La inercia no da títulos
La falta de liderazgo, competitividad y las malas decisiones condenaron a España
Hay derrotas que se deben asumir como parte del juego: por ejemplo cuando España perdió contra Suiza nada más comenzar el Mundial 2010. También se aceptan resultados adversos provocados por las circunstancias del torneo: ocurrió el año pasado en el debut de la selección sub-21 contra Inglaterra (1-1) en Dinamarca. Y hay actuaciones que no admiten disculpa: pocas como la última protagonizada por el equipo olímpico español.
La crispada salida del St James’ Park evocó tiempos pasados, una época que ya se daba por superada, años en que cada eliminación española de un torneo se justificaba por los árbitros, por la fatalidad propia o por la competitividad mal entendida y consentida del contrario. La coartada dejó de tener sentido cuando llegaron los títulos a partir del juego, de manera que ahora se impone hablar de fútbol y no de sus circunstancias.
La crispada salida del St James’ Park evocó tiempos pasados, una época que ya se daba por superada
España se marcó un último cuarto de hora excelente en Newcastle. Mereció incluso ganar el partido. La estadística asegura que remató 24 veces, los palos le devolvieron tres tiros y no le pitaron dos penaltis. No estuvo bien el colegiado, que además permitió las pérdidas de tiempo de Honduras. La respuesta a la derrota, sin embargo, fue reprobable porque estuvo exenta de autocrítica y sobrada de mala educación y fanfarronería.
España se ha perdido porque dejó en manos del azar su continuidad en los Juegos. Antes de lamentarse por el final del encuentro del domingo había desperdiciado partido y medio contra Japón y la propia Honduras, y no se había enmendado después de dos partidos de preparación muy flojos contra Senegal y México. Una competición de dos semanas y media exige una puesta a punto mejor que la dispuesta por España.
A veces pareció que se planteaba su visita a Londres como un homenaje a los campeones, absolutos o sub-21, y no como un reto. El fútbol no funciona por inercia y menos en el torneo olímpico, que ha negado la gloria a toda la historia de Brasil: si hay un sitio donde no se gana con la camiseta es en los Juegos. Además de deportividad, a España le faltó competitividad, liderazgo, conducción y sobre todo hambre de gloria.
La lista de convocados ha resultado fallida por causas multifactoriales: había jugadores fuera de forma, otros andaban lesionados y varios han sido insustanciales. El trabajo de campo y de dirección de Milla tampoco tuvo incidencia para bien porque a menudo eligió mal. Así, hubo detalles preocupantes porque afectan a la estructura del equipo y a su mecánica de juego. Nunca hubo consciencia de la dificultad de ganar el campeonato.
Muy buenos jugadores tuvieron muy mal rendimiento porque no estaban dispuestos ni preparados para afrontar los Juegos
La defensa empeoró pese a disponer de mejores futbolistas como Jordi Alba; la delantera se quedó a cero después de que sus recursos fueran administrados de forma discutible, sobre todo la poca participación de Tello y la insistencia con Isco y Rodrigo; y no hubo manera de solucionar la ausencia de Thiago. No dominó el juego desde el estilo, como acostumbra, porque mezclaron mal Javi Martínez y Koke, y ahí estuvo el nudo del conflicto.
Auxiliador de los centrales, el capitán quedó apartado del juego y el atlético jamás tiró del hilo del partido, de manera que el equipo quedó a menudo partido en la cancha. Los buenos momentos de Muniain y Ander Herrera no le alcanzaron para cantar victoria, circunstancia que redundó en el debate: se trampeó la situación sobre la marcha, pensando que las cosas mejorarían con el tiempo, como cuando la absoluta ganó sin Villa.
Muy buenos jugadores tuvieron un muy mal rendimiento seguramente porque no estaban dispuestos ni preparados para afrontar los Juegos. Muy despersonalizado e inmaduro, el equipo no tuvo término medio. A falta de estilo e identidad, excesivo en las pérdidas de balón y falto de elaboración, tiró por las bravas y acabó por recuperar vicios de mal perdedor, cosa ridícula después de un Mundial, dos Europeos y una Eurocopa sub-21 y sub-19.
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