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“Sin Pujol no estaría donde estoy”

Mas nunca ha escondido que en política se lo debe todo al fundador de CDC

Miquel Noguer
Jordi Pujol y Artur Mas, en el Parlament en marzo de 2001.
Jordi Pujol y Artur Mas, en el Parlament en marzo de 2001. TEJEDERAS

El 21 de junio de 1995 Jordi Pujol cogió del brazo a Artur Mas, recién nombrado consejero de Política Territorial, y le dio un consejo que después se mostraría revelador: “Vigila. A partir de ahora tu casa será fotografiada por todas partes, el portero será interrogado, buscarán quién te ha puesto las plantas del balcón y mirarán y remirarán todo lo que tengas”. Mas, que ya atesoraba experiencia política en el Ayuntamiento de Barcelona y en la Generalitat, siempre por expreso deseo de Pujol, siguió el consejo a rajatabla. El mismo día decidió no ejecutar la reforma de la cocina de su casa que él y su mujer tenían en mente desde hacía meses. Se trataba de evitar cualquier muestra de ostentación nada más llegar al cargo.

La anécdota, recogida en el libro Biografía de un delfín, escrito por la periodista Montse Novell, es una de las decenas de ocasiones en las que el expresidente de la Generalitat, ahora caído en desgracia, ha marcado la vida del hoy presidente. Mas nunca ha ocultado que en política se lo debe todo a Pujol y a su familia, que optaron por él para evitar que CiU quedara algún día en manos de otros dirigentes como Josep Antoni Duran o Miquel Roca. En CiU es aceptado como algo plausible que el fundador de Convergència eligió a Mas como delfín a la espera de que su hijo, Oriol Pujol, estuviera preparado para coger las riendas del partido. Esto tampoco ocurrirá, pues Oriol Pujol tuvo que dejar definitivamente la secretaría general la semana pasada, imputado por tráfico de influencias en el llamado caso de las ITV.

Hemerotecas y bibliotecas dan fe de una relación entre Pujol y Mas que no se limita al terreno estrictamente profesional. Para Mas, como para tantos catalanes, Jordi Pujol fue una verdadera fuente de inspiración. El actual presidente catalán admite que no se dedicaría a la política si no fuera por su mentor. “Sin el apoyo y la confianza de Jordi Pujol, hoy no estaría donde estoy”, admitía Mas en 2002. Años más tarde, calificó al expresidente de “constructor de la Cataluña moderna y promotor del respeto y del buen nombre de Cataluña”.

El fundador vio en el presidente actual

Mas, que comenzó en la Administración, primero en el escalafón técnico de la Generalitat y después como concejal del Ayuntamiento de Barcelona, siempre ha asegurado que nunca sintió una verdadera vocación por la cosa pública. Estaba ahí de paso. “Mi interés por la política no nace de una revelación ni de una iluminación, sino por contagio”, dice en un libro entrevista publicado por Proa en 2002. Pujol tuvo mucho que ver en este contagio. “Soy pujolista; el pujolismo es la adhesión a una persona excepcional por su valía y por su contribución al país”, dijo Mas. Preguntado por su amistad con la familia del expresidente, promete fidelidad casi eterna. “Nadie conseguirá que me olvide de ellos [los amigos] por un interés personal, que los aísle y renuncie a su amistad. Para mí hay un ejemplo muy claro, Lluís Prenafeta [ex mano derecha de Jordi Pujol, hoy imputado por corrupción], y lo mismo digo de algunos miembros de la familia Pujol Ferrussola. No los conozco a todos, pero con algunos de ellos he cultivado cierta amistad y no pienso esconderlo”. Se refería Mas a la amistad que mantiene, entre otros, con el mayor de los Pujol, Jordi, hoy investigado en varios procesos judiciales por sus negocios.

Desde que el pasado viernes trascendió la fortuna que Jordi Pujol ha escondido en paraísos fiscales los últimos 34 años, Convergència ha comenzado a desmarcarse del líder. También lo ha hecho Artur Mas, que lucha para que nunca se haga realidad el deseo que verbalizó hace diez años: “Ojalá algún día yo pueda presentar un balance similar al de Pujol”.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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