Artur Mas diseña el post 9-N
El ‘president’ quiere mantener su liderazgo pactando una lista conjunta con ERC
Los partidos políticos catalanes ya han pasado página a la consulta del 9 de noviembre antes incluso de saber si podrá llevarse a cabo la votación alternativa que impulsa Artur Mas. El presidente de la Generalitat ha motivado este nuevo escenario al desvelar que el difuso proceso participativo en el que ha convertido la consulta es solo la previa de unas elecciones anticipadas. Los partidos que hasta esta semana han conformado el bloque soberanista han comenzado los movimientos para llegar en el mejor estado de forma posible a unos comicios que todos prevén el próximo invierno. El objetivo de Mas es formar una lista conjunta con Esquerra para ganar músculo independentista y disimular el declive de Convergència.
La idea de la independencia de Cataluña convence tanto a Esquerra como a Convergència pero esto no basta para que ambas formaciones se pongan de acuerdo. Fallan las formas y los métodos. Y por si no era suficientemente complicado, el estallido del caso Pujol, cuyas consecuencias políticas aún nadie ha sido capaz de evaluar, preocupa a Convergència. Fuentes de la dirección de la federación entienden que Mas tendrá que lidiar también con este factor a la hora de convocar elecciones. La comisión de investigación sobre el expresidente comenzará a funcionar a pleno rendimiento a finales de noviembre si es que Mas no disuelve antes el Parlament.
La intención de CDC es que Mas encabece una lista en la que haya militantes de su partido, de Esquerra y de las principales entidades independentistas, singularmente la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. El programa de esta candidatura, en caso de ganar, sería negociar con el Gobierno los términos de la independencia de Cataluña para proclamarla posteriormente.
Esquerra tiene otros planteamientos. Los republicanos consideran que si el independentismo vence, el Parlamento debe proclamar la independencia inmediatamente. Según su hoja de ruta, sería un Gobierno catalán de transición el encargado de negociar con el Estado la transición hacia la independencia, que en ningún caso debería durar más de tres años. La ANC se ha puesto manos a la obra para intentar que ambos partidos puedan llegar a un acuerdo que permita una lista conjunta. Esta entidad, que cuenta con más de 30.000 socios y que tiene enorme influencia tanto en el entorno de Artur Mas como del líder de ERC, Oriol Junqueras, anunciará hoy su posición en un acto en la plaza de Catalunya que confía en que sea multitudinario. De momento, todo indica que la Asamblea apoyará la consulta del 9 de noviembre pese a considerarla poco más que un acto festivo. Después exigirá elecciones inmediatas, a poder ser antes de tres meses.
Los republicanos rechazan la alianza con la esperanza de ganar las elecciones
Las dificultades para una candidatura única no se limitan solo a cuestiones estrictamente programáticas. Un pacto entre Convergència i Esquerra obligaría a Artur Mas a romper con Unió, su socio histórico de coalición. El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, siempre ha marcado distancias con ERC, un partido del que destaca que tiene unos “valores políticos” muy distantes a los de la democracia cristiana. Y ayer mismo, el democristiano Ramon Espadaler, secretario general de CiU, reiteró que su partido rechaza avanzar los comicios y opta por la estabilidad para agotar la legislatura. Pero tampoco Esquerra quiere saber nada de Duran Lleida, a quien consideran una especie de caballo de Troya en el soberanismo. La tibieza nacionalista de Duran y su vinculación con las élites económicas desespera a los republicanos. El partido de Oriol Junqueras también tiene problemas con Convergència. “Venimos de tradiciones diferentes y no nos fiamos de ellos”, explica un dirigente de ERC contrario a un pacto con la formación de Artur Mas.
Pese a compartir objetivos, en las poblaciones pequeñas y medianas de Cataluña, Convergència y Esquerra se tratan como verdaderos adversarios, especialmente en un momento en que los republicanos aspiran a recomponer su poder municipal a costa de Convergència.
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