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Los líderes europeos reciben con frialdad la acción diplomática de la Generalitat

Muchas de las misiones internacionales de Raül Romeva se nutren de actos académicos

Puigdemont, Junqueras y Romeva en la conferencia que ofrecieron en el Parlamento Europeo el pasado 24 de enero.
Puigdemont, Junqueras y Romeva en la conferencia que ofrecieron en el Parlamento Europeo el pasado 24 de enero.Horst Wagner (EFE)

Hubo un tiempo en el que los presidentes de la Generalitat eran recibidos en las cancillerías de medio mundo. Jordi Pujol se codeaba con Helmut Kohl e incluso se citó con George Bush en la Casa Blanca; José Montilla se entrevistó con el líder italiano Romano Prodi y Pasqual Maragall, con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Hoy ocurre todo lo contrario: los dirigentes internacionales evitan a los representantes del Gobierno catalán en su programa intensivo para dar a conocer el proyecto de referéndum unilateral.

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Desde que Raül Romeva fuera nombrado primer consejero de Exteriores de la Generalitat, en enero de 2016, el único ministro con el que ha podido hacerse la foto es Vong Sauth, titular de Asuntos Sociales de Camboya. Sauth visitó Barcelona en mayo para firmar convenios de cooperación. El Departamento de Relaciones Exteriores y Transparencia insiste en que buena parte del trabajo de Romeva son “reuniones discretas que no se publicitan”. La oposición en el Parlament ha reclamado sin éxito que se haga pública la agenda completa de Romeva y los informes que la Generalitat transmite a los servicios diplomáticos internacionales.

La mayoría de Junts Pel Sí y la CUP lo ha desestimado. La toma de contacto oficial de los Estados con la Generalitat se ha ceñido casi exclusivamente a los encuentros de Romeva y de los presidentes Artur Mas y Carles Puigdemont con las embajadas en España. El momento internacional más relevante de Puigdemont fue la bienvenida de urgencia que dio en 2016 al entonces primer ministro italiano Matteo Renzi con motivo de su visita a Reus para honrar a las víctimas italianas del accidente de tráfico de Freginals. Oficialmente, Puigdemont no habló con Renzi de otro asunto.

Durão Barroso inició el vacío internacional

El vacío internacional a la Generalitat de Cataluña se inició en 2013 cuando el entonces presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, se negó a recibir al presidente Artur Mas. Un año después, Barroso rechazó la intervención de Bruselas en el referéndum de independencia por ser un asunto interno español.

El mayor fracaso también lo protagonizó Mas en un viaje a Nueva York en abril de 2015. El periplo se limitó a una conferencia universitaria con el economista Xavier Sala i Martín, una visita a la Zona Cero sin la presencia de autoridades locales y a una cena con la comunidad catalana y en la que el participante más relevante fue Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos. Sarukhán es miembro del consejo consultivo del Diplocat.

Los dos grandes hitos internacionales de Puigdemont se han producido en Francia: en octubre de 2016 firmó unos acuerdos de cooperación económica y científica con la presidenta de la región Île de France, Valérie Pécresse; este febrero se celebró una reunión similar en Narbona con la presidenta de la región de Occitania, Carole Delga. El encuentro con Delga vino precedido por una queja formal de la diplomacia francesa, el pasado noviembre, provocada por una resolución del Parlament que reclamaba “el derecho a decidir para la Cataluña Norte”.

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La mayor operación de proselitismo independentista en Francia se registró en mayo de 2016, cuando Romeva participó en París en encuentros político-académicos en la Asamblea Nacional, en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas y en el Club Siglo XXI. Romeva consiguió entrevistarse con Henri Verdier, director del servicio del primer ministro para la modernización de la administración pública.

