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Pujol entre ‘okupas’, vigilantes y exnovias

El expresidente ha escuchado la voz del pueblo, aunque esta mañana ha sido más áspera que de costumbre

Pujol y su mujer, abucheados a su llegada a los juzgados.Foto: atlas | Vídeo: Juan Barbosa / Atlas

Los actos de Jordi Pujol, aunque sean para declarar como imputado, no dejan de tener una apariencia de visita institucional. En su agitado paseo de unos 100 metros por la Ciudad de la Justicia -los que van de la puerta del juzgado a la calle- ha tenido tiempo de disertar sobre la “interesante” labor de los procuradores, que “parece que siempre andan arriba y abajo”. Igual que hacía en su etapa de presidente, cuando visitaba los pueblos y comarcas de Cataluña para inaugurar tal o cual equipamiento, Pujol ha escuchado la voz del pueblo, aunque esta mañana ha sido más áspera que de costumbre.

Uno de los vigilantes de seguridad que le ha custodiado hasta la calle, en medio de una marea de teléfonos móviles agitados al viento, grabando y captando fotografías del president -pese a la prohibición que impera para los periodistas-, le ha reprochado su conducta. El vigilante, reconocido "pujolista de toda la vida", le ha recordado su desazón cuando confesó que había ocultado la fortuna familiar en Andorra. “Això no sortirà bé” (“Esto no saldrá bien”) le ha contestado, algo enigmáticamente, el presidente. El segurata, descorazonado pero con una oportunidad única de hablar con su antiguo ídolo, ha dicho la suya: “Claro que no saldrá bien, porque es que lo ha hecho muy mal”.

Al final, la posible presencia de los okupas de Can Vies -este martes han comenzado los juicios por los disturbios de la pasada primavera tras el desalojo en Barcelona- ha sido el menor de los problemas para Pujol, que ha tenido que escuchar las palabras más fuertes de los funcionarios judiciales y de los ciudadanos en general. “¡Ladrón!”, “¡corrupto!” o la más sorprendente “¡vete al bingo!”. Un periodista ha hecho un intento de chascarrillo con el hecho de que la protección del expresidente haya ido a cargo de la unidad ARRO de los Mossos. “Eso es porque viene arrobar carteras”. Cosas, quizá, del frío de primera hora de la mañana.

Hay quien ha tenido tiempo, incluso, de confeccionar papelinas gigantes, a todo color, con la forma de billetes de 500 y la cara de un Pujol sonriente. Y otros funcionarios de la Ciudad de la Justicia se han currado una pancarta con banderas de las patrias que atribuyen a Pujol: Andorra -que a falta de escudo parecía Rumanía-, Luxemburgo, Suiza o Liechtenstein. La catalana no estaba entre ellas porque le consideran todo menos un patriota. Los funcionarios han ido moviendo la pancarta por el recinto para hacer que Pujol se la encontrara de cara. No han tenido éxito.

Pujol ha entrado por una puerta (Gran Via) y ha salido por la otra (avenida Carrilet) sin hacer apenas declaraciones, aunque ha sido coherente. “Todo lo que tengo que decir lo diré ante la juez”, ha dicho a las 9.40 horas, cuando ha llegado a las puertas del juzgado. “Todo lo que tenía que decir ya lo he dicho a la juez”, ha añadido, por si quedaban dudas, pasadas las 12.30, cuando lo ha abandonado

Con Pujol y su mujer, Marta Ferrusola -la única que no ha dicho ni mu ante la juez- fuera de escena, ha aparecido Victoria Álvarez, la examante de Júnior, el hijo mayor del expresidente. Vicky se ha apostado frente a la sala de vistas donde aún estaban declarando los tres hijos imputados en esta causa -Marta, Mireia y Pere- en su doble condición de asesora y maruja. "He estado trabajando intensamente en el caso con el abogado. Y también tenía curiosidad por ver cómo iba hoy la cosa”, ha dicho la siempre sonriente Victoria. Al fin y al cabo, algo tiene que ver esta mujer con que Pujol haya acudido este martes a declarar, 31 años después de hacerlo, como querellado, por el caso Banca Catalana. Casi tanto tiempo como ha permanecido oculta al fisco la fortuna de la familia.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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