Un pacto catalano aragonés para el arte
Las dos comunidades preparan un convenio para resolver el conflicto de las obras de Sijena, que se aplicará también para acabar con la pugna por las 113 piezas de la Franja
Hay un antes y un después en el conflicto judicial que enfrenta desde 1995 a Cataluña y Aragón por el patrimonio artístico: el 27 de enero la policía judicial arrebataba en Barcelona a su dueño una cuna votiva de plata proveniente del monasterio de Sijena (Huesca) que días antes la Generalitat había retirado de una subasta; una acción que se producía 24 horas después de que el Ayuntamiento oscense presentara en un juzgado una petición de “secuestro judicial” y el registro de la vivienda de los vendedores “por si guardasen más piezas del tesoro artístico del monasterio”. La contundente medida hizo saltar las alarmas en Cataluña, sobre todo el MNAC y el Museo de Lleida que conservan más de 200 obras de arte originarias de diferentes localidades de Aragón, pero que Cataluña defiende que le pertenecen legalmente.
La acción policial fue, sin duda, uno de los motivos que llevaron a Santi Vila, consejero de cultura de la Generalitat, a plantear a su homóloga aragonesa Mayte Pérez en su reunión del 25 de febrero una solución política de consenso más allá de lo que los juzgados acaben decidiendo. En un momento de la reunión, Vila se ausentó para comunicarle por teléfono al presidente de la Generalitat Carles Puigdemont —que dos días antes, tras reunirse con el presidente de Aragón Javier Lambán, había asegurado que no se desprendería de los bienes de Sijena— su intención: Ofrecer, para desencallar el tema de una vez, la devolución a Aragón de 53 de los 97 objetos del monasterio de Sijena que se conservan en Cataluña.
Tras la reunión se creó un equipo de trabajo formado por técnicos de las dos administraciones con el propósito de crear un convenio que facilite cerrar la herida abierta entre dos comunidades vecinas y con pasado común dentro de la Corona de Aragón. Un equipo que controlará la cesión y también cómo se acaban exponiendo las obras, que se ha planteado que pudiera ser de forma itinerante. El acuerdo tendrá como objetivo “regular la devolución de las piezas de Sijena, pero también para las [113] obras que se conservan en Lleida provenientes de la Franja”, reconocen desde la Generalitat. Un convenio cuyos acuerdos y redacción “no está siendo fácil; porque hay que encontrar el lenguaje jurídico adecuado que satisfaga a todos para que no parezca que hay un ganador y un perdedor”. Se prevé que estará listo “antes de que acabe la primavera”. Luego tendrá que ser ratificado y se presentará por los dos gobiernos autonómicos.
Solo entonces será cuando comience el proceso para devolver las obras de Sijena prometidas por el consejero Vila a su colega aragonesa. De las 53 piezas, 12 son propiedad de la Generalitat y es la Junta de Museos la que ha de autorizar su devolución. Las 41 restantes pertenecen al MNAC y son sus órganos de gobierno (Ayuntamiento, Estado y Generalitat) os que han de aprobar su salida, algo que luego la Junta de Museos ratificará.
Lo que no está sobre la mesa, en ningún caso, aseguran desde Cultura, es la titularidad de las obras. “Es un depósito, que tendrá que tener una compensación, pero la titularidad no se está negociando. Es algo que queda pendiente de lo que resuelvan los juzgados”. La titularidad es uno de los aspectos que más dolores de cabeza está dando a los miembros del equipo a la hora de fijar los términos del convenio. En abril de 2015 un juzgado de Huesca determinó que las 97 obras que conserva Cataluña provenientes de Sijena forman parte de un monumento nacional por lo que no pueden disgregarse. Por eso determinó su retorno, pese a que la Generalitat demostró que las monjas de San Juan se las vendió (por 700.000 euros) con permiso eclesiástico en 1983, 1992 y 1995. En enero de 2016 el Supremo desestimó el conflicto de jurisdicción que planteó la Generalitat, por lo que, independientemente de las negociaciones políticas y de los recursos que la Generalitat pueda seguir haciendo, se está a la espera de que el juzgado de Huesca pida la ejecución de la sentencia. “La puede pedir en tres días o tres meses, pero siempre se fija un plazo. Y solo si no se cumple el juez puede ordenar a los cuerpos de seguridad que vayan a por ellas. Cuando se reciba la orden judicial los servicios jurídicos de la Generalitat decidirán cómo actuar”, explican desde Cultura que niegan que exista ya un protocolo para actuar ante esta situación o que preocupe la posible imagen de la policía judicial entrando en el MNAC o el Museo de Lleida para llevarse las piezas.
‘Mapping’ de las pinturas murales
Lo que no está sobre la mesa, aseguran desde la Generalitat, es la devolución de las pinturas murales de Sijena, uno de los conjuntos más destacados de pintura románica civil, cuyo juicio quedó listo para sentencia el pasado lunes, tras declarar Virginia Calatayud, madre federal de las monjas sanjuanistas y pedir su devolución al lugar para donde se pintaron. La Generalitat se niega a devolverlas, entre otras razones, por el peligro que representaría para su conservación el arranque de los muros del MNAC donde se exhiben actualmente. “Entre las ideas que se barajan está crear un mapping como el que se ha hecho para Sant Climent de Taüll y proyectar las imágenes en la sala capitular de Sijena. Pero no se ha tratado en profundidad”.
En cuanto al tema de la cuna que desencadenó la actual situación. Oficialmente la Generalitat sigue sin saber dónde está. “No ha habido respuesta del Ministerio del Interior a la carta que le envió el consejero de cultura pidiendo explicaciones por la actuación policial. Lo que sabemos, por el Gobierno de Aragón, es que está en una comisaría de Zaragoza, pero oficialmente nada de nada”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.