Muchas de las misiones internacionales de Romeva se nutren de actos académicos. En abril de 2016, viajó a Roma con el vicepresidente, Oriol Junqueras. Romeva impartió una conferencia que sirvió, según explicó la Generalitat, para hablar con el presidente del Centro de Estudios La Parabola, Francesco Tufarelli, quien tenía buena relación con Mateo Renzi y había sido asesor jurídico del ministerio de Asuntos Europeos. El departamento de Romeva también explicó que el consejero se “reunió con representantes políticos del país”, sin especificar.

Junqueras se entrevistó con inversores y asistió a la ordenación de un monje de Montserrat. Junqueras explicó que no estaba previsto una recepción con el Papa. “Él tiene mucho trabajo y nosotros, también”, alegó. En el viaje de Romeva a Buenos Aires, en septiembre, el consejero no se reunió públicamente con ningún representante del Gobierno argentino. Su acción se ciñó a una charla sobre derechos humanos, a entrevistarse con el fiscal Jorge Auat, que investiga los crímenes del franquismo y a algún acto más.

Mejor con los parlamentos

Albert Royo, director del instituto de la Generalitat de relaciones internacionales Diplocat, explicó en en diciembre que el Govern mantiene contactos “con prácticamente la totalidad de los parlamentos europeos y más allá”. “Los parlamentos son más plurales y el Estado puede presionar menos”, dijo. Los parlamentos de Finlandia, Estonia y Suiza han constituido “intergrupos de amistad” para seguir la situación de Cataluña y nueve cámaras legislativas han tratado el asunto.

Quince diputados de la Cámara de los Comunes presentaron en diciembre una moción de apoyo a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. La moción fue presentada por nueve diputados del Partido Nacional Escocés, por los diputados del partido nacionalista de Gales Plaid Cymru, por uno del Partido Socialdemócrata y Laborista de Irlanda y por el laborista Jim Cunningham. A la conferencia que dieron Puigdemont, Romeva y Junqueras el pasado enero en Bruselas, también asistieron mayormente eurodiputados de formaciones nacionalistas. Ningún representante comunitario de primer nivel ha recibido en Bruselas a las autoridades catalanas desde el inicio del proceso de independencia, a finales de 2012. El último encuentro con un presidente de la Comisión Europea fue entre Mas y Durao Barroso en marzo de 2011.

Apoyo de los anticastristas y críticas alemanas

El caso catalán fue debatido en abril de 2016, junto a otros casos de secesionismo en el mundo, en el subcomité de Asuntos Europeos del Congreso de los Estados Unidos. En septiembre de 2015, el por entonces secretario de exteriores de la Generalitat Roger Albinyana fue recibido por cuatro congresistas republicanos y uno demócrata. Albinyana fue atendido por el presidente del Subcomité, Dana Rohrbacher, republicano conocido por su radicalismo conservador, y por tres congresistas anticastristas de Florida. Romeva se reunió el pasado septiembre en Washington con Rohrbacher. Estos encuentros con representantes de la derecha han sido vistos con suspicacia desde la izquierda independentista, igual que la recepción que tuvo Romeva en el parlamento de Finlandia invitado por el diputado Simon Elo, del nacionalista y xenófobo Partido de los Finlandeses, contrario a la UE.

El Gobierno alemán es un hueso duro de roer para la diplomacia catalana. Manfred Weber, peso pesado de los socialcristianos bávaros y presidente del Partido Popular Europeo en la Eurocámara, criticó duramente en una entrevista este 2017 en EL PAÍS la estrategia unilateral de la Generalitat. El diputado democristiano Robert Hochbaum, miembro de la comisión de exteriores del Bundestag, se entrevistó en Barcelona en noviembre de 2016 con Romeva y Forcadell. Hochbaum explicó en su página de Internet que la visita formaba parte de una misión oficial parlamentaria para recabar información sobre la situación política en Cataluña. Hochbaum transmitió a Romeva y Forcadell, según escribe, que la unilateralidad pone en riesgo la estabilidad económica de Cataluña y España y que su permanencia en la UE, en caso de independencia, “sería un sueño”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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