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Contador levita, Nairo se cae

El español es el nuevo líder tras la contrarreloj, en la que el colombiano resbala en El Moncayo.

El ciclista Alberto Contador durante la contrarreloj.
El ciclista Alberto Contador durante la contrarreloj. Javier Lizon (EFE)

Estaba Nairo Quintana con su felicidad comedida, que más parece que la lleve a cuestas que en el bolsillo, cuando se agachó a apretarse la zapatilla al iniciar el descenso del Moncayo. Un gesto cotidiano sobre la bicicleta, como agachar la cabeza cuando llueve, que acabó convertido en el prólogo del día final. Nairo había coronado el Alto del Moncayo con un tiempo regular frente a los favoritos, pero tranquilo respecto a sus aspiraciones. Se incorporó de su gesto como quien se levanta de la cama un día más. Y llegó la curva, una curva más, y la bici se fue yendo a su izquierda, un poco más, un poco más demasiado a la izquierda hasta que el cuerpecillo de Quintana chocó contra la valla metálica y se fue al suelo. El adiós a la etapa era una anécdota; el problema es que el adiós era definitivo: Nairo siguió hasta el final pero entregó su jersey rojo y sus galones de general para que los ganara Contador. A veces las carreras se deciden por accidentes. ¡Qué se lo pregunten a Purito por aquella rotonda en el Giro que le devolvió a casa, o a Contador y a Froome en el Tour! Nairo se sumó ayer al club de los caídos, de los dolientes, de los rabiosos, de los infortunados.

Imagen de TVE de la caída de Quintana.
Imagen de TVE de la caída de Quintana.

Nairo se cayó y Contador se elevó. Suele ocurrir que los daños se reparten sin previo aviso. Teniendo en cuenta el recorrido, Nairo se quedó sin opciones y todas las que la caída se llevó las recogió Contador, solemne, intrépido e inteligente. La contrarreloj tenía muchas caras, aviesa la primera con el alto del Moncayo, sardónica la segunda en el descenso que le costó la Vuelta a Quintana, impasible el final con las rectas típicas que adoran los rodadores. Cada cual aprovechó su momento y Contador los aprovechó todos.

En el ciclismo moderno, las contrarrelojes tienen ese aire de suficiencia que otorgan los grandes momentos. Por más que los montes se muestren majestuosos, las curvas ingobernables y los esprines infinitos, al final los ciclistas acaban viéndose tomados de uno en uno. Y uno a uno cada cual los degustó como pudo. Quintana apenas le pegó un sorbo al café de la etapa. Contador se la bebió de un trago. Tony Martín estrenó la cafetera, y el resto fue tomando su taza con más cara de placer que de remordimiento.

Clasificaciones

Etapa

1. Tony Martín (OPQ)     47'02"

2. R. Urán (OPQ)            a 15"

3. F. Cancellara (TFR)     a 18"

4. A. Contador (TCS)      a 39"

5. S. Sánchez (BMC)     a 48"

8. A. Valverde (Mov)    a 1' 01"

82. N. Quintana (Mov) a 4' 07"

General

1. A. Contador (TCS) 36h 45' 49"

2. A. Valverde (Mov)           a 27"

3. R. Urán (OPQ)              a 59"

4. W. A. Anacoma (Lam) a 1'12"

5. J. Rodríguez (Kat)       a 1'37"

11. N. Quintana (Mov)     a 3'25"

En el primer control intermedio, en el puerto del Moncayo, había un alemán que se escondía bajo la sombra. Por allí entre los mejores no aparecía Tony Martin. No era su terreno. Verle por allí hubiera sido como encontrarte a Usain Bolt en una maratón. Pero cuando la pancarta desapareció, el alemán voló hasta Borja y confirmó una victoria por la que apostar hubiera sido puro ventajismo. Cancellara se le acercó, pero lo justo para no inquietarle.

Y luego vino la carrera real. La de los que sueñan con vestirse de rojo en Santiago. Y cumplió Contador. En la jornada de descanso había desnudado sus intenciones. Ayer las vistió de rojo tras una contrarreloj de pura regularidad, que solo flaqueó en los kilómetros finales. Con Quintana caído, Valverde estuvo a la altura de las circunstancias. El asfalto decidió que ahora él sea el rival del Movistar para Contador.

Si Martin voló, Contador se exhibió, Quintana se cayó y Valverde respondió, Froome falló. Cedió más de un minuto frente a Contador y eso es un mundo en el cronómetro y en el ánimo. Ayer era su día y el británico no acudió. Se le esperaba pero llegó muy tarde, descompensado, con un andar zigzagueante. Purito Rodríguez también cedió más de un minuto respecto a Contador, pero quizás fuera menos de lo esperado. Entre medias se colaron ilustres intrusos: Samuel Sánchez se reivindicó con una crono magistral, lo mismo que Rigoberto Urán. Pero era el día de fiesta de Contador y el clásico lunes para Quintana. Contador levitó, mientras el colombiano caía. El ciclismo se basa en la épica, la mística, el reloj... y los guardarraíles.

La carrera da un nuevo giro. El líder es uno de los grandes y Movistar, presuntamente, ya no tiene dos líderes sino uno. ¿No le hace eso más peligroso a Nairo Quintana que atenazado por el maillot rojo? ¿Qué hacer con los ataques del colombiano? ¿Con sus provocaciones deportivas (siempre y cuando no haya secuelas de la caída)? Queda la Vuelta más difícil, la de las grandes cuestas, la de los grandes esfuerzos, pero algunos ya muestran malos síntomas. Claro que los síntomas solo requieren precaución, no tratamiento.

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