siete giros.

Rossi y Márquez, en Silverstone.
Rossi y Márquez, en Silverstone.Rui Vieira (AP)

Entretanto, Rossi y Márquez, en cabeza, marcaban la pauta, aumentaban el ritmo a cada paso por meta y abrían distancias con el resto. Hasta que en una de esas, calcados los cronos de ambos, en perfecta sincronía, Márquez se fue al suelo (vuelta 12). Todavía no entiende qué hizo mal; cosas que pasan cuando uno busca los límites bajo la lluvia; riesgos que se asumen cuando se quiere ganar a toda costa –“Tenía que intentarlo”, confesó tras la prueba–, por mucho que tu moto no ande lo fina que te gustaría.

A partir de entonces Rossi se relajó durante unos giros –“Hubiera sido difícil llegar con él a la última vuelta”, reconoció–, pero no tuvo más que percatarse de que Petrucci se le acercaba para volver a aumentar el ritmo. Sólo tenía que concentrarse en no fallar, en pilotar tan fino como fuera posible, en defender su plaza. Y así tocar la gloria. Otra vez. Y volver a subir al podio (ya van 15 seguidos, desde el gran premio de Japón del año pasado). Esta vez, acompañado incluso por sus amigos, pues Petrucci (colega de entrenamientos en Tavullia) se estrenó en el cajón, con su Ducati satélite, un empeño atroz y una destreza sobre mojado que muchos ya querrían para sí. Dovizioso, igualmente fantástico, cerró la fiesta italiana.

Salida aplazada

El arranque de la carrera, con bandera roja incluida pese a no haber accidente alguno, fue todo un espectáculo. Había llovido por la mañana. Paró durante la carrera de Moto2. Y el sirimiri se convirtió en intensa lluvia cuando las MotoGP ya formaban en parrilla. La vuelta de calentamiento fue el momento de la toma de decisiones. Y todos optaron por entrar a cambiar de moto en pleno giro, lo que suponía salir desde el pit lane. Pero como fueron todos los integrantes de la parrilla, los 24, quienes se metieron en semejante berenjenal, dirección de carrera decidió anteponer la seguridad al espectáculo: aplazó el inicio de la prueba y ordenó formar de nuevo la parrilla de salida. Vuelta a empezar. Esta vez, eso sí, algo más tensos de lo normal.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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